La administración concursal considera «fortuita» la quiebra de Cablerías Auto

La insolvencia que amenazó con colapsar la industria europea de la automoción no es ni negligente ni fraudulenta para Ayan

Firmas del sector presionaron por su culpabilidad

Antiguas instalaciones de Cablerías Auto en O Porriño, en una imagen de archivo.

Antiguas instalaciones de Cablerías Auto en O Porriño, en una imagen de archivo. / FdV

Vigo

La porriñesa Cablerías Auto corría a marchas forzadas cuando su motor rompió y se declaró insolvente junto a la matriz del grupo, Cablerías Group, y sus plantas de Portugal y Marruecos, donde concentraba el grueso de los más de un millar de trabajadores que llegó a emplear en sus mejores días. Fue de hecho la gigafactoría de Tánger que inició en 2020 y su incapacidad para arrancarla y transferir allá los proyectos que fabricaba en Valença —en Galicia solo estaba el cerebro, pero no la capacidad productiva—, el principal lastre de una carrera que ha terminado en el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Pontevedra, después de que la compañía se presentase en concurso de acreedores voluntario el pasado mes de diciembre y pidiese también ser liquidada. Desaparecer.

Todo ello en medio del sensible escenario que enfrentan los proveedores de la automoción gallega, con mil y una dificultades agravadas estos últimos años por el aumento de costes operativos derivado de la inflación, disrupciones en las cadenas de suministro, la caída de la demanda de vehículos en la UE y la incertidumbre política por la transición energética del sector, así como la fuerte competencia global y especialmente la asiática. Todas ellas las sufría el conglomerado de Cablerías, como así lo indicó su propia dirección, pero lo preocupante es que en este caso no se trataba de un proveedor más. No era una empresa cualquiera, y mucho menos prescindible de golpe.

El hueco que advirtió que iba dejar Cablerías Auto, especializada en un nicho muy concreto, el de las soluciones de cableado eléctrico para coches, amenazó con colapsar a una parte importante de la industria, como publicó FARO el pasado mes de febrero. Según la documental a la que accedió este periódico, se suscribieron acuerdos excepcionales con Valeo, ZF, Lear, Akwell y OP Mobility —que representaban el 85% de la cifra de negocio del grupo, más de 60 millones de euros según los últimos datos disponibles— para esquivar esta posibilidad, con el aprovisionamiento de componentes clave para no interrumpir la actividad.

Se trataba de una breve transición que concluyó positivamente en el transcurso de este primer cuatrimestre, habiendo encontrado ya estas cinco firmas un nuevo proveedor en sustitución de Cablerías. La gestión de la administración concursal, en manos del bufete Ayan, impidió una crisis de consecuencias fatales «evitando un gran daño a todo el sector y, literalmente, miles de puestos de trabajo en suspensión temporal por la rotura de stock y de la cadena, muchos de ellos en Galicia», recoge el auto del plan de liquidación aprobado. Ahora ese mismo despacho se acaba de pronunciar sobre la quiebra de la sociedad en un informe remitido a la Justicia en el que considera que fue fortuita. Es decir, que no fue causada por una actuación de carácter negligente o fraudulenta.

Un déficit de 10 millones

A la espera de que se abra la pieza de calificación y la magistrada a cargo del caso se pronuncie, esta valoración se produce pese a la presión por parte de varias empresas de que el concurso fuese calificado como culpable. Las también proveedoras Delphi (Portugal) y Borgwarner (las filiales vinculadas a sus plantas de Viana do Castelo y la alemana Markdorf) adujeron presuntos indicios de fraude, igual que la ETT Triangle, en torno al «cierre abrupto» de Cablerías y/o lo sospechoso de la existencia de un preconcurso en mayo, cerrado unos meses antes de declararse en concurso voluntario, como si fuera una maniobra para vender su sede de O Porriño de una forma aparentemente legal. Y es que cabe recordar que la compañía suspendió pagos después de deshacerse de esas instalaciones.

Desde la administración concursal remarcan que, tras un exhaustivo análisis, no concurren las causas suficientes para determinar la quiebra más que fortuita. Fuentes conocedoras ajenas a Ayan destacan por su parte que, como ha quedado patente, ni el fin de la actividad fue repentino —hubo un periodo de transición que duró meses en el que incluso se suscribieron los acuerdos singulares para que la rueda de la industria del auto siguiese girando— ni tampoco hay dudas sobre el traspaso que incumbe a la base gallega de Cablerías —se enmarcó en un proceso judicial con garantías, dentro del plan de viabilidad que trató de sacar adelante, y se ha comprobado el destino del dinero ligado a la transacción—.

No fue suficiente. Cablerías Auto, icónica de su gremio en Galicia y con más de cinco décadas de know-how a sus espaldas, afronta los últimos pasos de su liquidación antes de desaparecer completamente. Hubo un amago de llegar a buen puerto por parte de la tunecina TTE International, de Onetech Group, que presentó una oferta no vinculante para su incorporación «con un compromiso de inyección de al menos cuatro millones de euros que habría permitido equilibrar las relaciones con proveedores y acreedores del grupo». La firma mostró cierto interés y realizó una due diligence para comprar la filial marroquí del grupo gallego combinado con algunos trabajadores del centro de O Porriño, pero las negociaciones se quedaron solo en eso. No prosperaron. La compañía aglutina deudas exigibles por casi 27 millones y solo 17 de masa activa, lo que arroja un déficit concursal que ronda los 10 millones.

De Stellantis a Ferrari

«El grupo Cablerías en su conjunto fabrica productos de carácter esencial e indispensable para más de 90 proyectos de automóvil de fabricación europea», señala el auto del plan de liquidación aprobado para la compañía gallega, asegurando que tenía «entidad para comprometer», con la eventual rotura de stock, «la continuidad de la actividad en fábricas de toda Europa, alguna de ellas de gran relevancia en Galicia». Entre ellas enuncia a Stellantis, BMW, Volkswagen, Audi, Seat, Ford, Renault, Nissan, Daimler, Volvo, Jaguar, Porsche y Ferrari.

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