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El fin del carbón y la pandemia desploman los gases de efecto invernadero en Galicia

Las emisiones se redujeron un 14% en 2020, hasta el mínimo desde que empezaron las mediciones en 1990 | La comunidad cumplió excepcionalmente su objetivo de recortes

Al fondo, imagen de archivo de la central térmica de Meirama, cerrada en 2020 Víctor Echave / FDV

Solo parte de Galicia, unos pocos lugares más del norte del país y el archipiélago canario se libran de la ola de calor que está dejando temperaturas por encima de los 40 grados y mínimas de noche tropical cuando todavía falta una semana para la llegada del verano. No es del todo raro que el termómetro se dispare a estas alturas del año. Ocurrió una decena de veces desde 1975, pero lo llamativo es que las últimas seis olas de calor en junio se dieron partir de 2011 y la actual es la peor en dos décadas a causa, según coinciden los expertos, del aumento sostenido de las temperaturas. El informe sobre el estado del clima de España 2021 presentado por el Ministerio para la Transición Ecológica la pasada semana constata “una acumulación de años cálidos en la época más reciente” y la sucesión de fenómenos extremos, de la histórica borrasca Filomena en medio de varias olas de frío a la más intensa de calor en agosto desde que hay registros con 36 provincias afectadas. En el Observatorio Atmosférico de la localidad tinerfeña de Izaña, gestionado por la Agencia Estatal de Meteorología e incluido en la red de Vigilancia Atmosférica Global de la Organización Meteorológica Mundial, se alcanzaron valores récord de concentración de gases de efecto invernadero, coincidiendo con el repunte de las nuevas emisiones tras el paréntesis del ejercicio anterior en toda España y, particularmente, en Galicia.

Hasta para eso 2020 fue un año diferente en la comunidad, donde las emisiones de dióxido de carbono (CO2) equivalente se redujeron cerca del 14%. Fueron 18,6 millones de toneladas, la menor cifra desde que empezaron las mediciones en 1990, según el balance que acaba de publicar el departamento dirigido por Teresa Ribera. La caída aquí supera la media estatal (un 12,4%) porque se juntó el freno a la actividad durante los meses más duros de la pandemia con el apagado de las centrales térmicas.

La quema de carbón para la producción de electricidad en As Pontes y Meirama mantuvo a Galicia históricamente como uno de los principales focos de contaminación atmosférica. Cuando ambas plantas alcanzaron sus picos de producción previos a la reforma que pasaron para, precisamente, reducir su impacto y consumir hulla importada después del agotamiento de las minas locales, las emisiones de la comunidad rondaron las 36 millones de toneladas de CO2. Incluso en 2004 se llegaron a superar las 37 millones de toneladas.

Ya en 2019 se notó que el mercado eléctrico daba la espalda al carbón. La producción de las térmicas se situó en 2.466 gigavatios hora (GWh), un 23,4% menos que en 2018 (10.308 GWh). Prácticamente lo mismo que bajaron ese año las emisiones de dióxido de carbono equivalente en la comunidad: 26%. Naturgy clausuró formalmente la factoría de Meirama en 2020, lo que, unido a los efectos económicos de la crisis del COVID-19 –confinamientos, ralentización de la mayoría de la industria durante la primera ola, turismo en mínimos y desplome del transporte por las restricciones a la movilidad–, provocó otra bajada de casi 3 millones de toneladas equivalentes de CO2.

La caída en Galicia es una de las más abultadas del país. Destaca el retroceso del 31% en Baleares, epicentro del shock por la pandemia en el sector turístico, seguida de Andalucía (18,3% de merma) y Cantabria (17,2%). Las emisiones globales del España rondaron las 274,7 millones de toneladas. El 15% procedía de Cataluña, cerca del 14% de Andalucía y el 8,4% de la Comunidad Valenciana. Galicia fue la sexta autonomía que más dióxido de carbono desprendió (6,8% del total). Justo antes del fin definitivo del carbón, en 2018, el porcentaje rozó el 9%.

Los datos de las industrias sujetas al régimen de comercio de derechos –pagan por lo que contaminan o por la cantidad sobrepasada en caso de contar con una cantidad gratuita– anticiparon qué iba a ocurrir con el resto de las emisiones, dado el enorme peso del sector eléctrico en el CO2 de Galicia. La caída en su caso fue del 28%. A pesar de que la Xunta clamó contra el apagado de las térmicas, sin eso sería muy difícil cumplir su objetivo de llegar a 2030 con un 25% de descenso en las emisiones en comparación con los niveles de 1990. Algo que, excepcionalmente, ocurrió en 2020 y que probablemente no se repitió en 2021 por el acelerón de la actividad industrial y el turismo

El único sector donde aumentó el CO2 en España fue la agricultura

A diferencia de otras comunidades que detallaron ya el reparto de las emisiones de 2020 según el sector, en Galicia todavía no están disponibles esos datos. Ahí se verá claramente la importancia del fin del carbón en el desplome del CO2 y la evolución de la contaminación atmosférica del transporte, el gran reto posiblemente de la transición energética. En el conjunto del país representó el 27% de los gases de efecto invernadero tras una disminución del 19% por el freno a la movilidad en la pandemia. La caída en la industria fue mucho menor porque las manufacturas se recuperaron mucho antes que otros sectores: un 11,9% menos que en 2019. Como ocurrió en Galicia, las emisiones vinculadas a la generación eléctrica se redujeron por encima del 26% y supusieron el 11,8% del total. La bajada en el sector residencial y el comercio fue del 1,2%. El único al alza fue la agricultura: un 2,2%, hasta el 14% de las emisiones, por la gestión de suelos agrícolas y la aplicación de urea. Por la gestión de estiércol aumentaron un 3,8% y un 0,5% en fermentación entérica. 

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