PREMIO A LA TRAYECTORIA EMPRESARIAL

«Mi ilusión de niño era hacer medicina, pero en casa había que arrimar el hombro»

El fundador de Emenasa, especializada en el naval, celebró 81 años yendo a una oficina que todavía no piensa en dejar

José García Costas, presidente de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, galardonado con el premio a la trayectoria empresarial en los Premios Banco Sabadell

José García Costas, presidente de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, galardonado con el premio a la trayectoria empresarial en los Premios Banco Sabadell / Marta G. Brea

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Vigo

Jose García Costas es un referente del empresariado vigués. Tras emprender desde muy joven, hoy dirige todavía el grupo cuya actividad se remonta a 1956, Emenasa, un gigante de 14 empresas que apuesta por la innovación en el naval y en el sector industrial dando empleo a 600 personas.

—No es el primer reconocimiento que recibe, ¿le siguen ilusionando?

—Alguno me han dado, sí. En julio, otro en La Toja. Todo esto es cuando uno va viejo. En el momento en el que te los dan te causa algún grado de satisfacción, pero al día siguiente ya recuperas el ritmo normal. Son muchos años ya.

—Tiene 81 años y se mantiene al pie del cañón. ¿Qué secreto hay para seguir cuando otros ya llevarían varios años jubilados?

—El secreto es gustarte lo que haces, ser feliz con ello y que tu familia te apoye. Si yo en lugar de tener la familia que tengo tuviese una mujer que me exigiese un mes de vacaciones o algunas otras cosas, pues hubiera sido difícil. En ese aspecto siempre tuve el apoyo incondicional. Tengo cinco hijos y ayudé poquísimo a criarlos porque vinieron los cuatro primeros muy seguidos. Es cierto que yo proporcionaba los medios, pero nunca di un biberón. Eso no es un mérito mío, lo digo como una realidad.

—Decir eso hoy igual no es muy correcto. ¿Qué piensa de la conciliación familiar?

Ya, lo digo con la boca pequeña, no es en absoluto un mérito, pero es una realidad. Lo de la conciliación familiar lo entiendo perfectamente. Tenemos, repito, cinco hijos, y todos ejercen de padres y madres, trabajando a la vez.

José García Costas, en el despacho de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, que preside desde 2001

José García Costas, en el despacho de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, que preside desde 2001 / Marta G. Brea

—¿Cuáles son los atributos de un buen empresario?

—Los tiempos cambian y hay que vivir con lo que toca, pero si quieres hacer algo como lo que yo y otros hicimos, no cabe duda de que hay que dedicarle mucho tiempo. Y no hay sábados, no hay domingos por la mañana o por la tarde, e incluso no había noches. La vida es muy dura para el que empieza y decir que eran tiempos mejores o más fáciles no siempre es así. Estamos con la inversión en Porto do Molle, y es una inversión tan difícil como la anterior. Es la realidad.

—Dijo una vez que su historia «es irrepetible».

—Lo que yo he hecho lo pudo hacer cualquiera. Tengo amigos que son segunda generación y lanzaron negocios que sus padres ya tenían en marcha. Yo no tuve esa suerte, porque en mi casa mi padre era carpintero y no sobraba nada. Hacerlo partiendo de menos cero no es fácil.

—¿No tiene vacaciones?

—Aprovecho Semana Santa, que es una semana medio muerta, y me voy a Tenerife, dejando apalabrada la habitación de un año para otro, yendo siempre al mismo sitio para descansar. Este año también fui a Italia una semana, que fue un viaje que le debía a mi mujer, pero ya me salí del guion con eso. Y fue ahora, con 81 años.

—¿Por qué le enamoró el naval?

—Mi ilusión, cuando era niño, era hacer medicina. Lo que pasa es que me di cuenta de que en mi casa había que arrimar el hombro, por lo que decidí ir a trabajar. ¿Por qué en el naval? Porque un tío mío tenía un tallercito muy pequeño en los soportales de O Berbés y decidí ir a trabajar con él, para aprender la profesión. Me facilitaba ir a las clases por la tarde-noche y me permitió formarme. Fue esa la casualidad. A mí el tema de los barcos me hacía bastante ilusión y en mi casa siempre había bocetos de algún barco, que era lo que hacía de pequeño.

El empresario José García Costas señalando en una fotografía antigua de la Praza do Berbés el lugar donde comenzó a trabajar desde muy joven

El empresario José García Costas señalando en una fotografía antigua de la Praza do Berbés el lugar donde comenzó a trabajar desde muy joven / Marta G. Brea

—Ahora gestiona tantas firmas que ya es difícil recordar cuántas son.

—Yo me acuerdo de lo que son todas y además sé la situación económica de cada una de ellas de memoria. Cuando me presentan las cuentas trimestrales yo ya sé lo que me van a presentar, porque les sigo el día a día. Son en total 14 empresas, con un volumen de facturación cercano a los 100 millones.

—¿Se arrepiente de algo?

—Hay cosas que siempre se pudieron hacer mejor. Soy muy analítico y de los que piensan que las cosas bien hechas se pueden mejorar. Borrones importantes no tengo, pero alguna tachadura sí hay. La verdad es que he tenido suerte y acierto, dos cosas que conjugadas dan resultado.

—Fue presidente de Hijos de J. Barreras. ¿Le gustaría volver a tener un astillero?

—Creo que esa etapa ya pasó. Tengo el 39% de Cardama y creo que tener un astillero, para dirigirlo, ya no. Tener una participación, pues en la vida todo se puede pensar. Mientras tenga salud y me satisfaga lo que hago, voy a seguir haciéndolo, pero esa etapa ya pasó. Yo tengo otras preocupaciones, como la obra de Porto do Molle, que es importante para nosotros.

—¿Piensa ya en la sucesión?

—No pienso dar un paso a un lado, porque hoy pienso en lo que soy, en la salud y el entusiasmo que tengo. Las circunstancias… Por ejemplo, en febrero de 2020 lo pasé terriblemente mal, porque estuve con COVID en Povisa durante 14 días. Estuvieron a punto de bajarme a la UCI a intubarme y yo sabía lo que significaba. Al día siguiente algo hizo reacción y mejoré.

—¿Vigo tiene entonces García Costas para rato?

—No se sabe, aunque yo me hago controles cada poco, porque tengo una hija médica y es exigente como pocos.

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