El transporte lanza un 30% más de gases de efecto invernadero en Galicia que en 1990
La antigüedad del parque móvil consolida al sector como principal contaminante, muy por encima ya de la energía | Las emisiones de la ganadería se incrementaron el 40%

Tráfico en uno de los tramos de la AP-9 a su paso por Vigo. / Pablo Hernández Gamarra
Después de los días de lluvia que se avecinan, la comunidad quedará otra vez bajo la influencia de las altas presiones. Entra aire cálido a partir del domingo. Tiempo seco y, según Meteogalicia, “temperaturas propias de la época del año”, a la espera de la “posible” llegada de un frente con precipitaciones desde el próximo miércoles. Las pocas caídas hasta ahora pasaron desapercibidas en los sedientos embalses. Las reservas en la demarcación del Miño-Sil se redujeron un punto en la última semana, hasta el 45,1% de su capacidad total, y en Galicia Costa pasaron del 54,5% al 53,1%, como recoge el boletín actualizado por el Ministerio para la Transición Ecológica. La situación ya preocupaba a finales del pasado invierno, cuando la ocupación en las presas de abastecimiento rondaba el 82%. La Oficina Técnica de la Sequía de la Xunta declaró la prealerta en parte de la autonomía el 7 de febrero, la extendió a toda la cuenca de su competencia el 6 de abril y en Vigo, Baiona y Nigrán acaba de dejar el nivel de riesgo a las puertas de las restricciones. La situación empieza a recordar al drama de 2017 y 2018. Galicia estuvo un año y dos meses conteniendo la respiración por falta de agua.
“Se espera que el cambio climático intensifique el estrés que sufren actualmente los recursos hídricos de Galicia debido al crecimiento de la población, el cambio económico y la modificación de los usos de la tierra como la urbanización de la misma”, admite la propia Xunta en la Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050, que alerta: “cada vez se registran mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos más extremos como lluvias torrenciales e inundaciones, así como el descenso de los flujos de ríos y sequías más severas”.
Evolución de las emisiones
La hoja de ruta del Ejecutivo regional para alcanzar la neutralidad climática en 2050 prevé reducir un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero a finales de esta década en comparación con las de 1990. En 2020 se cumplió de sobra ese objetivo intermedio. La comunidad lanzó a la atmósfera 18,6 millones de toneladas equivalentes de CO2, un 35% por debajo de los volúmenes de hace 30 años (29 millones de toneladas), gracias a una ayuda estructural –el cierre de la térmica de Meirama y el freno de As Pontes– y otra palanca coyuntural: la pandemia y su impacto en la actividad económica.
La despedida del carbón en el mix energético coloca al transporte como principal foco de gases de efecto invernadero en Galicia. Concentró el 22,5% del total en 2020, según el balance recién publicado por Transición Ecológica. A pesar de la reducción de casi un tercio ese año por el confinamiento y las restricciones, las emisiones de la actividad son un 30% superiores a las de 1990, consecuencia, como relata Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050, de la antigüedad del parque móvil, su “dieselización” y la propia estructura territorial de la comunidad, que obliga al uso intensivo del coche.
El problema de la ganadería
La otra actividad que arrastra un incremento notable de las emisiones respecto a 1990 es la ganadería: 40% más. En su caso, sin tregua en 2020, cuando los gases vinculados a la fermentación entérica –la digestión de los rumiantes genera metano– se incrementaron un 0,6%. La Xunta reconoce en su hoja de ruta hacia la neutralidad climática que el potencial de reducción es limitado en este sector. “De cualquier modo –añade–, se deben buscar y promover acciones que vayan encaminadas a reducir la cantidad de metano emitido por animal a través de ajustes en la dieta u otro mecanismo”.
También los hogares, el comercio y las instituciones tienen un largo camino por recorrer. “La reducción en esta categoría de actividad pasa por la concienciación en materia de eficiencia energética y por el fomento de acciones que impliquen una disminución de la demanda de energía”, refleja la Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050, que apela a una mayor integración de las renovables en los inmuebles, la rehabilitación e, incluso, “la aplicación de criterios de sostenibilidad asociados a la construcción de vivienda nueva”. Su impacto aumentó un 28% en los últimos 30 años y son el tercer grupo con más emisiones (17%), ligeramente por detrás de la industria energética (17,7%). La combustión en industrias manufactureras y la construcción rozaron el 12%, mientras que en procesos industriales la metalurgia lidera la emisión de gases (3,3%).
Avance de 2021
De la evolución en 2021 solo hay datos, de momento, del conjunto del Estado. Las emisiones brutas ascendieron a 288,6 millones de toneladas tras un incremento del 5,1% sobre 2020 por la recuperación de la actividad. Tres cuartas partes de la subida se deben “al consumo de combustibles del transporte”, según el Ministerio de Transición Ecológica, con una variación interanual del 14%. La movilidad por carretera representó el 27,6% de todos los gases de efecto invernadero en España el año pasado.
Suscríbete para seguir leyendo
- Localizan en un albergue de A Coruña a la mujer que se buscaba desde ayer por mar y aire en Rande
- Se busca por mar y aire a una mujer que se arrojó al agua en Rande
- Una okupación eterna: «Es inhumano»
- Los trabajadores gallegos que rechazan un empleo por su «insuficiente salario» se reducen a la mitad en dos años
- Un hombre que orinaba en la calle en Pontevedra permite localizar un foco de venta de droga en el centro histórico
- De antiguo complejo textil a ser el hotel con más encanto de Galicia: un paraíso 'escondido' a cuarenta minutos de Vigo
- El Celta negocia con seis artistas para los conciertos en Balaídos de este verano
- El furor por el Ozempic para adelgazar vacía las farmacias y los gallegos lo buscan en Portugal