La Xunta se plantea plantas para gestionar las pilas, baterías eléctricas y palas eólicas

La nueva estrategia de residuos industriales de Galicia aflora las limitaciones para tratar los desechos “emergentes”, además de las tierras contaminadas y los restos sanitarios

Planta de gestión de residuos.

Planta de gestión de residuos. / Europa Press/Alberto Ortega

Julio Pérez

Julio Pérez

Vigo

El primer reportaje de Loles León callejeando por los barrios más selectos de Madrid en busca de las curiosidades de los famosos para el programa “Hola Raffaella” emitido en TVE a principios de los años 90 tuvo tanto éxito que la actriz se convirtió en la mano derecha de la popular show-woman italiana. Del chalé de Rocío Jurado en La Moraleja al casoplón de Isabel Preysler en Puerta del Hierro. Allí iba, timbrando puerta a puerta, para interrogar a las personas del servicio. La visita a la mansión de los Thyssen acabó con un auténtico tercer grado cargado de ironía y sarcasmo al contenedor de la entrada y la chica Almodóvar encumbró su sección, un fenómeno viral de la época. “En las basuras se conoce el estado anímico de sus propietarios”, ironizaba. Suena a chiste, pero pocas cosas retratan mejor a una sociedad que sus desechos, los de las casas, pero, sobre todo, los desperdicios de la industria, cada vez más abundantes y sofisticados por el tradicional círculo vicioso entre crecimiento económico y generación de residuos.

“A pesar de los avances realizados en este sentido, debemos ser conscientes de que existen todavía ciertas carencias que impiden que tengamos información exacta de producción real de residuos en Galicia, y que deben suponer un reto para continuar avanzando en el control de su rastreabilidad”, explica la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda en el borrador del nuevo plan de gestión de residuos industriales 2023-2030. Los restos de las instalaciones que generan menos de 10 toneladas al año o por debajo de las 1.000 en el caso de los desechos peligrosos pasaban inadvertidos para la contabilidad oficial si se trataban fuera de la comunidad, hasta la entrada en vigor en marzo de 2021 de la ley de residuos y suelos contaminados de Galicia.

Ahora hay que tramitar todos los traslados a través de la Plataforma galega de Información ambiental (Gaia). “Es por tanto necesario seguir dedicando esfuerzos a la continua actualización de la plataforma para mejorar el control, seguimiento y evaluación del cumplimiento de objetivos y de medidas para asegurar la correcta planificación en materia de residuos –apuntan los técnicos–, así como buscar y establecer otras fuentes de información adicionales que nos permitan obtener y contrastar información”.

Con los datos de generación y gestión incluidos en las memorias de los gestores de residuos que operan en Galicia, el volumen de residuos industriales ascendió a 2,5 millones de toneladas en 2020. Unas 178.700 toneladas eran productos peligrosos. La “significativa” caída del 20% en comparación con el ejercicio anterior se debe “a la atenuación de las actividades económicas por culpa de la situación sanitaria derivada del COVID-19”. La variación de los restos de la industria es un calco del comportamiento de la economía. Solo se produce menos cuando la actividad se ralentiza. No hay una tendencia clara a la baja por prevención y, de hecho, a pesar del desplome por la pandemia, la cifra de 2020 supera en un 5% la de 2010, incumpliendo el recorte del 10% fijado en el anterior plan de residuos.

La pandemia bajó un 20% los residuos y, aún así, son un 5% más que en 2010

La evolución global de la basura de la industria gallega “se ve muy influenciada”, como destaca el departamento dirigido por Ángeles Vázquez, por los residuos de la construcción. En 2020 representaron casi el 45% de los desechos y un 38% de media en los últimos cinco años. Los sedimentos procedentes del tratamiento de residuos y agua, de procesos térmicos y la minería suponen también “una elevada cantidad” desde 2015 (15%, 14% y 9%, respectivamente); y salta a la vista el importante ascenso de los residuos del sector primario y alimentario, una de las excepciones en el parón por el coronavirus: 186.500 toneladas, un 5,3% más que en 2019. 

“Como punto positivo a destacar del diagnóstico realizado, se comprueba que en la actualidad Galicia cuenta con una amplia red de recogida y tratamiento de residuos industriales”, rubrica la futura hoja de ruta de la Xunta. Existen 268 plantas de almacenamiento, 293 de clasificación, 246 de valorización y 30 de eliminación. Los técnicos hablan incluso de “sobredimensionamiento”, aunque con matices. En “ciertos flujos de residuos concretos” el margen de maniobra es “limitado” o incluso inexistente.

El plan apela a “considerar como una oportunidad” la apertura de instalaciones en Galicia que absorban “el potencial incremento” de los llamados “residuos emergentes”. ¿Cuáles? Menciona expresamente tres: las baterías de coches eléctricos, los paneles fotovoltaicos y las palas de aerogeneradores eólicos, teniendo en cuenta en el último caso que la comunidad tiene la edad media más alta de los parques en funcionamiento en España. “Estos materiales, al final de su vida útil, deberán gestionarse como residuos, y podría aprovecharse esta cuestión para favorecer el crecimiento económico de nuestra comunidad mediante la instalación de nuevas plantas para estos residuos”, apunta el documento, que insiste en “realizar un estudio de las posibles necesidades futuras”.

El sistema de recogida, almacenamiento y manipulación tampoco da de sí en estos momentos para las pilas, las tierras contaminadas por hidrocarburos por la implantación de estaciones de servicio y los residuos sanitarios, en los que se necesita “dar un tratamiento previo al vertido” y lugares “de incineración que den servicio a las clases de residuos sanitarios que deben ser sometidas a este tratamiento por obligación legal o porque sus características impiden la utilización del autoclave”, en referencia a los sistemas de esterilización.

Se imponen “con carácter general” restricciones a la concesión de autorizaciones a nuevas instalaciones de tratamiento o ampliación de las actuales para el resto de residuos. Concretamente, el plan cierra la puerta a hacerlo si la capacidad para tratar un producto en cuestión supera el doble de la media de generación en los últimos cinco años.

[object Object]

A diferencia del “sobredimensionamiento” de la capacidad para tratar residuos, el plan de la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda sí detecta que la situación de los vertederos respecto a su vida útil cambió “mucho” con respecto a la anterior hoja de ruta, “especialmente en lo relativo a los de residuos no peligrosos”. “Siendo a día de hoy posible y necesario autorizar la construcción de nuevos vertederos”, avisa, entre otras razones porque “en los últimos años hubo un aumento muy significativo de los residuos no producidos en Galicia (de otras comunidades y también transfronterizos) que van a parar a vertederos de nuestra comunidad, especialmente en el caso de los residuos peligrosos”.

De la misma manera que la industria de Galicia mandó fuera un 14% de sus residuos entre 2015 y 2020, el 19% de los tratados aquí vienen de otras comunidades. En las importaciones internacionales destacan los flujos desde Portugal (moldes de fundición, lodos y disolventes), aunque también llegan desperdicios de Reino Unido, Grecia e Italia. El plan prevé limitar la entrada en vertederos de residuos de fuera de Galicia. El máximo por año en cada instalación será el 30% de la media de lo depositado en los dos años anteriores. 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents