La sorpresa de los primeros exploradores europeos que llegaron a Australia en el siglo XVII al descubrir la existencia de cisnes de color negro inspiró al filósofo e investigador libanés Nassim Nicholas Taleb para bautizar en 2008, cuando estalló la recesión financiera global, la popular teoría económica que defiende que antes o después un acontecimiento inesperado acabará echando abajo cualquier análisis de predicción de futuro basado en mirar el pasado. Pasó con los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001 y con la victoria del Brexit en el referéndum del Reino Unido para salir de la UE el 23 de junio de 2016, que provocó la mayor desplome diario de las bolsas, hasta el estallido de la crisis del COVID-19 a mediados de marzo de 2020. En solo tres años, por si un cisne negro fuera poco, el mundo se ha enfrentado a “uno doble” con la guerra en Ucrania. “Era francamente terrible lo que se avecinaba”, asegura el presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, que todavía recuerda cómo en el Foro La Toja de 2019 se habló de “la incertidumbre y la volatilidad”, aunque “claramente nos quedamos cortos”.
La densa incertidumbre va de la mano ahora de “la oportunidad”, según el máximo responsable del operador financiero líder en Galicia. Ayer fue el encargado de abrir el foro organizado por FARO DE VIGO para desgranar los desafíos de la economía gallega para el trienio 2023-2025, enmarcado en los actos del diario decano de la prensa española para celebrar su 170 aniversario. “Se ha conseguido reunir a lo más grande de la economía gallega”, subrayó Jesús Echevarría, director general de Prensa Ibérica en Galicia, que instó a ver la jornada como “una reivindicación empresarial” y celebrar “lo bien que se están haciendo las cosas en muchos sectores” .
Como economista, Escotet defendió fijarse en “elementos prácticos”. Se habló de un otoño “pintado de negro” que no llegó, tampoco “el invierno catastrófico. “Los números dicen cosas interesantes –aseveró–, algunas para pensar razonablemente con optimismo”.
El fantasma de la recesión se aleja e, incluso, las estimaciones de desaceleración para 2023 son menos bruscas gracias, entre otras razones, al fin de la política “cero COVID” en China –el gigante asiático supone el 21% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial–; a la recomposición de las cadenas de suministro y el abaratamiento, por fin, del coste de los floteles (un 80% desde septiembre de 2021); y a la tregua también en los precios del petróleo y el gas. “Sin embargo –matiza Escotet–, probablemente el mercado está más pendiente del pico de oferta en materia energética que del pico de la demanda”. Este año se superarán los 7 millones de barriles consumidos al día y la declinación de los yacimientos de Nuevo México y Texas, que hasta ahora compensaban el cierre del grifo a Rusia, “mantiene la tensión en los precios”.
La inflación es el principal elemento de riesgo para la economía, en opinión del máximo ejecutivo de Abanca. “Europa no la tenía desde hace tiempo y la máquina para gestionarlo está un poco oxidada”, apunta, “con, lamentablemente, visos de persistencia”. Frente al acelerón de los tipos de interés por parte del BCE, Juan Carlos Escotet recuerda que lo “absolutamente anómalo” fue el prolongado periodo en negativo. Y lanza una advertencia: “La política monetaria tiene mucho que hacer, pero también la política fiscal. Mantener la ilusión de que con un elevado gasto y una política monetaria progresiva vamos a frenar el proceso inflacionario, honradamente, lo veo bastante complicado”.
Por eso reclama un uso eficaz de los fondos europeos del Next Generation “para aprovechar al máximo su capacidad transformacional”. “Confieso que recibimos mucha preocupación porque no ha habido la diligencia esperada”, asegura. “Esperamos –continúa Escotet– que el retraso pueda recuperarse”.
El ahorro heredado de la pandemia se consolida como “un colchón magnífico” tras una evolución “excepcional”. En los últimos cinco meses, detalló Escotet, aumentó otro 16%, a pesar del fuerte incremento del coste de la vida; y el gasto con tarjeta repuntó el 12% en plena cuesta de enero. El líder de Abanca destacó el buen comportamiento del mercado laboral como “la mejor noticia”, con niveles prepandemia superados en Galicia.
¿Qué juega a favor de la comunidad? El sector exterior, mientras a la inversión y al consumo les cuesta coger velocidad. “Claramente, el reto más relevante de Galicia es una mayor recuperación de su sector industrial, penalizado mucho por su componente electrointensivo”, diagnosticó. De ahí que la transición energética sea el mejor vector “para el despliegue de proyectos empresariales verdes”, en paralelo al nuevo lugar que puede ocupar la comunidad en la reconfiguración de las cadenas globales. “Aquí está el dilema: precios versus eficiencia buscando mayor proximidad. Resolver la deslocalización tomará su tiempo, pero supone una enorme oportunidad para Galicia”, concluyó.