La que fue reina de la tarima flotante, una referente en el sector de los pavimentos en todo el mundo, se apaga. El Juzgado de lo Mercantil número 3 de Pontevedra, con sede en Vigo, acaba de decretar la ejecución de su sentencia del pasado 18 de abril, cuando acordó la liquidación de Maderas Iglesias a causa del incumplimiento del convenio acordado con los bancos acreedores para salir del concurso de acreedores voluntario y que recibió el visto bueno del mismo juzgado en septiembre de 2013. La magistrada encargada del caso designa una nueva administración concursal para echar el cierre definitivo a la empresa de O Porriño fundada en 1937.

Después de un ambicioso proceso de expansión que le llevó a abrir plantas de producción en Brasil, Polonia y Eslovenia y rondar los 800 trabajadores, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el cierre del grifo de la financiación convirtió la compañía en un castillo de naipes y desencadenó la quiebra en julio de 2012. Desde 2007 el volumen de negocio de la empresa se desplomó el 66,86%, hasta 25,38 millones de euros en 2011 (en 2007 había ingresado 76,5 millones). Los administradores asumieron que la empresa se vio penalizada por las fuertes inversiones realizadas en el proyecto Greenkett, un sistema de producción de última generación con el que se pretendía dar cobertura a los mercados europeo y americano. “La concursada podría ser un claro ejemplo de un gran desarrollo hasta 2007 y de penalización por la explosión de la burbuja (inmobiliaria) a partir de dicho ejercicio”, resumía el informe de la administración concursal.

La compañía alcanzó un principio de acuerdo con una mayoría de acreedores y enfiló la salida del concurso nueve meses después de suspender pagos asfixiada por una deuda de más de 72 millones de euros casi un año después de solicitar el concurso voluntario. En aquel momento la plantilla ya era mucho menor, unos 320 trabajadores. Maderas Iglesias planteó la deuda ordinaria en 17 años con una quita de 50% y recibió el apoyo de la Xunta para aprobar la propuesta de convenio. El vicepresidente primero y conselleiro de Economía, Francisco Conde, la puso como ejemplo en una visita poco tiempo después por “la importante labor de esfuerzo y superación” que desempeñó en los últimos años y que le permitió superar una difícil situación “a través de tres pilares fundamentales: la calidad de su producto, la continua innovación y la internacionalización”.

La situación saltó por los aires con la demanda de cinco de los bancos pendientes de cobro que denunciaron los impagos previstos en el convenio. Superaban los 2,5 millones de euros, según el auto del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Pontevedra, que declaró incumplido el acuerdo del concurso. “Las causas que hubieran podido determinar el pago resultan irrelevantes para lo que ahora interesa, sin perjuicio de los eventuales efectos que pudieran determinarse en el apartado de calificación”, indicaba la jueza en la sentencia. No se recurrió y ahora se hace firme.

Ya cuando salió el fallo provisional, el comité de empresa de Maderas Iglesias advirtió que la demanda de incumplimiento llevaría al cierre de la compañía. La representación de los trabajadores, encabezada por la CIG, responsabilizó a las entidades financieras de la posible desaparición de la empresa, que emplea a 170 personas. La única alternativa era la entrada de un inversor, “algo muy poco probable teniendo en cuenta que hasta ahora no se produjo”.