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Los precios abocan a las empresas de obras públicas gallegas a evitar concursar: “Nunca vimos nada igual”

Los costes llegan a multiplicarse por más de tres en solo un año en el sector, que reclama más flexibilidad a las administraciones

Obras en la nueva estación de Vigo Marta G. Brea

“Llevamos casi 30 años en el sector y nunca habíamos visto nada igual”. Iago Martínez Garrido es gerente de Edigal, empresa que –entre otras actuaciones– instaló el mobiliario urbano que viste la Gran Vía de Vigo tras su remodelación. Ahora lamenta cómo, en muchas ocasiones, la “alta incertidumbre y poca flexibilidad” en los contratos con el sector público hacen que sea ya inviable para las empresas de la industria presentarse a los concursos que convocan las administraciones.

“Antes podía haber problemas con la escasa rentabilidad de un proyecto, pero ahora lo que ocurre es que firmas el contrato y, cuando lo ejecutas, empiezas a ver que estás perdiendo dinero”, cuenta a FARO. En su caso, los precios de algunos productos han llegado a multiplicarse por tres o más desde verano de 2020, con un incremento más notable a partir de noviembre de 2021.

Existen varios factores que explican esta situación, explican distintas fuentes del sector: el encarecimiento de las materias primas –provocado por la crisis de suministros–, el aumento del precio de la energía y el transporte de los componentes. También, en menor medida, la mano de obra ha encarecido el proceso.

“Pero el principal problema con la mano de obra ya no es el precio, sino que no hay”, cuenta el jefe de estudios de una constructora, que habla de un encarecimiento de la materia prima cercano al 30% en el último año. “El sector público nunca pagó bien, pero antes, por lo menos, podías calcular lo que te iba a costar la materia prima”, ahonda.

“Imposible” conocer el coste

Ahora, según las fuentes consultadas, se da la situación de que los contratos se firman a un año vista, pero los proveedores revisan los precios de las materias primas cada pocos días, con lo cual es “imposible” hacer predicciones y conocer de antemano el coste real de la obra en un contexto inflacionista. Además, “hay proyectos que se están sacando a concurso con precios del año pasado”, protesta Francisco Saavedra, director técnico de Construcciones López Cao, compañía encargada de la reforma del paseo de O Con, en Moaña.

“Hay proyectos que acaban teniendo sobrecostes del 30% o del 35% y eso provoca una incertidumbre tremenda”, explica. “Es muy difícil hacer previsiones”.

En esta situación, son muchos los proyectos que se quedan desiertos. Este mismo mes, la junta de gobierno local de A Coruña declaró desierto el concurso de rehabilitación del mercado de Monte Alto después de que las cuatro empresas que se habían presentado terminaran por retirarse. No es ni mucho menos el único proyecto que acaba así. Casi todas las empresas consultadas coinciden en señalar que, si antes era excepcional no presentarse aquellos concursos que les interesaban, esta práctica se ha convertido ya en la norma debido a los sobrecostes. “Pero lo peor es que muchos clientes nuestros ya no sacan proyectos”, lamenta Martínez Garrido. Y no lo hacen porque, o bien quedan desiertos, o bien se adjudican, pero finalmente la empresa no es capaz de mantener los requisitos.

Soluciones

Desde el sector proponen distintas medidas que podrían aliviar, en mayor o menor medida, la incertidumbre que genera esta inflación desenfrenada y contribuir a dinamizar el mercado. “Todo esto se solucionaría si hubiera un sistema de revisión de precios”, zanja Saavedra. Martínez Garrido, por su parte, considera que “las administraciones tienen que replantearse las tarifas de los proyectos e intervenir determinados precios para atajar estos encarecimientos, que muchas veces no están justificados”.

Esta situación también se da en el sector privado, pero, en ese caso, las empresas disponen de más margen de maniobra porque pactan con el cliente el precio de antemano y, además, en caso de encarecimientos excesivos, tienen más facilidad para renegociar los precios. Con el sector público en cambio, los proyectos se subastan por un precio cerrado y renegociarlo es “casi imposible”, según una fuente del sector.

Sin embargo, no todas las compañías sufren tanto este problema. Setga es una empresa de iluminación exterior, señalización y mobiliario urbano que, entre otros proyectos, realizó la nueva iluminación del puente de O Burgo, en Pontevedra. “El incremento de los precios es importante, pero no distorsiona excesivamente nuestro mercado porque el porcentaje de energía que necesitamos no es muy alto y el 90% de nuestro producto se fabrica en España, el 75% en Galicia, y eso es una ventaja”, cuenta su CEO, Ángel González. “Además, hace año y medio nos hicimos con unos buenos stocks; nosotros no hemos rechazado ningún proyecto”.

Alimentos y carburantes relanzan el IPC

Si abril parecía mostrar un leve alivio en el encarecimiento de la vida, los datos provisionales del índice de precios de consumo (IPC) del Instituto Nacional de Estadística (INE) convierten aquel relativo desahogo en agua de borrajas. El mes pasado, los precios subían un 8,3% interanual en el conjunto de España, significativamente menos que el 9,8% experimentado el mes anterior. Pero este mayo, el indicador ha tomado impulso y se ha situado en el 8,7%, la segunda cifra más alta del año. Los principales responsables del encarecimiento de la vida este mes son dos: los carburantes y los alimentos y bebidas no alcohólicas, que han subido más que en mayo del año pasado. El bálsamo se encuentra este mes en la electricidad, que baja de precio frente a la subida que experimentó en mayo de 2021. Sin frenos se mueve el IPC subyacente (que no cuenta alimentos no elaborados ni productos energéticos). Escala ya al 4,9%, la cifra más alta del año.

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