Grupo Pereira, el buen camino del “Pelícano”

La histórica armadora apuntala su carácter familiar a las puertas de su 70 aniversario | Fue una de las pioneras en usar redes de nylon, congelación a bordo o motores diésel

Imagen inédita de José Pereira.

Imagen inédita de José Pereira. / Cedida por Pereira.

Lara Graña

Lara Graña

José Pereira Álvarez (1925-2022) era pura salitre aún habiendo nacido a kilómetros del puerto de vigués de O Berbés. El del bullicio de pequeñas embarcaciones de madera, de los cestos de mimbre y el pescado del día; el Vigo que sería el pulmón de escala de los bacaladeros, de la flota africana, de la añorada flota de los 300 del caladero de Gran Sol; del que hoy es el corazón del sector –extractivo y transformador– en toda Europa. No le hizo falta: desde su Gondomar natal se convirtió en uno de los referentes que facilitó la transformación de una actividad extractiva en un polo industrial. La compañía que fundó, Armadora Pereira, enfila los 70 años en el top 10 de España por volumen de facturación y hormigonada en su carácter de empresa familiar. Medrando poco a poco, como el patriarca les enseñó. El grupo cerró el último ejercicio consolidado (2021) con 170 millones de euros en ventas y más de 50.000 toneladas comercializadas.

“De joven tenía curiosidad e interés y me gustaba leer revistas relacionadas con la pesca. En aquella época conocí a un patrón, llamado Antonio Vaqueiro Gandón, que […] un día me dijo: Acaban de vender el barco de tus sueños”, relataba José Pereira sobre sus inicios. Y sobre un buque de madera, el Pelícano, por el que pagó 1.575.000 pesetas. “Lo que soy salió del Pelícano. “Siempre fue una persona observadora y curiosa y con gran capacidad de escucha. Escuchando a patrones de pesca y jefes de máquinas logró aplicar muchas de las mejoras que le solicitaban”, recuerda el actual responsable de Relaciones Externas y Desarrollo de Negocio del grupo, Ruy Andrade. Fueron innovaciones disruptivas, de metamorfosis absoluta, que permitieron a la pesca gallega llegar a los confines del mundo.

Arriba, imagen inédita de José Pereira. Abajo, el “Pelícano”, con el que irrumpió en el sector.   | FOTOS: CEDIDAS POR PEREIRA

El “Pelícano”, con el que irrumpió en el sector. / Cedidas por Pereira

Pereira, junto con otros precursores de la pesca industrial de Vigo –no se entiende la evolución de esta industria española y europea sin las compañías Vieira, Casa Mar, Molares, Pescapuerta o Pescanova–, fue pionero en la utilización de redes de nylon y poliuretano, lo que permitió retirar las de cáñamo y mejorar exponencialmente la actividad en alta mar. “También es necesario reconocer la colaboración del ingeniero naval alemán Harro Draheim –abunda Andrade–, que le ayudó a él y a otros armadores que le quisieron escuchar”. Y llegaron los motores diésel, con empleo de reductoras para compensar revoluciones y mejorar la tracción, y la congelación a bordo. De repente, de Vigo se llegó a Cape Town (Capetón, como lo denominan los marineros), Walvis Bay, Montevideo, Boston o al Golfo de Carpentaria.

La compañía que ahora dirige José Enrique Pereira, hijo del fundador, ha rehusado seguir la estela de firmas de la competencia y no apostar por movimientos bruscos de crecimiento inorgánico. En el despacho de José Pereira, fallecido el pasado año, lucen todavía dos metopas: “O paso do boi é lento, pero seguro” y “Cuando un viejo se muere, desaparece una biblioteca”. Es imposible desgajar lo que hoy es esta compañía del carácter que le impregnó su impulsor hace casi siete décadas. Así lo constata también Ruy Andrade, un apasionado de las enseñanzas de su abuelo. “En lo empresarial, hemos heredado el ambiente de trabajar en una gran familia, la pasión por la innovación. La construcción de barcos, José Pereira era un gran armador”. El astillero Nodosa ensambla ya el futuro buque insignia de la armadora, un arrastrero congelador que operará con una joint venture en Malvinas y que lucirá una imponente proa invertida.

José Pereira Álvarez: “Las cosas perfectas no existen. Hay que ser emprendedor, pero nunca se debe correr un riesgo muy grande”

En las filas de Pereira hay 22 buques y un ejército de más de 1.000 trabajadores, casi la mitad de los cuales son mujeres. Al margen del mercado europeo, capital para todo el sector de pesca congelada o la conserva, las referencias de esta casa se exportan a Corea, Japón, China, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Estados Unidos. “Las cosas perfectas no existen –decía, como recoge el libro Por todos los mares del mundo–. Hay que ser emprendedor, pero nunca se debe correr un riesgo muy grande. No es bueno tener todos los huevos en la misma cesta, hay que diversificar”. Una consigna tatuada en la gestión diaria de esta sociedad, casi como el norte en su brújula.

Porque Pereira quiere seguir siendo familiar, innovadora y cercana al territorio, como José Pereira la concibió. “Nos gustaría que siga siendo familiar, que sigamos contando con un equipo de dirección profesionalizado”, enumera Ruy Andrade. “Las empresas familiares están enraizadas en su territorio. La cercanía con los trabajadores y sus familias, la red de proveedores locales y por qué no decirlo, la reputación, son importantes para los propietarios y la toma de decisiones de contratación, inversión y localización de las inversiones está condicionado por ello”. Anclada a la misma Vigo que se volcó en las calles con el caso de su arrastrero Estai, apresado por patrulleras canadienses en 1995 en la denominada Guerra del Fletán.

Paso lento pero seguro, con “más importancia a la continuidad que al tamaño, para asegurarnos la pervivencia en el tiempo”.

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