Cablerías Auto se hundió al ser incapaz de arrancar su nueva planta de Tánger
La administración concursal pide la extinción de los 49 contratos
La firma llegó a tener un preacuerdo con un inversor extranjero para inyectar 4 millones, pero no se materializó

Una de las trabajadoras de Cablerías Group en su puesto de trabajo. / Cablerías Group
Cablerías Auto llevaba inmersa desde hace más de cuatro años en «una grave crisis económica». Así de tajante se muestra la administración concursal en la memoria que expone las causas de la extinción colectiva de la empresa, a la que ha tenido acceso FARO y en la que considera preciso poner fin a los contratos laborales de todos los trabajadores de la compañía porriñesa, proveedora estratégica de componentes electrónicos para el sector de la automoción. Es «la única salida posible» para los 49 profesionales que todavía pertenecen a la sociedad, que se declaró en concurso voluntario de acreedores a finales de 2024 y solicitó su liquidación. Para desenterrar la raíz de los problemas de la firma habría que viajar hasta 2019, cuando el grupo al que pertenece —Cablerías Group, también en la misma situación— emprendió un proceso de expansión internacional con la creación de la filial Cablerías Tánger en Marruecos para reducir costes mediante el traslado de la producción de su filial de Portugal —Cablerías Manufacturing— al país africano, a priori rentable por su mano de obra más competitiva. Pero la nueva planta no logró arrancar por la concatenación de crisis que sufrió en sus primeros años de vida —la pandemia del COVID-19 y la escasez de microchips, primero, y posteriormente el aumento de los costes por la guerra entre Ucrania y Rusia— en medio de un complejo escenario para los fabricantes europeos de vehículos y su industria auxiliar por las exigencias de la UE en torno a la electrificación, la caída de la demanda de vehículos y la fuerte entrada de la competencia china.
«Este proyecto se ha enfrentado a diversos contratiempos que han impactado gravemente en su desarrollo», expone el bufete Ayan Concursal, que ha tomado las riendas de la gestión de la sociedad tras declararse en insolvencia por designación judicial. La factoría marroquí «ha requerido importantes recursos financieros pero la ejecución de la inversión no ha cumplido el calendario previsto, generando tensiones de liquidez y desviaciones presupuestarias significativas», añade el documento remitido al Juzgado de lo Mercantil número 2 de Pontevedra.
«Con motivo de la carencia en la disponibilidad de componentes, la planta de Marruecos está soportando unos elevados costes de transporte e ineficiencias en la mano de obra, lo que ha impedido generar un Ebitda positivo. Esta situación, que se viene acelerando en los últimos tiempos, se traduce en una fuerte erosión de la caja, afectando severamente a la capacidad del grupo para financiar sus operaciones diarias y cumplir con sus compromisos financieros», dice la administración concursal.
Cuatro años de pérdidas
Solo entre 2020 y 2024, Cablerías Auto duplicó sus deudas vinculadas a acreedores comerciales y otras cuentas a pagar hasta los 12,9 millones de euros, y al mismo tiempo redujo a la mitad sus fondos propios hasta los 2,8 millones. Con deudas con otras empresas del grupo y asociadas también disparadas —se multiplicaron por ocho en cuatro años hasta alcanzar los 3,2 millones—, la compañía además lleva encadenado pérdidas durante los últimos cuatro ejercicios que se han intensificado con gravedad en 2023 y 2024 —con más de tres millones en negativo entre ambos cursos—. Todo ello en un contexto en el que, si bien su cifra de negocios se incrementó un 76,8% hasta los 52,7 millones de euros del pasado año, lo hicieron más los costes vinculados al aprovisionamiento. Se dispararon un 90,1% hasta los 48,3 millones.
«El incremento del precio de las materias primas, los componentes electrónicos, los costes salariales, la energía y el transporte han incrementado significativamente los costes operativos. Este incremento, junto a la rigidez de los contratos a largo plazo con clientes, ha requerido de negociaciones complejas y esfuerzos adicionales para trasladarles a estos, y solo parcialmente y con retardo, estos incrementos de costes», subrayan asimismo desde Ayan Concursal.
Como ya adelantó FARO, la compañía porriñesa diseñó in extremis un plan de reestructuración de su deuda previo a la declaración de su situación de insolvencia e incluso mantuvo conversaciones con un grupo de capital extranjero para conseguir liquidez y sobrevivir a nivel financiero. Como parte de la estrategia del plan de reestructuración alcanzado con las entidades bancarias, en junio de 2024, el CEO y socio minoritario de la compañía —Cablerías Auto— cubrió una primera ampliación de capital de 500.000 euros, con la cual se debía facilitar la entrada del grupo TTE International, que había presentado una oferta no vinculante para su incorporación «con un compromiso de inyección de al menos cuatro millones de euros que habría permitido equilibrar las relaciones con proveedores y acreedores del grupo».
No obstante, en fechas recientes a la presentación de la solicitud de concurso voluntario, «la incertidumbre en el sector automovilístico llevó a TTE International a desistir de su incorporación», expone la administración concursal en la memoria: «La incertidumbre en torno al futuro de la industria automotriz ha obstaculizado en los últimos meses la consolidación de una inyección de liquidez crucial mediante una ampliación de capital, que habría permitido afianzar el proyecto de Cablerías, con especial foco en la inversión en la planta de Tánger, y respaldar su importante ritmo de crecimiento».
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