El 31 de marzo se cumplió un año de la puesta en marcha del nuevo plan estratégico de Nueva Pescanova, ya con Abanca como accionista de control y tras haber constatado que la anterior hoja de ruta no había conseguido los objetivos fijados. Las cosas han cambiado y, como avanzó FARO, la multinacional que preside José María Benavent logró cerrar el ejercicio 2021-2022 –el año fiscal abarca ahora entre abril y marzo– lejos de los números rojos. Y, además, consiguió recuperar el umbral de los 1.000 millones de euros en volumen de negocio, que había perdido el año de la pandemia. El cerrojazo a la hostelería y el efecto de los confinamientos hizo sufrir a la compañía en segmentos capitales como el foodservice (hostelería, principalmente), como a buena parte de los principales actores de esta industria.

En concreto, según apuntó la pesquera en un comunicado, el resultado fue positivo en 7 millones de euros, y el Ebitda alcanzó los 80 millones, dos veces por encima de los valores de 2020. Es un nivel de rentabilidad que se ansiaba en Chapela, y que está por encima del 7% en comparación con las ventas, de 1.087 millones. Los puntos fuertes de Nueva Pescanova fueron el retail (venta minorista) y el denominado foodservice organizado, estructurado en torno a grandes franquicias de alimentación. Los productos estrella: langostino vannamei (acuicultura) y los cefalópodos.

La compañía está clasificada en el balance de Abanca como un activo disponible para la venta, una operación que se ha avivado gracias a los mejores resultados. Con una línea roja marcada desde la entidad: Nueva Pescanova se venderá sin desmembrarse, aunque el interés de competidores se centre en núcleos de activos y actividad y no en todo el perímetro de consolidación. El grupo cuenta con más de 10.000 trabajadores en 19 países.