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El bum de empleos técnicos en Galicia no frena el envejecimiento de los autónomos

La comunidad perdió el 31% de los trabajadores por cuenta propia menores de 40 años desde 2002 | Crecen en educación y sanidad y caen con fuerza en sectores tradicionales

Horticultor gallego. Fernando Casanova

El perfil mayoritario de los autónomos en Galicia es prácticamente idéntico al del resto del país: hombre, dedicado al sector servicios, con una sola actividad, sin asalariados, de nacionalidad española, que lleva al menos cinco años en su negocio y cotizante por la base mínima. Coinciden también las edades predominantes. En ambos casos, según el último balance del Ministerio de Trabajo y Economía Social, van de los 40 a los 54 años. Pero sí existe una diferencia sustancial en el segundo grupo en importancia. Mientras en el conjunto del Estado destacan los trabajadores por cuenta propia de entre 25 y 39 años, en la comunidad sobresalen los mayores de 55 años y los menores de 40 se redujeron un 31% en los últimos diez años. El envejecimiento de la población pasa factura al relevo generacional del colectivo. ¿El autoempleo puede resultar atractivo para un joven de 30 años ahora mismo en Galicia? “Evidentemente sí, siempre y cuando tenga, además de la cualificación, la experiencia necesaria”, asegura Eduardo Abad, presidente de la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos (UPTA).

El pasado septiembre cerró con unos 206.200 afiliados en Galicia al régimen especial de autónomos de la Seguridad Social. Hay 2.600 menos que hace un año por las intensas caídas en sectores de referencia para el colectivo, como la agricultura y la ganadería (1.094 bajas de trabajadores por cuenta propia en comparación con el mismo mes de 2021), el comercio minorista (que perdió 911 autónomos) y los servicios de comidas y bebidas (otros 463).

“Ya antes de la pandemia veníamos observando el cierre de una media de entre 3.000 y 4.000 pequeños comercios por año y la crisis del COVID-19 aceleró el proceso. Solo en Galicia desaparecieron 6.000, una auténtica destrucción masiva de pequeñas actividades económicas, al igual que está sucediendo en la hostelería”, explica Abad, que achaca el declive a “la incapacidad de hacernos más competitivos a través de la formación, la digitalización, de un mejor sistema que nos permita ser más eficientes y eficaces y, lógicamente, más rentables”.

Esas mismas actividades protagonizan las mayores mermas del colectivo en los últimos diez años. El campo se quedó sin 12.000 autónomos, uno de cada tres, desde 2012. La caída en el comercio al por menor roza el 15% (5.072); y cerca del 17% en la restauración (3.900), según los datos de la Seguridad Social recogidos por el Instituto Galego de Estatística (IGE). “¿Quién se lleva el gato al agua en la tarta de consumo? Las grandes estructuras que, como todos podemos observar, cada vez están más implantadas en territorios más pequeños”, señala el líder de UPTA, en referencia a las franquicias de comercio y hostelería. Sectores “muy atomizados” donde los autónomos se mueven “en puertas giratorias”. “Entran y esos mismos autónomos salen a toda velocidad por la enorme competencia”, apunta Abad.

UPTA reclama “formación ad hoc” para emprendedores cualificados

Los menores de 40 años concentran casi el 40% de las altas para iniciar una actividad económica en el régimen de autónomos, “forzados” la mayoría porque la baja cualificación les priva de acceder a un empleo de asalariados. “La tasa de fracaso entre ellos está muy por encima de los autónomos que llevan una trayectoria consolidada”, refrenda Eduardo Abad, fruto de “montar la casa al revés, empezando por el tejado”. “Galicia es una de las comunidades donde mejor funcionan las ayudas para la puesta en marcha de actividades gracias a la buena coordinación entre la Consellería de Promoción do Emprego y la Mesa del Trabajo Autónomo –añade–, pero también es verdad que seguimos prefiriendo tener autónomos en cantidad más que de calidad”. Falta, en su opinión, “formación ad hoc para los emprendedores en actividades cualificadas y con experiencia profesional” y una apuesta clara por “transformar el trabajo autónomo” con mayor peso “de sectores profesionales con la gente que sale de los ciclos superiores”. “Es el cambio que venimos detectando desde hace tiempo”, advierte Abad.

La evolución de las afiliaciones de los autónomos lo confirma. Las altas de trabajadores por cuenta propia en educación se dispararon un 61% en Galicia desde 2002; un 44% en actividades sanitarias; un 88% en actividades profesionales, científicas y técnicas; y un 87% en programación, consultoría e informática. “¿Podemos competir con las grandes marcas de productos, de bienes de consumo diario? Por supuesto que sí –defiende el presidente de UPTA–, si somos capaces de transformar nuestro negocio y los mecanismos de producción”. 

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