Regenasa sopla 40 velas con un pedido para un crucero de “ultralujo” y ganas de crecer

La auxiliar del naval viguesa realiza la habilitación de un buque japonés, el encargo “más especial” de su historia

"Seguiré hasta donde me dé la salud”, dice Salvador González

Salvador González, fundador y presidente de Regenasa, en las instalaciones de la firma en Teis. |   // P. GAMARRA

Salvador González, fundador y presidente de Regenasa, en las instalaciones de la firma en Teis. | // P. GAMARRA

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Trabaja en el mismo barrio donde nació, en Teis, y recorre el taller de la empresa que fundó hace ya 40 años como si fuera el primer día. Salvador González dice de sí mismo que es empresario “de casualidad”. Sin embargo, su nombre es bien conocido en los astilleros de toda España y el trabajo de su compañía, Regenasa, está muy bien valorado dentro y fuera de las fronteras del país. “No hay ni un secreto más que saber trabajar y saberte reunir de buena gente”, dice. La auxiliar del naval especializada en habilitación celebra su aniversario en un momento de expansión, con abundante carga de trabajo y con todavía más presencia internacional y ganas de crecer. No en vano, además de haber abierto sede en Cádiz poco después de la pandemia para atender los encargos de Navantia, acaba de ganar su primer pedido para Italia, tiene planes para ampliar instalaciones y se prepara para un nuevo hito en su historia con un pedido para un crucero de ultralujo japonés. “No es el barco de más volumen de negocio, pero es el más especial, no está al alcance de cualquier empresa”, apunta González.

La historia de Regenasa (Reparaciones Generales Navales SA) es la de muchas auxiliares del naval y, a la vez, es única. Como muchas, sobrevivió a las quiebras de astilleros. Como pocas, aguantó y creció en el sector durante estos 40 años, aunque, como dice su fundador, “siempre con los pies en la tierra”.

Regenasa sopla 40 velas con un pedido par un crucero de “ultralujo” y ganas de crecer

El "Maybe", uno de los buques que resalta González en el camino de Regenasa / FdV

Si bien la fundación de Regenasa Marine Interiors (como se la conoce hoy en día) tuvo lugar en 1984, el camino recorrido empezó mucho antes. Se podría decir que lo hizo con la propia entrada de González en el naval y, en concreto, a raíz del megapedido de Cuba a astilleros vigueses para armarse de una flota pesquera de altura. Fue en la década de los 60, cuando “había varias empresas pequeñas” y el entonces carpintero trabajaba en una que se llamaba Rober.

Inicios

Para hacer frente a aquel pedido, se decidió la unión de aquellas pequeñas auxiliares para formar una única central. Se bautizó como Aycasa, estaba dirigida por ingenieros navales de la época y se adjudicó el contrato. “Yo pretendía quedarme en Aycasa como jefe de taller, pero como esa plaza ya estaba adjudicada me dijeron para ir a Santander, para una delegación con unos 30 operarios. Allí me marché, para Astilleros del Atlántico”, explica.

Regenasa sopla 40 velas con un pedido par un crucero de “ultralujo” y ganas de crecer

El "Orgullo Petrolero", el flotel que abrió las puertas de Navantia a Regenasa / Navantia

En la capital cántabra González hizo su vida, con su familia, pensando en que aquel sería su destino vital. Pero no fue así. “En el año 1968 recibí una llamada de Ascón Ríos [hoy Metalships], de Don Carlos Gómez, diciéndome que habían hablado con mi empresa para que me trasladase a Vigo para ver si era capaz de coordinar a los astilleros en el tema de la habilitación”, señala. La obra no iba por buen camino y se le encomendó hacer un informe de situación. “Trágame tierra”, pensó.

En 15 días visitó las atarazanas, pidió presupuestos... y presentó un informe demoledor. Básicamente, les dijo que “o inyectaban dinero o todas se irían al garete” y, por lo tanto, el contrato, que se consideraba el de mayor envergadura hasta la fecha. Tras aquello, los ingenieros dieron la oportunidad al saber hacer de Salvador González y le propusieron volver a su ciudad natal, formar su propia empresa y acceder a la parte más complicada del pedido, que eran los túneles de congelación y fábricas de harinas.

Así nació Aisnosa, Aislamientos del Norte SA, con solo 18 trabajadores y el vigués al frente. “Se terminaron los barcos y tuvo éxito. Con aquello se me abrieron las puertas”, rememora. Gracias a la buena labor, la auxiliar empezó a operar en la década de los 70 en Vigo, Santander, Huelva, Sevilla... Cuando se dio cuenta, ya tenían 80 trabajadores. Y aquí llegó el primer revés. “Ascón quebró, Huelva y Astilleros del Atlántico pegaron otro petardazo… Nos pilló a Aisnosa con un montón de dinero, más de 8 o 10 millones de pesetas”, dice. La benevolencia de un juez, que atendió a la situación dramática de la firma y la liberó de una deuda que tenía con los organismos oficiales (minúscula en comparación con lo que le debían los astilleros quebrados), propició el cierre de Aisnosa y la fundación de Regenasa.

