La banca cerró 338 oficinas en Galicia desde la pandemia y ajusta ahora en las ciudades

En 54 concellos no queda ninguna y solo hay una en 131 | La reconversión del sector duplica el número de habitantes por cada sucursal en Galicia en los últimos diez años

Sucursal de una oficina bancaria en Paderne

Sucursal de una oficina bancaria en Paderne / Iñaki Osorio

Julio Pérez

Julio Pérez

Después de años y años alentando el matrimonio entre entidades y el llamado ajuste de capacidad en la red comercial para limpiarse de los excesos del pasado, el Banco de España apunta ahora a la reducción de operadores como una de las dos posibles causas de que el sector esté pagando aquí muchísimo menos que sus colegas europeos por los depósitos de la clientela a pesar del acelerón de los tipos de interés que sí está repercutiendo en los créditos. De los 352 puntos del aumento en 2022 del euríbor, principal indicador de las hipotecas variables, solo se trasladó al ahorro el 0,7%.

“Los análisis sugieren que el traspaso del euríbor es particularmente débil en los sistemas bancarios, con un alto volumen de depósitos del Banco Central Europeo a diciembre de 2021 –señala el organismo en el nuevo número de la Revista de Estabilidad Financiera en referencia al exceso de liquidez– y una alta concentración del mercado”.

En Galicia operaban en 2008 casi una veintena de bancos y 13 cajas de ahorros. Quedan poco más de la mitad y los cinco principales grupos con presencia aquí acaparan el 90% de las oficinas, según los datos de sus patronales AEB y Ceca. La comunidad fue epicentro de la reestructuración financiera porque el baile de operaciones auspiciado por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria afectó a marcas de fuerte implantación regional. Se fusionaron Caixanova y Caixa Galicia, los dos grandes líderes del sistema gallego. El Etcheverría pasó a manos de Banesco, que luego ganó la puja por la entidad resultante de la integración de las cajas. El Sabadell asumió el Gallego. Banesto desapareció digerido por el Santander, que también absorbió el Popular y el negocio heredado del Pastor.

Antes de todo eso, la comunidad llegó a contar con más de 2.500 sucursales abiertas. El máximo histórico se alcanzó en septiembre de 2008: 2.517. La ralentización del negocio del ladrillo provocó la primera ola de clausuras, unas 117 en 2009. Y desde entonces la tendencia se mantiene. En 2011, el ejercicio de más cierres, se superaron los 200; 131 en 2012; otros 171 en 2013; alrededor de un centenar en 2014... La tijera parecía más calmada en la antesala de la pandemia, pero la prolongación de la asfixia de los márgenes comerciales por los tipos de interés en 0 y el auge de la digitalización tras el estallido de la crisis sanitaria llevaron a la banca a poner de nuevo el pie en el acelerador. El recorte en los últimos tres años en Galicia alcanza un total de 338 oficinas. Se mantienen 1.017, el mínimo de la serie histórica del Banco de España que arranca en diciembre de 1974.

El repliegue de los bancos en Galicia se cebó especialmente con las zonas de interior y con menor población por la excusa de la falta de rentabilidad. Al cierre del pasado 2022 había 54 concellos sin ninguna oficina y en otros 131 únicamente había una entidad con sucursal disponible. Ahora el ajuste mira de frente a las ciudades, donde todavía el sector ve margen de maniobra para ganar eficiencia. Prácticamente la mitad de los cierres desde el arranque de la pandemia se produjeron en las cinco localidades más pobladas. En Vigo cerraron 43 oficinas; 38 en A Coruña; 21 en Santiago; 19 en Ourense; 16 en Lugo y Pontevedra; y 9 en Ferrol, según el balance que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE) con la información detallada suministrada por el supervisor financiero.

“¿Hasta cuándo va a durar esto? El problema es que también el consumidor es cada vez más digital, toda la sociedad se está digitalizando, y como consecuencia, los bancos perciben que se pueden seguir concentrando porque el cliente con competencias digitales ya no va presencialmente. Para el que no tiene esas competencias, da la sensación que la banca dice: que aprenda”, apunta Luis Otero, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidade de Santiago de Compostela.

La reestructuración masiva de oficinas ha duplicado desde 2010 el volumen de habitantes por sucursal en Galicia. Entonces existía una por cada 1.187 residentes y ahora la proporción escala hasta más de 2.600. Más allá de los servicios puramente financieros, Otero recuerda el papel que tradicionalmente jugó la banca como “asesor del cliente, incluso para cosas como las declaraciones de la Renta, fiscalidad en general, cuestiones empresariales...”. “Donde no hay oficina, eso desaparece y el cliente, evidentemente, queda en cierta forma desvalido”, asegura el experto.

La Consellería de Facenda anunció ayer una segunda fase del convenio firmado con la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) para la instalación de cajeros automáticos y dar formación a los vecinos en competencias digitales que lleva a cabo de la mano de Abanca en concellos sin oficina. Se ampliará a cinco más: Castrelo do Val, Punxín, Toén, Beade y Ribas de Sil. Ya están operativos en otros 36 municipios. “El objetivo de la iniciativa es luchar contra la problemática que suponía el acceso a los servicios bancarios en el rural, evitar la exclusión financiera y promover que toda la población gallega, con independencia de su lugar de residencia, tenga acceso a ellos”, recuerda el departamento dirigido por Miguel Corgos, que cifra la cobertura en “el 99%” de los ayuntamientos.

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