Los astilleros europeos dejaron de construir buques de mercancías conforme la industria naval asiática fue cautivando a las navieras con sus políticas low cost. De nada ha servido que organizaciones como la poderosa patronal alemana Verband für Schiffbau und Meerestechnik (VSM), que representa a las empresas especializadas en el mercado marítimo en Alemania, haya pedido a los armadores que apliquen cierto patriotismo comercial a la hora de firmar sus pedidos y confíen en el buen hacer del naval de Europa. Un mensaje en saco roto: no solo la industria asiática aumenta su hegemonía año tras año con contratos de portacontenedores o gaseros, sino que acaba de empezar su segundo crucero ensamblado íntegramente en suelo chino. Y, en buena medida, gracias a empresas europeas.
La naviera Maersk es la compañía más importante de Maersk Group, un conglomerado danés que acaba de firmar la construcción de seis buques contenedores con capacidad aproximada para 17.000 TEU y que utilizarán metanol. Tomarán forma en el coloso surcoreano Hyundai Heavy Industries, que prevé entregar todas las unidades en el año 2025. Forma parte del proceso de renovación de flota de Maersk, que ha apostado por este producto para reducir sus emisiones de CO2 a la atmósfera. Llevarán pabellón de Dinamarca.
Otro de los holdings de transporte marítimo que ha buscado rebajas en Asia es Mediterranean Shipping Company (MSC), con sede fiscal en Suiza. El suyo es un pedido colosal: doce portacontenedores con capacidad para 16.000 TEU, y que serán construidos en el astillero Yangzijiang Shipbuilding. El valor del contrato, según constató la propia compañía, supera los 2.000 millones de dólares. Sus inmensas instalaciones, con salía al río Yangtsé, le permitirán completar todo el pedido en escasos tres años.
