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Rebajas navideñas

La inflación se impone al gasto en un Black Friday “comedido” para los comerciantes gallegos

Pese a la gran afluencia de gente en las calles, este viernes negro no “brillaron” las grandes compras ni los descuentos desorbitados

Gente observando los precios de un escaparate en Príncipe. MARTA G. BREA

Un patrón similar se repitió este sábado en la que fue la segunda jornada del Black Friday para Galicia y el resto del mundo: personas asomándose a diferentes escaparates –atraídas por las rebajas– que, tras un breve instante calibrando su vista para vislumbrar el precio del producto que ojeaban, terminaban por darse la vuelta. A bastantes no convencieron los pequeñitos (y a la vez grandes) importes que acababan de ver tras el cristal, como tampoco lo hacían los enormes (y a la vez insuficientes) descuentos que se anunciaban sobre llamativos letreros. En época de crisis, bajo ese reflejo que separaba oferta y demanda convergió ayer un problema común: los sobrecostes que llevan padeciendo estos últimos meses los comerciantes, que les han impedido abaratar más sus artículos; y los sobrecostes que llevan padeciendo estos últimos meses los hogares gallegos, que en pleno contexto inflacionista no están en condiciones de darse un capricho.

La gran afluencia de las calles contrastó con el vacío de las bolsas, y las esperanzas de muchos negocios se vieron truncadas por la decisión de muchas personas (cuatro de cada diez) de no comprar nada en estas dos intensas jornadas.

El dato lo proporciona José María Seijas, presidente de la Federación Gallega de Comercio. Charlando con FARO, califica el evento importado de Estados Unidos de “comedido”, con cifras peores que las del pasado año como consecuencia de la coyuntura económica.

“Seguramente haya un mayor número de ventas, pero no en importe. La gente va a comprar lo que verdaderamente necesita y va a mirar mucho el gasto. Llevamos ya un tiempo con una inflación muy fuerte y hay que tener en cuenta que a los consumidores se les aumentó mucho el recibo de la luz, el gas, la hipoteca... Todo esto influye y hay familias que están haciendo números para llegar a fin de mes”, indica, evidenciando que de las rebajas ya solo queda “la palabra física”.

“Las rebajas empiezan el día 1 de enero y acaban el 31 de diciembre. Todos los días hay descuentos por algún tipo. Y los (pequeños) comerciantes no tenemos otro remedio que seguir esa pauta que nos imponen (las grandes superficies comerciales)”, destaca. A sus ojos, el escenario actual es de “incertidumbre” absoluta y los márgenes de beneficio del sector han llegado “a unos extremos que son muy estrechos”. “Estamos aguantando todo lo que se puede para no subir precios”, algo que compaginan con la búsqueda continua de “soluciones”, tratando de premiar a la clientela más fiel.

Para Iván Iglesias, presidente de la Federación de Comercio de Pontevedra, más de lo mismo. “Ayer fue un día de una venta un poquito superior a cualquier día de noviembre, pero tampoco una locura”, exclama, resaltando que “la gente no está para gastar en estos momentos” . De cara a finales de año, otra dosis de “incertidumbre”. “No sabemos cómo van a ser (las Navidades) porque las expectativas no son buenas”, manifiesta, haciendo hincapié en que “si la cesta de la compra, los combustibles o la electricidad le cuesta un tanto por ciento más a nuestros clientes se va a retraer el consumo en el textil y en el calzado” . Ese es el “miedo” que predomina ahora mismo.

Vigo, un mar de luces

Quizás la ciudad olívica sea una de las excepciones, o al menos una de las urbes donde menos se ha podido llegar a notar el bajonazo del Black Friday tanto por su extensa oferta comercial como por el adelanto de las celebraciones seculares más deseadas del invierno. El encendido de las luces y el amplio abanico de tiendas disponibles han atraído a consumidores no solo de Vigo, sino de otras localidades gallegas, lo que ha podido repercutir en una mayor facturación comercial.

No obstante, no todo lo que reluce es oro. “El 2022 realmente ha sido un año comercialmente bueno. Puede ser un año de superar ventas, ventas prepandemia, pero también puede ser un año de pérdidas por los sobrecostes energéticos, de materias primas, etcétera”, señala Rubén Pérez, presidente de Zona Náutico, quien aun así se muestra optimista respecto a estas fechas y el punto de inflexión que pueden suponer para muchos negocios.

En relación al viernes negro, admite que como todas las tradiciones yankees “viene para quedarse” pero que este noviembre se ha dado en un momento inflacionista “terrible”. “Ha habido cosas llamativas pero sin grandes descuentos”, destaca, afirmando que el comercio ha hecho “un esfuerzo muy grande” por bajar los precios. Al revés, no han predominado las grandes compras pese a la importante afluencia.

A pie de calle, parecidas impresiones. Borja Sáez, empleado de uno de los múltiples establecimientos de Rúa do Príncipe, destaca que “se nota un poquito más” de concurrencia de gente, que ya se ha olvidado de la pandemia y a lo largo de la semana se acercó a su tienda para ojear distintos productos que finalmente han comprado por Black Friday: “Los clientes seleccionan lo que quieren comprar. Vienen a tiro fijo. No es como antes que hacían compra impulsiva: me gusta esto lo cojo, me gusta esto lo cojo. Vienen con una idea de casa y también se nota respecto a otros años que gastan un poquito menos” .

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