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Dinamarca recibe la otra “Nordsøen”

El país estrena una patrullera de 23 millones de euros, con el mismo nombre y similar a la que dejó “tirada” en el astillero vigués Cardama

La “Nordsøen” que opera Dinamarca. | HVIDE SANDE

El desaparecido astillero vigués MCíes se adjudicó en 2007 el contrato para construir una patrullera de altura para el Gobierno de Dinamarca tras imponerse a varios competidores europeos. La fabricación de esta unidad de 68,7 metros de eslora arrancó en 2008 y la botadura se produjo en 2009, año en el que la atarazana suspendió pagos. Entonces, la patrullera, bautizada como Nordsøen y pensada para labores de vigilancia e inspección pesquera, fue adquirida por varias empresas auxiliares del naval vigués y por Cardama, que culminaron el encargo con éxito en noviembre de 2011. Sin embargo, para entonces Dinamarca rechazó la embarcación, lo que propició que el astillero tuviese que encontrarle una salida. Ahora, once años después el país escandinavo tiene en su poder la Nordsøen, pero otra, la que encargó por 175 millones de coronas danesas (unos 23,5 millones de euros al cambio actual) a la firma local Hvide Sande.

La Agencia Danesa de Pesca acaba de recibir la embarcación, con la que sustituyen a la anticuada patrullera Vestkysten, de 35 años. La licitación fue lanzada en 2020 y desde Dinamarca desestimaron comprar la patrullera finalizada por Cardama, pese a que su coste era inferior (se ofreció por 18 millones) y las prestaciones son muy similares. Eso sí, el construido en el astillero danés es más pequeño, de 64 metros.

La patrullera fabricada por Cardama. MARTA G. BREA

Cardama, por su parte, continúa intentando vender la patrullera culminada, que sigue cuidando en su astillero. Si bien es cierto que no son pocos los países e instituciones que muestran interés en hacerse con la embarcación (incluso para transformarla en barco de recreo), por el momento se mantienen a la espera.

El astillero también está en la recta final de licitaciones internacionales interesantes y con posibilidades, como es el caso del pedido de dos megaremolcadores para el Canal de Suez, cuyo valor asciende a 70 millones de euros.

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