La economía europea ha entrado en 2022 más débil de lo previsto hace tan solo tres meses. La rápida propagación de la variante ómicron, los cuellos de botella en las cadenas de suministro y la subida de los precios de la energía han ralentizado el crecimiento. Aún así, y aunque los número siguen lejos de los vaticinados por el Gobierno de Pedro Sánchez, la Comisión Europea revisa al alza sus previsiones de crecimiento para la economía española. Según Bruselas, España cerró 2021 con un crecimiento del 5% (frente al 4,6% pronosticado en noviembre), espoleado por la inversión y las exportaciones netas, mientras que crecerá un 5,6% en 2022 (una décima por encima de lo anticipado) y un 4,4% en 2023.

El Ejecutivo comunitario sostiene que el rápido aumento de las infecciones de covid-19 en las últimas semanas de diciembre ha tenido un impacto inmediato “moderado” en la economía debido a la existencia de restricciones más suaves que las vividas al inicio de la pandemia. Aún así, admiten que “es probable que en el primer trimestre de 2022 se produzcan efectos adversos más importantes” debido al resurgimiento de las infecciones y que “el creciente número de bajas laborales vaya a actuar como un lastre para la oferta de trabajo”, señalan las nuevas previsiones interinas de invierno. Resultado de esta situación será la ralentización del crecimiento del PIB hasta el 0,6%.

El análisis, no obstante, estima que el crecimiento económico se recuperará a partir del segundo trimestre de 2022, con tasas de crecimiento trimestrales superiores al 1% que se mantendrán hasta principios de 2023. A partir de entonces, empezará a moderarse de nuevo. Se espera que el consumo privado y la inversión sean los principales motores que tiren del crecimiento español cuyo consumo e verá apoyado por el ahorro acumulado durante la pandemia, los recientes aumentos de las pensiones y la aplicación del plan de recuperación y resiliciencia. Al rebote de la economía también les ayudará la normalización gradual del turismo internacional que ofrecerá una contribución positiva. Aún así, España no conseguirá recuperar su nivel del PIB previo a la pandemia hasta el cuarto trimestre de 2022.

Inflación récord

En cuanto a la evolución de la inflación, alcanzó su pico máximo en España durante el último trimestre de 2021, con una subida del 5,8%, debido a la desbocada subida de los precios de la energía. La nueva radiografía macroeconómica presentada este jueves por la Comisión augura que la inflación general se mantendrá elevada en el primer trimestre de 2022 debido principalmente a los precios de la energía. Además, se espera que los productores trasladen a los consumidores parte del aumento de los costes no salariales. A partir del segundo trimestre, sin embargo, se espera que comience una desaceleración que continúe en 2023 gracias a la estabilización de los precios de la energía y a la inversión de los efectos de base. En general, se prevé que la inflación anual aumente del 3% en 2021 al 3,6% en 2022, para luego disminuir al 1,1% en 2023.

Las previsiones económicas de invierno también auguran que la economía europea, tras un crecimiento del 5,3% en 2021, crecerá un 4% en 2022 y un 2,8% en 2023. En el caso de la Eurozona la previsión es también del 4% para este año y una décima menos, el 2,7%, para el próximo. La Unión Europea en su conjunto alcanzó su nivel de PIB anterior a la pandemia en el tercer trimestre del año pasado y se prevé que todos los Estados miembros hayan superado este hito a finales de 2022. La nueva radiografía muestra, según Bruselas, que la pandemia seguirá condicionando el crecimiento a corto plazo, con muchos países bajo presión debido a los problemas de los sistemas sanitarios y la escasez de personal debido a la enfermedad o las medidas de prevención. 

“Los cuellos de botella logísticos y de suministro, como la escasez de semiconductores y algunas materias primas metálicas, también seguirán pesando sobre la producción, al menos durante el primer semestre del año” y “se espera que los precios de la energía sigan siendo elevados durante más tiempo del previsto en las previsiones de otoño, lo que supondrá un lastre más prolongado para la economía y mayores presiones inflacionistas”, admite la Comisión que insiste en que más allá de las turbulencias a corto plazo, los fundamentos que sustentan esta fase expansiva siguen siendo sólidos. Entre los elementos positivos destacados por Bruselas: la mejora continua del mercado de trabajo, el elevado nivel de ahorro de los hogares, las condiciones de financiación todavía favorables y el despliegue de los planes nacionales de recuperación que serán "factores que permitirán mantener una fase de expansión prolongada y sólida”.