La industria española de construcción naval perdió más de medio millón de metros cuadrados de capacidad productiva desde 2011, cuando Hijos de J. Barreras solicitó el concurso de acreedores por penúltima vez en su historia. La ristra de decesos es extensa –MCíes, Unión Naval de Valencia, Astilleros de Sevilla, Construcciones Navales del Norte (Naval de Sestao), Naval Gijón o Factorías Vulcano–, alumbrando una reconversión forzada que propició una rapidísima concentración empresarial. Aun con los rescates de Factorías Juliana o Factoría Naval de Marín –por parte de Armón y Nodosa, respectivamente– la actividad en nuevas construcciones se ha reducido a cosa de siete actores, profundamente heterogéneos en cuanto a objeto de negocio y a músculo. Con Vigo como epicentro, el sector vive hoy una curiosa paradoja: son los estertores del mayor astillero privado de España, y son los comienzos de un gigante sin parangón en este negocio a nivel nacional. A falta de que la jueza Amelia Pérez Mosteiro oficialice la operación, Armón doblará en capacidad al resto de players del sector. Con seis astilleros, la compañía que preside Laudelino Alperi superará los 300.000 metros cuadrados de superficie, superior a la suma de los astilleros activos en el segmento de construcción en toda la península. No tendrá rival.
Armón adquirirá así una estructura similar a la de los grandes referentes europeos, con múltiples infraestructuras independientes capaces de acometer proyectos de reparación, construcciones en fibra de vidrio, aluminio, buques de pasaje, militares o cruceros. No con el tamaño de holdings como Damen, Fincantieri o Chantiers de l’Atlantique, pero sí con similar versatilidad. El corazón de Armón está en Navia, que empezó a latir en 1964 y que dispone de algo más de 34.000 metros cuadrados. Este pilar del grupo está especializado en la construcción de remolcadores, con posibilidad de producción en serie, con un muelle de armamento de 300 metros. Sus tres gradas le permiten asumir proyectos de hasta 124 de eslora. Nada que ver con los 190 metros de las dos gradas de Barreras, que en 2018 firmó el contrato para el mayor buque ensamblado nunca en la ría. Era el ferri de 191 metros para Naviera Armas –la construcción 1708–, que nunca arrancó. Armón Navia fue el pulmón industrial de la empresa, por capacidad, hasta la compra de la malograda –por Factorías Vulcano, acusada de provocar su quiebra– Factorías Juliana. Casi 150.000 metros cuadrados con dos diques secos (drydock, en Galicia solo tienen Metalships y la pública Navantia) y capacidad para asumir proyectos de 190 metros.
Crecimiento inorgánico
El equipo de Alperi ha sabido aprovechar las oportunidades que le han sido brindadas por malas gestiones empresariales en el sector. No solo creció de forma exponencial con la adquisición de Juliana (ahora, Astilleros Armón Gijón), sino que ya había hecho lo propio con Construcciones Navales Santodomingo en 1999. Aquella compañía, autora por ejemplo de la última construcción de la singladura de Pescanova SA (el Sil), se llama ahora Armón Vigo. Será la hermana mayor de Barreras, siendo cinco veces más pequeña que la de Beiramar número 2. Viven puerta con puerta. También dispone de un astillero en Burela, para buques de menor porte (hasta 80 metros) e instalaciones para la construcción de embarcaciones de aluminio (Auxnaval, en Puerto de Vega). Desde 2009, por último, se garantizó capacidad industrial para la producción propia de corte y conformado de acero gracias a una empresa propia. Está por definir la complementariedad de estas instalaciones con las naves de chapa de Hijos de J. Barreras, que forman parte de la unidad productiva próxima a su enajenación. Esta filial permitió a Armón, por ejemplo, no sufrir cortes en la cadena de suministro de aceros como consecuencia de la invasión de Ucrania.
Con un tamaño medio de unos 45.000 metros cuadrados, los astilleros en activo de España lidiarán ahora con un elemento desconocido por tamaño, pero con el que compartirán muchos agentes financieros y de seguros. La suma de todas sus instalaciones, según reportan cada uno de ellos en sus páginas corporativas, ronda los 285.000 metros cuadrados. Se trata de Zamakona, Balenciaga, Gondán, Murueta, Construcciones Navales Paulino Freire, Nodosa y Metalships. Este grado de concentración que propiciará la liquidación de Hijos de J. Barreras obligará a la intervención de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), cuyo dictamen será vinculante. Su análisis no comenzará hasta que Armón notifique el cierre formal de la operación, y que no se formalizará hasta que el Juzgado de lo Mercantil ratifique el criterio de los administradores concursales. Ninguna de las fuentes jurídicas consultadas por FARO ha estimado que el criterio de la magistrada pueda ser distinto al de Tahice Legal, que ha coincidido por cierto con el de la propiedad de Barreras, Ritz-Carlton (a través de la sociedad Cruise Yacht YardCo., controlada por el fondo Oaktree). Fue la titular del juzgado la que designó a esta empresa para proceder a la quiebra ordenada del astillero que presidía, hasta el pasado junio, el canadiense Douglas Prothero. El informe emitido por los liquidadores, que este martes avanzó FARO en primicia en su edición digital, volvió a recibir ayer sonoras críticas por parte de la plantilla. A su juicio, se trata de un análisis “torticero” que desprecia a la plantilla, por cuanto la oferta de Gondán incluía la subrogación de todos los trabajadores, frente a la veintena de Armón. Según los últimos balances disponibles, el grupo cuenta con unos 150 trabajadores propios en Galicia y Asturias.
Pedidos
En ese documento de Tahice Legal se avanzan los dos buques con los que los de Laudelino Alperi arrancarán esta nueva etapa de Barreras. El primero, un oceanográfico para Islandia presupuestado en 33,5 millones para el Marine & Freshwater Research Institute (MFRI). Armón ganó esta puja a la propia Gondán y a la viguesa Freire. Con 70 metros de eslora, reemplazará al vetusto Bjarni Sæmundsson, construido en 1970. Hasta la fecha, y a excepción de pequeñas unidades, las instalaciones de Barreras nunca se habían adentrado en este segmento de negocio, el de los oceanográficos, en el que el naval de Vigo es referente a nivel mundial.
El segundo buque será un arrastrero congelador de 60 metros de eslora para la pesquera argentina Red Chamber. Faenará merluza y reemplazará al Promarsa II, construido en Asturias por Gondán en 1980 para la desaparecida Compañía Internacional de Exportación e Importación (Cieisa) y bautizado entonces como Cieisa Diecisiete. Compartió faena, caladero y empresa con unidades como el Arcos, Ribera Vasca y Aracena. El último pesquero ensamblado en Barreras fue el atunero Albatún Tres, para la armadora Albacora, una de las insignes clientas del astillero. Se entregó en 2004. El idilio entre la pesquera y el astillero se rompió en el otoño de 2019, cuando el expresidente José García Costas no pudo convencer a los Lachaga de ejecutar una inmensa ampliación de capital para corregir el desequilibrio patrimonial de la empresa.