El prófugo del naval que vende pisos de lujo

En la industria naval se conocen todos. Y, para cuando la distancia física complica las interacciones, están las ferias para hacer de celestinas. En la industria naval nadie sabía quién era un tal Yakov Villasmil, un supuesto empresario que, de la noche a la mañana, se presentó como propietario de una de las principales auxiliares del sector, especializada en complejos sistemas de electricidad. Con contratos en Armón Vigo, Gondán, Murueta o Zamakona. Sobre el papel, había adquirido la compañía a Luis Mingo Reiz y Luis Mingo Martín, padre e hijo, que se habían pasado por los astilleros a cobrar trabajos por adelantado —así lo constataron fuentes directas a FARO— antes de desaparecer. Las cuentas de Soling quedaron vacías.

Comunicó un ERE extintivo con una nota en la puerta, con la firma (incorrecta) de Villasmil al pie. Se fueron casi 70 personas a la calle. Ni los Mingo ni el venezolano se presentaron al juicio por despido nulo en la Audiencia Nacional. Entraron en rebeldía procesal y, el segundo, con orden de búsqueda. Se esfumaron.

Hasta ahora, que Villasmil ha reaparecido como agente inmobiliario de viviendas de ultralujo en el estado norteamericano de Florida. «Descubra la inigualable vida de lujo en Miami», dice su web personal, lanzada con fecha del 12 de febrero a través de una desarrolladora de Tempe (Arizona). «Donde tu visión del lujo se convierte en realidad», reza la página. FARO ha contactado con él a través de un mensaje, con confirmación de lectura, para cuestionarle por su gestión al frente de Soling y cuál era su verdadero vínculo con la familia Mingo; a cierre de esta edición no había respondido.

«Encontremos la propiedad de tus sueños», dice a través de su perfil laboral de la red Instagram, al que hay un enlace desde la misma web yakovvillasmilmiami.com. Ofrece, por ejemplo, viviendas en el proyecto Aria Reserve, en el barrio de Edgewater, a partir de 1,1 millones de dólares por piso. La promotora es The Melo Group. O en el edificio Okan Tower, en fase de construcción, en el que también existe un programa de alquiler a precios presumiblemente estratosféricos.

El juicio por la nulidad del ERE fue favorable a los trabajadores, si bien, dada la huida de los empresarios y la ausencia de activos en Soling, han tenido que batallar para cobrar sus indemnizaciones.

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