Fundación

Bajo la nueva denominación, el nombre de González siguió pesando para lograr más proyectos. “Mi persona daba garantías a los astilleros, porque nunca les había fallado”, resume. Aquel proceso dejó un poso de experiencia que le valió para crecer de nuevo y para afrontar otra crisis que llegó más tarde. Fue con las caídas de M. Cíes, en Vigo, y Factoría Naval de Marín. Entre ambas le debían 2,1 millones de euros, pero ahí apareció el grupo Armón con una salida. “Aquello era una losa”, lamenta, todavía herido, “pero Armón nos dio oxígeno”. La empresa asturiana, que tenía sus propios problemas con una auxiliar, propuso al empresario olívico los contratos para buques de las factorías de Burela y Navia. “Ahí volvimos a crecer de nuevo”, sonríe.

González, con una foto en la que se ve la planta de Regenasa al lado del astillero Vulcano

González, con una foto en la que se ve la planta de Regenasa al lado del astillero Vulcano / Pablo Hernández Gamarra

Desde aquel momento, la evolución de Regenasa fue constante. Tanto, que en 1999 su fundador decidió sumar una pata más al proyecto: Panelfa. La empresa, que el año pasado celebró su 25 aniversario, nació por el empecinamiento de González en abrirse al sector de los paneles, puertas, techos y tarimas flotantes. Y de hacerlo, además, con la máxima automatización posible. Para ello, acudió a un proveedor británico para ver cómo se trabajaban estos productos. “Estuve una semana para ver cómo lo hacían, copiarlo y montar una fábrica pequeña a la vuelta; nadie había montado algo parecido”, resalta.

Tras aquello, y después de lograr un colchón de dinero, montó la actual y moderna fábrica de Mos, que más tarde se amplió. “Uno de los principales fabricantes europeos vino aquí a verla y me la quiso comprar. Me dijo que tenía la mejor fábrica de Europa”, presume González, que cita como una “odisea” el conseguir las máquinas adecuadas para la planta, porque simplemente no existían.

Consolidado ya el negocio, con esa pata clave en Mos, Regenasa continuó creciendo y logrando proyectos lejos de Vigo. Hoy cuenta con sedes en Ferrol, Francia, Portugal o Cádiz, la última. Y, por el camino, participó en las construcciones de algunos de los icónicos barcos del naval español. González recuerda con cariño especialmente dos: el Maybe, el megayate realizado por Metalships&Docks, y el Orgullo Petrolero, el flotel de Pemex asignado a Navantia (el otro lo hizo Hijos de J. Barreras). “Es el que más años de vida me ha sacado”, dice del primero, “pero quedó de lujo”. Del segundo, en cambio, lo resalta porque supuso su entrada en los astilleros estatales españoles por la puerta grande. “Fue una apuesta importante, porque íbamos a una plaza en la que nunca habíamos estado. Fue fantástico, tengo un orgullo muy grande”, aporta.

De la mano del también vigués Camilo Fernández como director general y ya con su hija Alicia tomando las riendas de la nave, los planes inmediatos de Regenasa pasan por seguir apostando por la vía de la internacionalización. Fruto de este trabajo acaban de firmar un contrato con un cliente italiano, algo que no habían hecho hasta la fecha, y se adentran en el refit de cruceros. También gracias a esta labor, en su momento desembarcaron en el astillero de West Sea, en Viana do Castelo (Portugal), para participar en las patrulleras oceánicas lusas primero y, después, en la serie de cruceros del empresario Mário Ferreira. “Era dar un salto cualitativo”, apunta González, “completamos el primero y ya desde entonces”.

Regenasa sopla 40 velas con un pedido par un crucero de “ultralujo” y ganas de crecer

Firma del contrato para la construcción de Ryobi. Camilo Fernández, de Regenasa, segundo por la derecha / West Sea

Tras los hitos alcanzados, desde la firma de Teis confirman cuál será su siguiente paso de gigante, ya que según su fundador “va a ser más que un salto”. Se trata de la habilitación de un crucero de ultralujo para una armadora japonesa. En concreto, para el buque de entre 100 y 150 pasajeros encargado por Ryobi Holdings a la atarazana de Viana. “Saben que es un salto atrevido para ellos y necesitan empresas que cumplan. Junto con el astillero, estuvimos año y medio ajustando diseño y costes, y ahora toca hacer el barco”, enfatiza.

Con estos mimbres, Regenasa logra una facturación que cada año se sitúa en el entorno de 20 millones de euros. Entre esta empresa y Panelfa tienen 185 trabajadores y, en base a los pedidos, incorporan a otro centenar de subcontratas. Sin embargo, como muchas otras firmas del naval y de otros segmentos industriales, la falta de mano de obra cualifica es un gran problema. Tanto, que, según el empresario, “crecer es inviable porque estás limitado por ello”. Y eso que tienen planes para ello, ya que desde hace años tienen un terreno en Mos, al lado de Panelfa. “Lo estamos barajando”, reconoce, “porque lo que está claro es que tenemos que modernizarnos de acuerdo al volumen y el tipo de negocio que tenemos ahora”.

González dice no arrepentirse de nada en todo este camino en el naval. “Estoy orgulloso de haber salido de todos los baches que he tenido y, sobre todo, que no hay habido ni un operario que saliese por esa puerta diciendo que no ha cobrado”, explica. Ahora, su objetivo es dejar el proyecto en manos de su hija –“el relevo está asegurado”– y de perfiles como el de Camilo. Él, por su parte, lo tiene claro: “Seguiré hasta donde me dé la salud”.

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