En la jornada inaugural el pasado viernes de la oficina técnica creada por el Clúster Alimentario de Galicia (Clusaga) y la Xunta para apoyar los proyectos que quieren beneficiarse de los fondos Next Generation participaron un centenar de empresas. “Es evidente el interés”, asegura Roberto Alonso, gerente de Clusaga, “conscientes de que estamos ante una oportunidad única”. Algunas de las grandes firmas del sector en la comunidad, como Anfaco, Coren, Congalsa, Calvo, Gadisa, Vegalsa, Hijos de Rivera, Jealsa, Viña Costeira, Martín Codax o Larsa, adelantaron ya su interés por impulsar iniciativas tractoras “capaces de transformar el tejido industrial” de Galicia. Y eso es lo que la oficina técnica quiere hacer a partir de las ideas que van llegando, “muchas individuales por el momento, más de medianas que de pequeñas empresas”. Buscar las posibles sinergias entre proyectos para presentar “candidaturas sólidas”. La vicepresidencia segunda y Consellería de Economía, Empresa e Innovación estima que los proyectos que se barajan en la comunidad suman unos 1.000 millones de euros y permitirían crear alrededor de 4.000 empleos.
La cuenta atrás para revolucionar el sector comenzó ayer con la aprobación en el Consejo de Ministros de un Proyecto Estratégico para la recuperación y transformación económica (Perte) específico para la industria agroalimentaria. Supone el 10% del Producto Interior Bruto (PIB), con más de 53.000 millones de euros en exportaciones, casi 30.300 empresas y 517.300 puestos de trabajo.
“El sector productor se caracteriza por un alto nivel de atomización”, resalta el Gobierno en el resumen ejecutivo del Perte. En la parte industrial conviven mayoritariamente pymes y grandes grupos nacionales e internacionales, mientras que en distribución destaca “un alto nivel de concentración de la oferta” en el canal mayorista y “el comercio especializado más disperso”. “La posición del sector en nuestra economía y su importancia para fortalecer la cohesión social y territorial hace que sea imprescindible apostar de manera decidida a través del Perte agroalimentario –señala el Ejecutivo– por la innovación y la digitalización de todo el sector, a través de programas de apoyo que promuevan una producción agroalimentaria sostenible, competitiva y resiliente”.
Por si quedaba alguna duda de ese fundamental papel, la pandemia afloró todo el protagonismo que la industria agroalimentaria tiene en el día a día de la sociedad en general y, particularmente, en la economía gallega. A ella se le debe, entre otras razones, que la región sufriese menos el batacazo por el confinamiento, las restricciones a la movilidad y el parón en el consumo. La producción de las empresas de alimentos y bebidas superó los 7.600 millones de euros en 2020, más de una cuarta parte de todo el entramado industrial de la autonomía. Antes de la llegada del COVID-19, su cifra de negocios rondaba los 9.800 millones, con las derivadas de la pesca a la cabeza (4.077 millones), seguidas de las cárnicas (1.350 millones), lácteas (1.094 millones), piensos (1.079 millones) y la elaboración de bebidas (1.042 millones). El sector reúne a más de 2.500 empresas y por encima de 34.000 ocupados.
El principal objetivo de los proyectos que se perfilan en Galicia para captar fondos europeos es “la mejora competitiva, con la modernización de las instalaciones mediante la incorporación de nuevas tecnologías y procesos”, asegura el gerente de Clusaga. El Perte lo tiene muy en cuenta. Reserva 400 millones de euros para un paquete centrado en la competitividad, la sostenibilidad y la trazabilidad de los alimentos. Otros 454,35 millones van para la adaptación digital en toda la cadena de valor, incluido el sector primario; y cerca de 149 millones para medidas de I+D. Sumado a la inversión privada, el Gobierno prevé “un impacto de partida” en la economía “de aproximadamente 3.000 millones de euros” y la creación neta de 16.000 puestos de trabajo.
Un sector estratégico
La producción industrial crece un 8%
La producción de la industria de Galicia cerró el pasado 2021 con un crecimiento medio a lo largo del ejercicio del 8,2%, según el balance publicado ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). El indicador no estaba en tasas positivas desde 2018 (4,9%). En 2019 la actividad se redujo en la comuniad un 3,8% y un 8,5% en 2020, coincidiendo con la llegada de la pandemia. En el conjunto del país, la producción industrial subió un 7%. La energía, primera rama industrial en Galicia, aminoró su producción un 1,2%. La alimentación la elevó un 6,6%. Y la automoción, que venía de volúmenes récord en 2020, bajó solo un 2,6% a pesar de los enormes problemas provocados por la falta de chips. Productos metálicos y metalurgia elevaron su producción un 2,7% y un 7,1%, respectivamente. La confección de ropa muestra una clara recuperación poscoronavirus con un alza de casi el 49%.