Empleada del hogar, el oficio que tiene “todo por mejorar”

Las asistentas piden que su nueva ley no sea “papel mojado” y actúe contra infiernos laborales como el vivido por Ligia en Vigo

Ligia Mazo, trabajadora del hogar que presta sus servicios en Vigo.

Ligia Mazo, trabajadora del hogar que presta sus servicios en Vigo. / RICARDO GROBAS

Como tantas mujeres extranjeras que llegan a Vigo, Ligia Mazo comenzó a limpiar casas ajenas para labrarse un futuro. Hoy se encuentra desempleada, tras ganar un juicio que condenó a la familia para la que trabajaba a pagarle 4.500 euros por estar “24 horas al día” cuidando a dos ancianos. “Veo mucha estafa, mucho abuso, mucha gente con un sueldo injusto”, denuncia sobre su oficio. Una impresión fácil de comprender teniendo en cuenta el calvario que ha pasado: “Hay gente que necesita dos empleadas, una por el día y otra por la noche, pero solo cogen a una... Y a esa una la queman, como me quemaron a mí”.

En su caso, la pesadilla duró nueve meses hasta que enfermó. “Cuando les pedí ayuda me dijeron que renunciara si no era capaz: me fui, busqué una abogada y denuncié”, explica. Ahora vive como puede con los 500 euros que mes a mes le aporta la indemnización que está recibiendo por todas las jornadas laborales que hizo a mayores.

“¿En qué debería mejorar esto? En todo. En el maltrato, a veces incluso acoso por parte de los empleadores”, afirma Mazo, que hace ocho años llegó a España desde Colombia. Evidencia que la experiencia que describe a FARO lamentablemente es solo una de las muchas malas que ha tenido y no duda en criticar también la gran cantidad de empresas que buscan hacer negocio de una profesión ya de por sí precarizada. Lo sabe bien.

“Veo mucha estafa, mucho abuso... Mucha gente con un sueldo injusto”

Ligia Mazo

— Trabajadora del hogar

Precisamente ayer, 30 de marzo, fue el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. Una fecha declarada por la ONU en 1988 pero que se materializó en progresos para el sector dos décadas más tarde, en 2011, cuando la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aprobó un convenio que establece los derechos básicos para las trabajadoras domésticas y exige a los Estados la adopción de normas mínimas para asegurar su bienestar.

A nivel nacional, el mismo se ratificó hace apenas un mes, si bien en 2022 se aprobó el Real Decreto-ley 16/2022, de 6 de septiembre, para la mejora de las condiciones de trabajo y de Seguridad Social de las personas trabajadoras al servicio del hogar. Con esa medida “se ha dado un gran paso”, aunque “quedan muchísimos más que dar”.

Lo dice María Álvarez, técnica de la Asociación de Consumidores y Amas de Casa Rías Baixas Pontevedra, dejando claro que “nueve de cada diez asistentas son mujeres” y recalcando que la normativa española, pese a “responder a peticiones históricas de este colectivo”, es actualmente “papel mojado”.

El texto legal recoge numerosas mejoras (por ejemplo relativas a la protección por desempleo, la cotización y las bonificaciones del colectivo, con cobertura del Fogasa) pero para Álvarez se han quedado en el camino. “A día de hoy dudo que la mayoría de estas empleadas se hayan enterado de sus derechos. Es más, muchas de ellas viven con una espada de Damocles, pensando que si preguntan algo se buscan un lío”, expresa.

Hace falta información y ganas para que estos avances lleguen a la gente que le interesa. Es lo que no hay. Lo que sí existe es gente que vive de hacer leyes, que vive de promocionarlas y de hablar muy bien en ruedas de prensa, pero que después se olvida completamente de cómo ha quedado esta ley”, añade. A sus ojos, otro punto importante pasa por realizar más inspecciones: “La mayoría de estas personas trabaja en situaciones de desprotección”.

Ama de casa, otro trabajo

El objetivo, en todo caso, es poner fin a infiernos laborales como el que ha vivido Ligia en Vigo y siguen aguantando miles de mujeres en nuestro país. En este sentido, un estudio publicado ayer por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) pone de manifiesto que el 45% de las asistentas de España son extranjeras, muchas de las cuales acaban aceptando empleos precarios ante su elevada vulnerabilidad.

En relación a Galicia, la Asociación de Empleadas del Hogar “Xiara” rebaja ese porcentaje hasta el 25% y da cuenta de que son cerca de 24.300 personas que se dedican a esta actividad en la comunidad autónoma. Esas serían al menos las dadas de alta en la Seguridad Social, pues la entidad destaca que la cifra aumentaría hasta las 60.000 personas si se suman todas aquellas que trabajan en negro.

Desde el colectivo exigen inspecciones para controlar que se cumple la norma

Así estuvo Ángeles Valle más de una década y ahora, a sus 73 años y ya jubilada, subraya que todavía sigue siendo trabajadora del hogar, aunque del suyo. “He trabajado fuera de casa y dentro de casa, porque lo de dentro no me lo ha hecho nadie”, matiza, y reivindica que las tareas que llevan a cabo las amas de casa deberían remunerarse con algún tipo de prestación.

En cuanto a cómo ha evolucionado su profesión, la viguesa es clara: “Ha mejorado pero podría mejorar más”. “Yo iba a una casa a las ocho en punto de la mañana, a otra a las diez y media, y a otra por la tarde. Trabajaba 15 o 16 horas al día, en casas ajenas aparte de la mía. De aquella era trabajar. Tenías que fregar la madera de rodillas, lavar a veces en el lavadero público y a mano, cocinar en cocina de carbón”, recuerda. Después de media vida dedicada a este oficio, “durante años, años y felices días”, su receta para el futuro es sencilla: “Lo principal es que las empleadas del hogar tengan los mismos derechos que cualquier otro trabajador”.

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