Marruecos quiere pisar el acelerador. Y conociendo los precedentes, pocos en el sector de la automoción dudan de que lo hará. Rabat aspira a aumentar un 30% la capacidad instalada en el país para alcanzar una producción de un millón de vehículos en 2025, y así poder consolidarse como uno de los principales países que exportan vehículos a la Unión Europea. El ministro de Industria y Comercio, Ryad Mezzour, asegura que están en conversaciones con los dos fabricantes repartidos entre los polos de Tánger (Renault) y Kénitra (Stellantis) para aumentar las líneas productivas, así como con terceros para implantarse allí y dar el necesario salto hacia la electrificación. Para ello, será clave la gigafactoría de baterías anunciada en julio por el propio Mezzour, así como la llegada de nuevos modelos eléctricos. De hecho, Marruecos ya se fija un objetivo: el tercio de los vehículos fabricados en estos poco menos de dos años y medio “debería ser eléctrico o híbrido”.
El ministro marroquí realizó una extensa entrevista con el medio local especializado medias24, que repartió en cuatro entregas. Una de ellas está totalmente protagonizada por el sector de la automoción, que vivió un importante crecimiento en los últimos años, en especial tras la implantación de PSA (ahora Stellantis) en la localidad de Kénitra, donde empezó a producir en 2019.
Mezzour señaló que la tasa de integración del sector es de un 64% (el porcentaje de las partes del vehículo que se fábrica en el país), aunque el objetivo es llegar al 80% “en tres o cuatro años”. “La producción marroquí a finales de este año debería situarse entre los 420.000 y los 430.000 vehículos”, comenta el ministro, que recuerda que cuentan con una capacidad para 700.000 unidades y que los modelos principales que salen de Marruecos están entre los más vendidos de Europa: el Peugeot 208 de Stellantis fue el segundo más vendido el año pasado, y el Dacia Sandero, del grupo Renault, el tercero.
Para llegar al millón de vehículos en 2025, una de las patas sobre las que trabaja Marruecos es en “atraer nuevos modelos”, lo que significa una guerra abierta en el caso de Stellantis, cuyo CEO Carlos Tavares apuesta por aumentar la competencia entre las plantas del propio grupo, poniendo en riesgo proyectos que podrían recalar en la planta de Kénitra en lugar de la de Vigo.
Por otro lado, cuenta con atraer a un tercer fabricante, una vieja aspiración sobre todo después de que siga sin concretarse el acuerdo anunciado con la china BYD hace años. Aunque Mezzour apunta que hay “exceso de capacidad” y que los esfuerzos se centran en la transformación hacia la movilidad eléctrica, de la que Rabat quiere formar parte.
¿Cómo? El propio Mezzour avanzó en julio que negocian con cinco socios industriales para instalar en el país una gigafactoría de baterías, una negociación que en principio no se vería afectada por la reciente decisión del gigante CATL de instalarse en Hungría. Ahora el responsable de Industria, que cree que la instalación “es imprescindible”, avanza que la inversión prevista es de 2.000 millones de euros. “Señalé antes de fin de año como fecha límite para llegar a un acuerdo”, señala, ejerciendo así una mayor competencia para España y, en especial, Galicia para acoger una de estas factorías.
El ministro, que adelanta que habrá ayudas públicas para esta gigafactoría, avisa que no conseguir la planta “sería la muerte programada” del sector de la automoción marroquí, aunque alberga “buenas expectativas” de lograr el objetivo.