El tejido productivo es un ser vivo con negocios que nacen, crecen, se reproducen en muchas ocasiones y, antes o después, mueren. Como miles de personas, parte de la población empresarial se contagió también en la primera ola del coronavirus y no logró superar la enfermedad a pesar de todas las medidas impulsadas desde las administraciones para minimizar el impacto. Unas 6.600 compañías con asalariados en Galicia, el 9% de las que había en el arranque de 2020, ya no existían cuando acabó marzo, en pleno confinamiento. En ese mismo periodo desapareció el 5% de los autónomos de la comunidad, alrededor de 8.900.
La progresiva reactivación de la actividad, los ERTE, los créditos avalados por el ICO y las inyecciones directas a los sectores más afectados por la crisis sanitaria fueron la vacuna de la economía, que no volvió a sufrir otra hibernación y tardó muy poco en mostrar síntomas claros de recuperación. Dos años después, la situación es bien distinta. Ya no preocupa la pandemia, pero sí, y mucho, la presión de los altos precios por el fuerte encarecimiento de las materias primas y la energía, aunque por el momento tanto las empresas como los autónomos gallegos aguantan el tirón sin echar el cierre.
En pie
Las tasas de supervivencia en ambos casos no tienen nada que ver con lo ocurrido tras la aparición del COVID-19 y se mantienen sin apenas cambios en comparación con hace un año. De las 71.690 unidades legales empleadoras que operaban en la comunidad a principios de este año, el 95% sigue en pie, según los últimos datos de Coyuntura demográfica de empresas publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la información suministrada por la Seguridad Social. En el primer trimestre del pasado ejercicio había alrededor de 2.000 empresas menos y la tasa de supervivencia era prácticamente la misma (95,2%).
Galicia inició este 2022 con 179.630 trabajadores por cuenta propia. El porcentaje de los que siguen adelante una vez transcurridos los tres primeros meses de este 2022, coincidiendo con el agravamiento de los costes, supera el 97%. Como ocurre con las empresas, al comienzo de 2021 eran menos (177.500) y la tasa de supervivencia se parecía mucho a la de ahora, el 97,8%.
Hostelería, comercio y construcción
El sector con más empresas funcionando en Galicia es el comercio minorista. Al inicio de año había 11.300 y el 94% seguían abiertas cuando concluyó marzo. El indicador baja al 92,8% en la hostelería (10.000 unidades empleadoras), un sector donde la rotación de empresas es altísima al margen de la evolución general de la economía. La tasa de supervivencia en las firmas de construcción especializada se situó en el 94,9%; en el 96,3% en el comercio al por mayor; alrededor del 93% en transporte y otros servicios personales; y se aproximó al 95% en construcción de edificios. Entre las actividades que tienen, al menos, un millar de empresas, la sanidad presenta la mayor resiliencia: 97,6%.
Comercio minorista y servicios de comidas y bebidas lideran también los sectores más concurridos por los autónomos y los dos tienen tasas de supervivencia más elevadas que las de las empresas: 97,3% y 96,2%, respectivamente. De nuevo destaca la sanidad (98,7%), casi al mismo nivel que las actividades jurídicas y de contabilidad (98,71%). La menor tasa se da en las actividades administrativas de oficina y otras auxiliares: 93,8%.
Pontevedra es la única provincia gallega que arroja un saldo positivo en el flujo de los trabajadores por cuenta propia este año. Su tasa de crecimiento es positiva. Hubo 34 altas y reactivaciones más que bajas en el colectivo el primer trimestre. A Coruña perdió a 74, Lugo otros 57 y 36 en Ourense.
