Mutuas elevan el gasto en detectives en Galicia para pillar fraudes en bajas

Promedian ya más de 100.000 euros anuales de dinero público

Los servicios incluyen varios días de seguimiento, presentación de informes y comparecencia en sede judicial

Detective privado, trabajando en la ciudad de Pontevedra.

Detective privado, trabajando en la ciudad de Pontevedra. / Rafa Vázquez

G. U. | J. C. L.

Vigo | Barcelona | Madrid

Entre los meses de enero y febrero se iniciaron en Galicia 60.630 procesos de incapacidad temporal por contingencias comunes, entre los expedientes computados por la Seguridad Social, las mutuas colaboradoras y el Instituto Social de la Marina. La prevalencia —proporción sobre el total de trabajadores protegidos— se situó por encima de los 71 puntos, notablemente superior a la media de toda España (54,15). Teniendo en cuenta solo la estadística desglosada por las mutuas, estas bajas temporales supusieron un coste de más de 113 millones de euros, que en el conjunto del país alcanzó los 1.784 millones. La fina línea que en muchos foros separa a las bajas temporales del absentismo convierte este tema en uno de los más controvertidos entre los agentes sociales; el incremento de las contingencias comunes desde el COVID, irremediablemente, es terreno abonado para suspicacias. Y explica por qué las mutuas colaboradoras del sistema público han incrementado las partidas destinadas a la contratación de detectives privados para «evitar situaciones de fraude».

FARO ha analizado los procedimientos licitados a través de la plataforma de contratación del Estado por parte de las mutuas —realizan la gestión de prestaciones, como las contingencias comunes, en colaboración con la Seguridad Social— y vinculados al territorio gallego. Promedian un coste anual ya superior a los 100.000 euros; normalmente son contratos de un año de duración, prorrogables durante 12 meses más. Uno de los últimos procedimientos asignados corresponde a Umivale Activa, con un valor estimado próximo a los 720.000 euros divididos en diez lotes —prorrogables un año—, según el reparto geográfico. El territorio gallego entró dentro del lote sexto, adjudicado por 26.620 euros con IVA. ¿Qué incluyen estos encargos?

Lo exponen, por ejemplo, los pliegos del expediente iniciado por Mutua MAZ. En primer lugar, «investigación sobre el trabajador para verificar si realiza alguna actividad laboral por cuenta propia o ajena o bien actividades contrarias a su dolencia o incompatibles con la prestación que esté percibiendo». En segunda instancia, la entrega de «un informe detallado [...] acompañado de un reportaje gráfico o videográfico» o de cuantas pruebas hayan obtenido los detectives. Por último, «ratificación en el juzgado o tribunal» en caso de que el proceso acabara judicializado. En este caso las indagaciones abarcan tanto posibles fraudes en bajas temporales como de incapacidad permanente o «investigación de la prestación de cuidado de hijos menores afectados por enfermedad grave».

La mayor parte de los expedientes disponibles en la plataforma pública abarcan tres días de seguimiento al trabajador sospechoso, sin contar con la asistencia a juicio. Cada día a mayores se paga anos 300 euros de media.

Absentismo e incapacidad temporal, el coste silencioso para el sistema

No hay foro económico en el que no salga el tema ni organización que se precie que no lo señale como uno de los mayores retos que tienen por delante las sociedades occidentales. El número de trabajadores que cada día faltan al trabajo por motivos médicos va en aumento, especialmente desde que la pandemia sacudió el mundo. Los recursos que España dedica cada año a mantener los ingresos de aquellos empleados enfermos se han prácticamente duplicado en los últimos cinco años y el Estado ya gasta más en prestaciones por incapacidad temporal que en defensa.

Algunas cifras que ilustran el problema: de media, 8,7 millones de españoles están, en algún momento del año (algunos más de una vez y otros, en ningún momento), en situación de incapacidad temporal por contingencias comunes (ITCC), con un coste directo para las empresas de 13.961 millones y de 16.588 millones para la Seguridad Social. Esto quiere decir que cada semana, o en algún momento de esta, 988.800 personas están de baja en España, según la EPA del primer trimestre de 2025. En suma, esta situación afronta un coste anual superior ya a los 30.000 millones de euros. El crecimiento ha superado incluso las expectativas de la Seguridad Social, que a final del pasado ejercicio tuvo que poner encima de la mesa unos 2.000 millones de euros adicionales a lo que presupuestó a principios de curso.

¿Pero es medible el impacto del absentismo en estas cifras? No con fiabilidad, según los profesores universitarios contactados. Más allá de declaraciones de trazo grueso, en las empresas se deslizan algunos datos que muestran que, evidentemente, hay fraude, aunque puede que asociado más a la pillería. Se suele citar que, curiosamente, el 30% de las bajas comienzan un lunes. Y que en el 7% de los trabajadores con bajas son «muy, muy reincidentes» a lo largo del año. Entonces, ¿qué está propiciando este crecimiento tan exponencial de los costes? «Creemos que lo principal es que hay un déficit en el sistema público de salud, faltan médicos de atención primaria y especialistas, lo que ocasiona que los periodos de baja se alarguen», comentan fuentes vinculadas a las empresas.

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