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El torniquete de la inflación debilita las ventas de alimentación: “Lo que viene será muy duro”

Las industrias pesquera y cárnica y la gran distribución notan caídas de consumo en los productos “premium” o la carne de cerdo | Anticipan más “estrategias de ahorro”, como el recurso a la marca blanca, y un 2023 “convulso”

Personas realizando compras en un mercado Emilio Naranjo

Además de las batallas libradas en Severodonetsk, Mariúpol o Berdiansk entre los ejércitos ruso y ucraniano, en Europa se libra otra guerra muy particular: la de los Estados contra la inflación. La evolución de los precios escaló por encima del 8% en mayo en la eurozona, con países asediados por subidas de dos dígitos como Eslovaquia, Países Bajos, Lituania o Estonia. Y con el factor incendiario de una energía que no dará buenas noticias en los próximos meses. En una carta conjunta publicada por el francés Journal du Dimanche, los líderes ejecutivos de las compañías Total, EDF y Engie hicieron un llamamiento inédito a hogares y empresas para reducir el consumo energético y facilitar el aumento de las reservas de gas de cara a un invierno en el que, muy probablemente, habrá fases de racionamiento. Así que la serpiente inflacionaria seguirá constriñendo las carteras pese a los distintos planes de respuesta –como el español, aprobado este sábado en un Consejo de Ministros extraordinario– articulados para restarle fuerza. Se nota en la línea de frente del consumo: con los alimentos. “Se está frenando la venta”. Un diagnóstico en el que coinciden directivos consultados de empresas cárnicas, pesqueras y en la gran distribución. “Los datos internos que manejamos es que esto se va a poner muy duro a partir de septiembre, y posiblemente el primer semestre de 2023 será convulso”, resume uno de ellos.

Sin visos de una pronta resolución del conflicto bélico, la prolongación de las medidas anticrisis se prevé una dinámica europea que ha encabezado el Ejecutivo de Pedro Sánchez, en su caso tras el correctivo de las elecciones andaluzas. “Observo que la gente está cambiando su comportamiento [de consumo] debido a los precios persistentemente altos”, apuntó la semana el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, en una entrevista con el periódico Die Welt. “Tenemos que prepararnos todos para precios altos durante un periodo más largo de tiempo”, remachó. El suyo fue el primer Gobierno comunitario en aprobar un pago único, por importe de 300 euros (frente a los 200 de España), para tratar de paliar la pérdida de capacidad de compra de los salarios. Eso sí, el liberal advierte contra una “espiral de aumento de salarios y precios”, similar a la que invoca la patronal española CEOE para limitar las revalorizaciones en los sueldos. En todo caso, las caídas en el consumo de alimentos en España se ciñen de momento, y de media, a productos muy específicos. “En porcino las cosas ya empiezan a estar más justas, y en los de valor añadido las ventas ya no tienen alegría... registramos descensos”, comparte este ejecutivo especializado en sector primario.

Pero que el factor alimentos esté tirando de la inflación no es achacable únicamente a la guerra en Europa o al escenario posCOVID, porque la cesta de la compra acumula años al alza. En los dos últimos meses comparables de noviembre, por ejemplo (2019 vs. 2021), solo la carne de cerdo, la conserva de atún, la leche (estos dos últimos, utilizados comúnmente como producto reclamo en los súpers), merluza congelada, las lentejas y las fresas anotaron tímidas caídas de precios, como constatan los datos del observatorio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Todos los demás continuaron escalando, céntimo a céntimo. Con incrementos que, por ser bajos en cantidades, fueron muy severos a nivel relativo. Por ejemplo: el aceite de girasol se elevó en 40 céntimos el litro en dos años, que equivale a un alza del 37%; los 34 céntimos que subió la pasta rozan un 20% de avance comparativo. “La gran conserva está acostumbrada a trabajar con volúmenes, tirará de nuevo la marca blanca. Es algo que ya hemos visto”, apunta otro empresario de la industria pesquera. Un sector que ha emprendido en los últimos años una carrera hacia los productos de mayor valor añadido, para maximizar el esfuerzo en origen y el industrial y satisfacer a un cliente que requiere cada vez de más oferta convenience (fáciles de hacer o ya preparados).

Simón Espinosa

“Hay una retracción de las ventas mundiales, con China bastante parada y USA frenada”, abundan desde otra compañía viguesa de alimentación. En Reino Unido, por ejemplo, algunos segmentos de la oferta de pescados se anotaron caídas superiores al 20% en el mes de mayo, como constata el observatorio de Kantar. La consultora especializada en alimentación IGD da por hecho que este torniquete de la inflación al consumo de ciertas referencias se prolongará hasta mediados del año que viene. “Creemos que el estado de ánimo del consumidor va a seguir siendo sombrío, ya que se ven afectados por el aumento de la inflación y la caída de la capacidad real de compra de los salarios. Es probable que utilicen tácticas de ahorro, en la medida de lo posible”, apunta su economista jefe, James Walton. Los perjudicados serán, a su juicio, las carnes, los productos lácteos, frutas y verduras. Los productos de marca ya han empezado a perder terreno con los de distribución (marca blanca).

El factor europeo

En medio de este torbellino, resulta que una plaga ha beneficiado a la industria cárnica de Galicia. “La coyuntura europea nos está ayudando mucho. Se destina un porcentaje más alto de las producciones a suministrar estos mercados por el tema de la gripe aviar y por el precio de compra, de manera que queda menos oferta nacional y se vende todo”, ilustran en esta empresa en referencia a las referencias avícolas. La enfermedad que afecta a las aves sí ha llegado a España, pero de forma muy residual en comparación con la prevalencia existente en Dinamarca, Países Bajos, Alemania, Irlanda o Bélgica.

Los casos de gripe aviar en el norte de Europa elevan las exportaciones de productos desde Galicia

Hay casuísticas muy específicas, como las del gambón argentino, con enorme relevancia en la industria pesquera gallega. El presidente de la argentina Conarpesa, Fernando Álvarez Castellano, llamó la atención la semana pasada de una situación que también constatan las fuentes consultadas en Vigo. “Estuve en zoom (videollamada) con comerciales de España y no hay ventas. Bajamos un poco los precios, pero no se cierran operaciones de venta. Iremos viendo cómo evoluciona, y, si no repuntan las ventas y nos sobrestockeamos, tendré que parar los barcos”. Conarpesa es una de las principales proveedoras de este tipo de marisco en el mercado nacional.

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