Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La economía gallega con nombre propio (III): Xosé Manuel Beiras

El seísmo de “O atraso económico”

El país necesitaba un símbolo condensador del espíritu del tiempo, un punto donde apoyar el impulso de cambio, y eso ocurrió con esta obra, la más icónica desde “Sempre en Galiza”

Xosé Manuel Beiras, en 1982. XAN CARBALLA / A NOSA TERRA

Hay libros capaces de marcar épocas. Su aparición tiene la cualidad de los cometas: fenómenos extraordinarios que para algunos señalan caminos, presagian tiempos nuevos y pueden invocar la incertidumbre y el temor a lo desconocido. Abren horizontes e interrogantes o clausuran decenios de oscuridad; ponen orden en el caos o lo crean. No necesariamente traen el bien: pueden anunciar el apocalipsis y provocar la confusión; ser ellos mismos acta de defunción de la frustrada lenta maduración anterior, de las expectativas de una generación... tal es el influjo de algunos libros en el pensamiento de un tiempo.

O atraso económico de Galicia, el libro de Xosé Manuel Beiras (Compostela, 1936) entregado a la imprenta en 1972, tuvo la facultad de dividir el tiempo del pensamiento político y económico en Galicia en un antes y un después. La economía política, la historia económica y hasta la política hecha en Galicia a partir de esa fecha, quedan condicionadas por ese parteaguas que dividió el caudal intelectual en los estertores del franquismo y la consolidación del despegue económico de España tras 1959 y justo antes de la primera gran crisis del petróleo.

Portada de "O atraso económico de Galicia".

Existía, claro, Galicia como tarea (1959) y La marginación de Galicia (1972), ambas obras de Valentín Paz-Andrade, la primera anticipatoria y la segunda, el mejor compendio del pensamiento sobre la economía y la sociedad gallegas. Pero el país necesitaba un símbolo condensador del espíritu del tiempo, un punto donde apoyar el impulso de cambio de las nuevas generaciones.

Si alguien podía escribir ese libro totémico, digna mímesis de aquel paralelepípedo negro de 2001: Una odisea del espacio (1968), ése era Beiras, el hombre sobre el que se depositaban las expectativas del galleguismo histórico, de los ambientes intelectuales y universitarios, de algunos focos mínimos de burguesía más o menos ilustrada, para una Galicia reconciliada consigo misma, orgullosa de su ser e historia y capaz de discutir en pie de igualdad con otras regiones su papel en el futuro democrático de España y Europa.

“O noso principiño”

Xosé Manuel Beiras, “o noso principiño”, era la síntesis actual y modélica de diversas tradiciones, habitualmente derrotadas en los pautados desafíos que el país habría concitado en su marcha de siglos. La revuelta irmandiña del siglo XV, los ilustrados protoliberales del XVIII y la generación Nós con su añadida expresión política del Partido Galeguista, formarán la constelación de referencias que la historia del país ofrecía al licenciado en Derecho (1957) y catedrático de Estructura Económica (1970). Sus estancias por ampliación de estudios en la London School of Economics y en la Sorbona aportarían, además, el marchamo cosmopolita postsesentayochista y herramientas metodológicas del marxismo, el existencialismo o el estructuralismo… además del anticolonialismo.

“Unha frustración social prematura, éxodo plurisecular, raquitismo burgués, insolidaridade institucional, colonización financieira: eis, se se cadra, as chaves espricativas do actual atraso económico de Galicia”. Muchos de estos fenómenos ahora descritos gozaban del apoyo diagnóstico anticipatorio de Sarmiento y Lucas Labrada, de Rosalía y Castelao, de Isla Couto y Paz-Andrade: una tradición de al menos dos siglos.

La aportación original de Beiras se cifraba en la radicalidad con que se describía la escena y los sujetos protagonistas del drama, antes apenas esbozados: la huida del ahorro propio, “a emigración como renuncia á revolta”, el campesinado y la lengua como dimensiones “medievais”, sí, pero realidades vivas de las que “compre partir para séremos fideles á problemática real do país e aos intereses dos paisáns”; la pequeña burguesía incapaz de hacer la revolución liberal y su insolidaridad con la base popular hasta convertirse en “soporte local das institucións e do poder central que pesaban sobre do país”.

Si la síntesis histórica entroncaba a Beiras y a O atraso con la tradición, otorgando legitimidad al discurso, los ismos traían con ellos los nuevos afluentes de pensamiento y los modelos de sistematización para los fenómenos estudiados. Estos nuevos aportes y categorizaciones no fueron explicados y en parte interiorizados sin rozaduras, erosiones y hasta colisiones.

