Pescanova SA ha abonado 1 millón de euros a su consejo pese su inactividad

Son abonos realizados desde 2017 a sus miembros, que no constan como accionistas de la compañía

Liquidó con pérdidas su única iniciativa empresarial: una pesquera en Bolivia

Desde la izq, los consejeros Leopoldo Fernández Zugazabeitia, Luis Malo de Molina, Juan Manuel Ginzo y Alejandro Fernández Zugazabeitia, durante una junta de accionistas.

Desde la izq, los consejeros Leopoldo Fernández Zugazabeitia, Luis Malo de Molina, Juan Manuel Ginzo y Alejandro Fernández Zugazabeitia, durante una junta de accionistas. / C. Graña

Lara Graña

Lara Graña

Vigo

La reestructuración de Pescanova SA (o vieja Pescanova) implicó, dentro de un complejísimo proceso para evitar la quiebra, la segregación de los activos industriales a una compañía distinta, Nueva Pescanova SL, cuyo timón asumió la banca acreedora tras haber encajado quitas por más de 1.800 millones de euros. Y fue así como la otrora matriz, Pescanova SA, se quedó solo como sociedad de cartera, como una accionista más de la multinacional pesquera. Empezó este camino en 2015 con una participación del 20%, diluida ahora en un escaso 0,21% del total. Ahora bien, aquel acuerdo de reestructuración con los bancos de hace casi una década ha permitido a la SA seguir manteniendo un abundante nivel de ingresos y, en consecuencia, pagando generosos emolumentos a su consejo de administración. La vieja matriz no tiene actividad, no genera una renta propia —sigue viviendo de lo que le paga Nueva Pescanova— y cerró con pérdidas su única iniciativa empresarial. Ello no ha impedido que tres de sus cuatro consejeros se hayan repartido más de un millón de euros (1.035.000) desde el año 2017, como consta en las memorias anuales y de Gobierno Corporativo remitidas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

El consejero más veterano es Leopoldo Fernández Zugazabeitia, quien hoy es también secretario y asumió por primera vez el cargo en septiembre de 2016. Es el único que ha percibido un pago testimonial, de 1 euro cada ejercicio fiscal. Los demás integrantes de este órgano son Luis Malo de Molina, Juan Manuel Ginzo Santiso y Alejandro Fernández Zugazabeitia; fueron nombrados en marzo de 2017 y son los que se han repartido las remuneraciones. Ninguno como accionista. En el primer trimestre de este 2025, por ejemplo, se repartieron 43.000 euros; los trabajos de asesoría corrieron a cargo de personal externo, que tuvo un coste de 18.000 euros más. No cuadraron los números: entre las retribuciones a los consejeros, a esos «asesores externos» y el coste en el capítulo de «provisiones y financieros» sumaron 96.000 euros de gastos, frente a unos ingresos —vía transferencia de Nueva Pescanova, principalmente— de otros 79.000. O dicho de otro modo: los consejeros cobraron en sueldos más de la mitad de todos los ingresos de la vieja Pescanova.

El capital flotante ronda el 85%; votan en asamblea apenas el 4% de todos los títulos

El importe conjunto de las retribuciones al consejo ha ido fluctuando en los últimos años, con ejercicios de mayor abundancia (212.000 euros en 2018 y 2019) y otros más modestos (60.000 euros pagados en 2021 y 2022). Y estos cambios se han traducido también en los pagos a cada uno de los directivos: Alejandro Fernández ingresó 70.250 euros el año pasado, por ejemplo, frente a los 47.500 euros que cobraron Malo de Molina y Ginzo Santiso. Se da la circunstancia de que fue en 2019, cuando las retribuciones superaron los 210.000 euros, cuando la vieja Pescanova decidió aprobar un «plan estratégico» para ser independiente financieramente de la pesquera (Nueva Pescanova), para lo que decidió probar suerte en Bolivia. Todo salió mal: el «negocio de venta de productos del mar» en este país, uno de los de menor consumo de proteína marina del mundo, cerró con pérdidas acumuladas de más de 2,2 millones de euros.

Fiscalización

Con aquel proyecto finiquitado, la dirección de Pescanova SA continúa repitiendo la misma letanía —sucede desde hace ya cinco años— en cada informe que remite a la CNMV: «El consejo de administración pretende dar comienzo a una nueva fase de la compañía, la cual ha de recuperar su actividad propia y dejar de ser una sociedad de mera tenencia de su participación en Nueva Pescanova». Entre tanto, tiene asegurados ingresos anuales actualizados al IPC y que empezaron a abonarse en 2015 por 255.000 euros; desde entonces la inflación ha avanzado en más de un 24%. Y de los informes de las asambleas de la vieja Pescanova se desprende una clara desconexión con sus socios: apenas acude de forma presencial el 0,4% del capital social a las juntas y solo vota el 4%. Si hace diez años el capital flotante (free float, el disponible para su negociación en bolsa) estaba por debajo del 60% —entonces Manuel Fernández de Sousa continuaba como socio—, hoy asciende a casi un 85%.

Blindaje en el juzgado frente a las demandas concursales

De acuerdo a la última comunicación remitida a la CNMV, el consejo de la vieja Pescanova ha presentado una demanda incidental en el juzgado de lo Mercantil para protegerse frente a las eventuales reclamaciones de los afectados por la quiebra. El Supremo condenó a la compañía, solidariamente con el expresidente Manuel Fernández de Sousa, al pago de más de 125 millones. Cada uno de los accionistas afectados por la estafa ha tenido que cursar un procedimiento nuevo en el juzgado para desbloquear el abono del importe que le reconoció el Alto Tribunal. Lo que pretende ahora Pescanova SA es que se determine de forma clara que, cualquiera que sea la indemnización, deberá quedar sujeta a una quita del 97,5%, igual que la que se aplicó durante el concurso.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents