Sogama prevé reciclar más de la mitad del textil que entre en su nueva planta
El proyecto prevé tres fases para alcanzar una capacidad de tratamiento de 3.000, 6.000 y 12.000 toneladas al año
La ropa de tendencia y marcas conocidas irán a segunda mano

Recreación de la planta de clasificación de residuo textil de Sogama en el complejo de Cerceda. / Sogama

Junto al aceite usado, los residuos domésticos peligrosos y los muebles y enseres que se desechan, este pasado 1 de enero entró en vigor la obligación de extender la recogida selectiva al textil. Entre los modelos posibles que establezcan las entidades locales «se deberán priorizar los más eficientes, como el puerta a puerta o el uso de contenedores cerrados o inteligentes que garanticen ratios de recogida similares», señala la ley de residuos y suelos contaminados. La circularidad es el gran reto pendiente de la industria de la moda, una de las más contaminantes del planeta. Para elaborar una camiseta de algodón, se necesitan 2.700 litros de agua, la cantidad que una persona bebe en dos años y medio. La acuciante necesidad de dar una segunda vida a la ropa implica también un cambio de mentalidad en el ciudadano y en sus hábitos con el tratamiento de la basura. Y el punto de partida no es, precisamente, muy esperanzador. En Galicia solo se recoge separadamente el 10% del residuo textil, dos puntos menos que en el conjunto del país (12,16%), según revela Sogama en la documentación del proyecto para la construcción de la primera planta pública para la clasificación de este tipo de productos en la comunidad.
El consejo de administración de Sogama decidió por unanimidad sacar adelante el contrato para la construcción de las instalaciones y la gestión integral posterior durante dos años —prorrogable por dos anualidades más— el 18 de diciembre y pocos días después recibió el beneplácito de la Xunta. El presupuesto roza los 25 millones de euros, de los que 10,3 millones vienen de una ayuda de los fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) del Gobierno central concedida en julio para parte de las obras y la maquinaria.
Una vez adjudicado, la empresa elegida dispone de cuatro meses para entregar y recibir la autorización del proyecto definitivo. Los trabajos de construcción, fabricación, suministro, montaje y puesta en marcha de la planta durarán otros diez meses. Para cumplir con las exigencias del MRR, la obra tiene que estar finalizada en el segundo trimestre de 2026 como muy tarde.
La actividad de Sogama abarca el 83% de la población de la comunidad. En su demarcación, el textil recogido en 2021 alcanzó las 2.457 toneladas. Las previsiones de la propia administración autonómica en la versión inicial del Plan de Gestión de Residuos Municipales de Galicia apuntan a cerca de 25.900 toneladas este mismo 2025 y por encima de 28.100 toneladas en 2030. «Tanto en Galicia como en España en general, se espera un significativo aumento de la recogida selectiva de la fracción [el término técnico que se da a los residuos en función del material] textil, por lo que se detecta la necesidad de construir en la comunidad una instalación capaz de procesar esta corriente de residuos, contribuyendo así a una mayor preparación para la reutilización y el reciclado y a un menor vertido», justifica la empresa pública de gestión y tratamiento de los residuos urbanos.

Recreación de la planta de clasificación de residuo textil de Sogama en el complejo de Cerceda. / Sogama
La planta ocupará una superficie de 8.311 metros cuadrados. Arrancará con una capacidad para procesar 3.000 toneladas al año con 21 personas en plantilla y un turno de trabajo de 8 horas y 5 días semanales. «En el momento en el que se estima que las cantidades de residuo textil que reciba Sogama superen la capacidad técnica indicada correspondiente a la fase uno, se acometerá la fase dos», indican sus responsables en la memoria del proyecto. Con la ampliación se llegarían a 6.000 toneladas al año y 31 trabajadores. Hay una tercera fase prevista para alcanzar las 12.000 toneladas y 62 empleados repartidos en dos turnos. El equipamiento y la maquinaria se implantarán «mayoritariamente» en la fase uno.
En cualquiera de las tres fases, Sogama contempla la recuperación de la mitad de los materiales textiles. Alrededor del 53,6% se destinará a reciclaje y el 6,4% será reutilizable. Algo más del 30% irá a valoración energética (CDR) con la incineración para evitar su vertido, «la opción más contaminante conforme a la gestión jerarquizada de residuos establecida por la UE», subraya la compañía. El 4,9% son voluminosos (alfombras, cojines, colchones...) que serán trasladados al vertedero de Areosa. El otro 4,8% se derivará a gestores externos.
La clasificación se realizará en un triaje manual siguiendo varios criterios. Su estado físico, pensando en prendas en buen estado, sin rasgaduras significativas o manchas; si son tendencias de moda o de «marcas comerciales reconocidas» que «pueden tener una mayor demanda en el mercado de segunda mano»; y en función de la calidad del material, como el algodón, la lana o el lino. Aquellos artículos susceptibles de volver al mercado pasarán por un empaquetado. El resto continuará hacia la etapa de clasificación automática, donde cámaras de alta resolución y de detección de color identificarán los materiales reciclables. “La información obtenida es combinada con algoritmos de aprendizaje profundo (deep learning) y contrastada con la base de datos del sistema para determinar en cuál de las categorías predefinidas debe clasificarse la prenda”, señala la memoria del proyecto.
Habrá hasta 24 diferentes, según la composición (algodón puro, lana, algodón poliéster, acrílico, poliéster, poliamida, viscosa u otros), el color y su destino (reciclaje mecánico, químico o downcycling, cuando el material es recuperable, pero no para la misma función por su baja calidad). El proceso incluye la retirada de los “impropios”, es decir, de botones, cremalleras, etiquetas o metales magnéticos, que se tratarán aparte.
Un esfuerzo «titánico» por «la escasa madurez tecnológica»
La directora general de Sogama reconocía hace pocos días en Linkedin los «meses tan difíciles» que hay detrás de la iniciativa pionera para levantar una planta de clasificación de residuos textiles en Galicia, con apenas medio año entre la concesión de la ayuda del Gobierno y la elaboración del proyecto. «Creo que las fechas, la complejidad y la envergadura del proyecto describen por sí solas el esfuerzo titánico que hemos hecho», destaca Mirta Sueiro.
Entre los obstáculos está la tecnología. Su «escasa madurez», como reconoce la compañía en los pliegos del contrato, donde también señala «la demanda muy variable y volátil de las composiciones y colores demandados por recicladores de residuo textil» y «la posibilidad de clasificar el residuo textil entre miles de categorías diferentes». Por todos esos hándicaps, «especialmente» el tecnológico, la empresa esgrime la necesidad de «ligar al ejecutor de las obras con la posterior operación de las instalaciones por un plazo de entre dos y cuatro años». El doble contrato, que hace partícipe al adjudicatario del beneficio por la venta del material recuperado, «favorecerá que se esmere en el diseño de la planta».
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