El libro de Beiras tuvo el efecto de la piedra arrojada a un estanque. De pronto, la sociedad urbana parecía embarcada en una fatal labor de “demolición da sociedade campesiña”: se trataba de la sociedad dual. El sector moderno de la economía gallega, concentrado en las zonas urbanas, ejercía “as formas máis corrosivas de presión sobor da sociedade precapitalista campesiña: é o colonialismo interior”. Y por encima de estas categorías internas, “a dependencia primordial establécese entre a economía galega e a economía española”. 

La gran discusión

Se dibujaron líneas rojas, inaceptables para unos, sin marcha atrás para otros y discutibles para casi todos. Y discusión hubo. Tanta que hasta en 1982, diez años después de la primera publicación, la editorial Galaxia lanzó la segunda edición del librito en cuestión y Ediciós do Castro consideró oportuno acompañarla de unas apostillas del propio X.M. Beiras y algunos de los compañeros de profesión más significados: O atraso e nós. Aportacións para un debate encol do atraso económico de Galicia.

El tiempo había hecho su trabajo de zapa en aquel texto, aquel panfleto inflamado e inflamatorio de 1972. “O libro de Xosé Manuel foi unha reflexión cara atrás pero tamén foi e é a obra inaugural en moitos aspeitos, mesmo no que ten de porta a camiños difíceis de transitar, bifurcados pola ambigüedade”, escribirá Xan López Facal. Y también, con algo de elegante condescendencia: “Beiras elexira armas e campo e o pobo galego soe recordar –con retraso, ben é verdade– aos que elixen con claridade a vella partida sempre inesguellábel e pouco prometedora”.

Por su parte, Emilio López Touriño reconocerá el gran esfuerzo de reflexión analítica que supuso O atraso, pero solo le otorgará la categoría de “punto de partida nesa longa e complexa tarefa que compre desenvolver en Galicia”. De hecho, Touriño, militante entonces del Partido Comunista, asumirá el trabajo de mostrar la inadecuación de la metodología y las categorías de Beiras. El futuro presidente socialista de la Xunta negará el carácter “precapitalista” de la sociedad agraria gallega en el siglo XX; desmentirá la existencia de una sociedad dual campo-ciudad para reclamar la ortodoxia de la lucha de clases transnacional y, en consecuencia, se opondrá a la idea del colonialismo interior: “a inaplicabilidade do modelo interpretativo do colonialismo interior”, traído por Beiras del occitano Robert Lafont, popular entonces por su libro La revolución regional (1967) aparecido en España en 1971.

Mucho del atractivo del Atraso de Beiras residía en haber fusionado con originalidad los hitos mayores de la resistencia y el reformismo políticos del propio país –de los irmandiños a la Xeración Nós– con el injerto de los científicos sociales teorizadores del colonialismo y la dependencia: González Casanova, Celso Furtado, Theotonio dos Santos o Robert Lafont y Franz Fanon: un cóctel tópicamente explosivo y hasta potencialmente sicodélico.

Sus efectos dejaron una larga huella en el pensamiento de los economistas e historiadores gallegos y en el propio discurso político hecho en la comunidad –en particular en la izquierda nacionalista– hasta bien entrada la autonomía política y la progresiva toma de conciencia en las propias posibilidades y responsabilidades, con sus luces y sombras.

Efectos que son aún rastreables en los posicionamientos ante las instalaciones de energía, renovables o no; industrias más o menos contaminantes o infraestructuras con impacto medioambiental y paisajístico; en la reclamación de una banca pública gallega, acentuada tras la desaparición de las Cajas de Ahorro y, por supuesto, en la defensa del idioma y la cultura propias; la mirada al mundo rural como fuente de autenticidad o la desconfianza respecto del libre mercado capitalista y la lejana burocracia estatista de la UE. De O atraso seguimos recibiendo sus leves y epigonales destellos. En sus páginas rastreamos argumentos frente a la globalización y herramientas con que sostener una identidad en riesgo de diluirse en la indiferencia.

En Unha ducia de galegos (1976), Víctor Freixanes preguntaba a Beiras por la vigencia de Castelao entre los nuevos economistas gallegos: “Todos pertenecemos a un mesmo río que ven de lonxe”, respondía quien escribió nuestro libro más simbólico desde Sempre en Galiza.

Compartir el artículo

stats