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La industria de la pesca rentabiliza 650 millones en inversiones con un hito en ingresos de 7.000

Un informe de la UE valora el esfuerzo en competitividad e innovación del sector en Galicia en la última década | La expansión global y la demanda post-COVID anticipan nuevo récord este año | Crea 35 empleos por semana

Camiones en la lonja de O Berbés Alba Villar

Iberconsa Seafood Processing es la factoría que la multinacional viguesa estrenó en Bouzas a finales de 2019. Su primera –y única, de momento– planta de elaboración en suelo europeo y en la que ejecutó una inversión de 15 millones de euros. Cuenta con una capacidad de elaboración de 15.000 toneladas anuales en siete líneas, con equipamiento específico para gambón, pescados y gamas de skinpack (envasado al vacío sobre bandeja) o marinados. Una plataforma para valorizar sus capturas –la empresa es líder mundial en merluza congelada a bordo y langostino argentino–, disponer de un portfolio plenamente adaptado al mercado minorista y dotar de valor añadido un producto escaso como es la pesca salvaje. Un ejemplo, a fin de cuentas, de un camino que ha emprendido el grueso de la industria española de transformación pesquera (mayoritariamente gallega, e incluye la conserva) en la última década: inversión para crecer, ganar en competitividad e innovar para adaptarse a un consumidor que ya no es el mismo que compraba a granel. En la última década, el sector ha invertido 657 millones de euros en esta transformación.

“Se ha mejorado la eficiencia productiva y la competitividad gracias a las innovaciones en tecnología, calidad de producto, diversificación e innovación de producto. Ha sido capaz de adaptarse a los cambios en las cadenas de valor y aprovechar las oportunidades derivadas de la globalización y la internacionalización de las cadenas de valor”, resume un informe oficial del Scientific, Technical and Economic Committee for Fisheries (Stecf) de la Comisión Europea. Ese esfuerzo de capital ha redundado en una cifra de ventas astronómica y récord: 6991 millones de euros, tras un alza interanual de más de seis puntos.

Los datos compilados por Bruselas corresponden a los resultados consolidados remitidos en 2021 (del ejercicio 2019). Incluso en pandemia –fue una actividad esencial, no sufrió parones de producción–, las ventas de los principales operadores fueron superiores al año anterior, y en este 2022 batirán una marca que llevará a la industria a superar sin dificultades los 8.000 millones en ingresos. Es decir, este balance del departamento de estudios comunitario no cuenta con el crecimiento exponencial de actores como Profand (pasó de 435 a 800 millones el último año fiscal), Pescapuerta (superará los 300 millones), Iberconsa, Fandicosta o la joven Wofco. A juicio de los autores del informe, la profesionalización plena de las empresas –tienen un carácter marcadamente familiar– ha sido determinante, amén de ese esfuerzo en capex (capital expenditures) y en la búsqueda de nuevos nichos en el exterior. “El mayor enfoque en los mercados extranjeros, con productos de alto valor agregado, ha reducido la dependencia de demanda doméstica”. Es más, las altísimas cotizaciones de algunos productos llegó a desabastecer el mercado tras la pandemia de especies como el pulpo: consumidores de otros países sí estaban dispuestos a pagar importes que los españoles no iban a asumir, con unas ratios de gasto en pescado en caída.

El factor socioeconómico

“Actualmente –prosigue el documento–, la industria de elaborados de productos del mar representa un motor para el desarrollo de innovaciones empresariales, el aumento del valor añadido, la creación de oportunidades de trabajo para los más jóvenes y la estabilización de población en las regiones costeras”. En efecto, la industria alcanzó los 23.800 empleos directos, tras sumar el equivalente a 35 nuevos trabajadores por semana. Dos de cada diez ocupados en este sector a nivel continental están en Galicia. “Es una actividad económica clave, que actúa como motor para toda la industria pesquera [...] y que ha desempeñado tradicionalmente un papel fundamental en el desarrollo social y organización cultural de las regiones costeras, siendo una fuente de empleo e ingresos, particularmente para mujeres”, complementa el Stecf.

Aunque los procesos de concentración han reducido el número de empresas a las 584 (-10% en un año), el sector sigue siendo muy minifundista: la mitad de las compañías que lo componen tienen menos de diez trabajadores. No supone un elemento negativo per se, ya que muchas de las pequeñas firmas se dedican a productos premium –la conserva es un exponente claro–, pero desincentivador a nivel de inversiones. En todo caso, la industria nacional tiene un peso hegemónico en Europa, del 18%, seguido de lejos por Italia, Francia y Alemania. En suma, la elaboración de proteína marina genera al año en el continente un negocio de más de 28.500 millones de euros y 110.000 puestos de trabajo a tiempo completo.

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