El patrón de la naviera noruega Havila Kystruten, Per Sævik, eligió los nombres de cuatro estrellas para bautizar otros tantos cruceros. Dos los asignó al astillero turco Tersan –Castor y Capella–, y otros dos –Pollux y Polaris– a Hijos de J. Barreras. Todos tenían un gravísimo error de diseño: tenían sobrepeso, lo que les impediría acceder a la mayor parte de los puertos de la ruta adjudicada por el Gobierno de Oslo, entre Bergen y Kirkenes.
Así que el cuádruple pedido arrancó con un embrollo que no ha terminado de desenredarse, casi cuatro años después de que el astillero de Beiramar paralizase para siempre su construcción. A día de hoy, Havila sí dispone de los buques Castor y Capella; los Pollux y Polaris, encargados finalmente también a Tersan, siguen sin entrar en funcionamiento.
La irrupción de esta naviera en el segmento de transportes de pasaje no ha podido tener más contratiempos. Ya con Ritz-Carlton a los mandos de Barreras, su CEO Douglas Prothero rechazó reactivar la construcción de ambas embarcaciones porque su única prioridad era el crucero de lujo Evrima. Incluso antes del descalabro de la compañía, Havila había sufrido la pérdida de su esquema de financiación, porque la China BoComm Financial Leasing no pudo participar en la operación al contar con tax lease.
Así que encontró en Irlanda el respaldo de la financiera GLTK, de capital ruso. Se despejaban los nubarrones, aparentemente, hasta que Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania y se empezaron a suceder las sanciones contra el régimen de Moscú. Los barcos, en régimen de leasing, eran ilegales en aguas europeas.
Finalmente ha conseguido armar una estructura de financiación que cuenta con el beneplácito del Banco Central de Irlanda, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos Oficina de Implementación de Sanciones Financieras del Reino Unido. Pero, aún así, Havila ha tenido que informar a los inversores de más retrasos y Pollux y Polaris no podrán entrar en servicio el 23 de junio. Lo único que ha navegado de momento de este doble proyecto es un pedazo de chatarra de los buques que se habían iniciado en Vigo, y que Armón ha convertido en una gabarra para transportar material por el agua.