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La pirotecnia reenciende la mecha

Las celebraciones de San Xoán de este año y las buenas perspectivas para este verano hacen recuperar el optimismo a un sector duramente golpeado por el covid

Argimiro Alborés, presidente de la Asociación Gallega de Industriales Pirotécnicos. | // ALBA VILLAR

“La gente tiene ganas de fiesta”. Es el consenso de distintos empresarios de la pirotecnia gallega, que han visto cómo estas celebraciones de San Xoán, junto a las buenas perspectivas que se presentan para el verano, suponen una suerte de luz a final del túnel. Y un túnel largo, pues desde que irrumpió la pandemia, a principios de 2020, el sector fue uno de los más golpeados, con confinamientos, restricciones de movimiento, límites de reunión y con las fiestas como un recuerdo lejano.

“San Xoán lo valoramos muy positivamente”, celebra Santiago López González, dueño de Pirotecnia López (ubicada en Brión) y presidente de la Asociación Española de la Pirotecnia. “Tanto a nivel particular como de fiestas, la respuesta está siendo muy positiva”, añade.

Este balón de oxígeno llega en un momento en que estas empresas llegaron a perder hasta un 90% de su facturación entre 2019 y 2020 por culpa de la pandemia. En el caso de Argimiro Alborés, dueño de la empresa de pirotecnia del mismo nombre (situada en Nigrán) y presidente de la Asociación Gallega de Industriales Pirotécnicos, el hachazo fue del 85%. “Lo poco que facturé fue por venta al público, básicamente en Fin de Año, pero fiestas no hubo ninguna”, recuerda. Todavía no ha recuperado el volumen de negocio de 2019, pero espera hacerlo el año que viene.

También 2023 es la fecha que tiene marcada en el calendario Santiago López Valladares, de Pirotecnia Bemil, empresa ubicada en Caldas de Reis y dedicada fundamentalmente a la venta a particulares. También en su caso la facturación cayó entre un 80% y un 85% de 2019 a 2020. “Ahora andamos en el 75% de lo que facturábamos en 2019”, cuenta mientras espera por ese 2023 para superar el bache de manera definitiva.

Sin excesos

Ahora bien, aunque el sector esté teniendo una trayectoria ascendente, tampoco está como para tirar cohetes. Hay muchos condicionantes que pueden ralentizar la ansiada vuelta a la normalidad. La inflación es uno de ellos. Estas empresas basan buena parte de su negocio en fiestas colectivas, bien patronales, bien particulares, como bodas. Y ahí juega un papel fundamental el papel del carburante porque es necesario desplazarse al lugar de la celebración. “Llenar el depósito de la furgoneta antes valía 80 euros, ahora 170”, protesta López González, que cifra en un 10% el gasto que dedican al combustible las empresas del sector. Además, apunta a otros dos costes que afectan “especialmente”: la mano de obra y las materias primas (en su empresa se dedican también a la fabricación de los propios fuegos artificiales), que han “duplicado y, en algunos casos, hasta triplicado” su precio, explica López González. Y “también hay un poco de temor a hacer agrupaciones”, cuenta López Valladares. “Hay gente que todavía pregunta si se pueden hacer reuniones y cuál es el número máximo de personas”, amplía.

Los ingresos de estas empresas dependen, en muy buena medida, de los presupuestos que tengan las comisiones de fiestas de las distintas localidades en las que trabajen. “Hay más previsiones de fiestas este verano; están llamando más las comisiones, pero también tienen menos presupuestos”, explica Alborés.

Con todo, las empresas han conseguido superar lo que parece ser lo peor de la crisis del covid. Ninguna de las compañías de fabricación de estos productos echó el cerrojo por esta crisis, celebra Alborés, pero, de las más de 40 compañías de este tipo que tenía Galicia en los 90, hoy quedan solo 12. Las causas están en las distintas crisis, varios accidentes, los cambios de normativa y las jubilaciones. De ahí que el sector sea optimista ahora, pero también cauto. “Nos lo tomamos con sentidiño, como decimos en este país”, dice López González.

Un negocio que aún incomoda

El sector coincide en que la gente ha recuperado las ganas de fiesta, pero no todo el mundo quiere juerga o, al menos, no del mismo tipo. Lo cuenta Argimiro Alborés, de la empresa nigranesa del mismo nombre y también presidente de la Asociación Gallega de Industriales Pirotécnicos.

“Es el discurso de siempre”, se resigna. Hace referencia a aquellos colectivos que se ven afectado por el ruido inherente a cualquier fiesta multitudinaria: “Hay grupos de animalistas, grupos de personas autistas...”.

Alborés asegura que prefiere no entrar en esos debates mientras su negocio siga siendo legal y cumpliendo con toda la reglamentación. “El día que sea ilegal, que vengan a mi negocio y que me lo cierren, pero mientras mi actividad siga siendo legal, yo tengo que seguir trabajando”, justifica.

Además de estos grupos, también son, en ocasiones, personas que viven en las inmediaciones de las fiestas en las que se echan cohetes las que protestan por el ruido. En concreto, Albarés relata el caso reciente de un hombre que, al verlo, se acercó a preguntar qué hacía porque él vivía justo al lado. “En realidad vivía a 100 metros”, cuenta el empresario. Esta persona optó por llamar a la Policía pero, al comprobar que todos los permisos estaban al día y que no había ninguna irregularidad, las autoridades se marcharon y Albarés pudo realizar su trabajo, cuenta él mismo.

“Lo bueno es que son cuatro aunque hagan mucho ruido, sobre todo en redes sociales”, quita hierro el presidente de la Asociación Gallega de Industriales Pirotécnicos. “Y lo más positivo es que, a pesar de las quejas de algunas personas, ya se empieza a ver que la gente está con ganas y con ilusión”, celebra.

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