Cibrán Inversiones y Solainainvest, controladas por el empresario vigués Modesto Rodríguez Blanco, y Escaribel Investment, en la cartera de Josefa Ortega Gaona, exconsejera de Inditex y hermana del fundador, son tres de las sociedades de inversión de capital variable, popularmente conocidas como sicavs, que comunicaron el cierre en las últimas semanas. Los respectivos consejos de administración tienen la intención de proponer a sus accionistas “la disolución y liquidación” del negocio, “acogiéndose la citada operación al régimen transitorio introducido por la Ley 11/2021, de 9 de julio, de medidas de prevención y lucha contra el fraude fiscal”, según las notificaciones enviadas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Desde el pasado 1 de enero, todas las sicavs que no lleguen a los 100 accionistas o alguno de ellos participe en el capital con menos de 2.500 euros tienen que olvidarse de tributar a solo un 1% en el Impuesto de Sociedades. El tipo sube hasta el 25%. La otra alternativa es desaparecer a lo largo de este año, como anunciaron ya las sociedades vinculadas a Rodríguez Blanco y Ortega Gaona y un millar más. Se esperaba la decisión de la hija mayor de Amancio Ortega y Rosalía Mera con Soandres. El equipo de Sandra Ortega seguirá adelante con una de las mayores sicavs de España y, por tanto, pagará el 25% de Sociedades, mientras que a otros grandes patrimonios de Galicia en principio no les afectará la entrada en vigor de la ley.
Al cierre del pasado ejercicio, Soandres tenía 106 accionistas (113 en 2020), pero el 99,6% del capital está bajo la tutela de Rosp Corunna, el principal brazo inversor de Sandra Ortega. La actualización del folleto de la sicav recoge el cambio en la fiscalidad: “El tipo aplicable en el Impuesto de Sociedades es el 25% (tipo general”. Un dato que la sociedad estaba obligada a incluir expresamente en la información a los mercados para poder seguir operando.
El patrimonio de Soandres superó los 255 millones de euros en 2021 con una rentabilidad del 5,2%. En los últimos diez años, la sicav solo tropezó en 2018, cuando bajó un 4,2%. “Respecto a la actuación previsible para los próximos meses, por el momento Soandres seguirá optando por una estrategia conservadora”, señalan sus gestores en el informe del último trimestre de 2021, pendientes de la evolución de la inflación, una posible política monetaria “demasiado agresiva” de la Reserva Federal y “la incertidumbre” provocada por la variante ómicron.
Ni Guntín ni Currelos, las dos sicavs conocidas en los inversores de Luis Fernández Somoza, el que fue dueño de Azkar, se suman por el momento a la ola de cierres. En su caso, la actualización del folleto no menciona ningún cambio de tributación. Ambas acumulan un abultado número de socios, alrededor de los 300, aunque en ambos casos más del 99% del capital se concentra en un único accionista de referencia. Tampoco comunicaron su extinción en el plazo dado para hacerlo. En esa misma situación están Silleiro y Vivero, de Juan Carlos Rodríguez Cebrián, ex director general de Inditex, y su mujer, Dolores Ortega; Jogami, la otra sicav de Josefa Ortega; y Moterfin, presidida igualmente por Modesto Rodríguez.
“Hay sociedades que están teniendo problemas para conseguir ampliar el número de socios y en los importes que marca la ley, sobre todo las que son más pequeñas”, señala Francisco Sánchez, director de Renta 4 Banco en Vigo. Las sicavs suelen llevar detrás el peso de un gran patrimonio o una familia inversora que busca retener el control mayoritario para beneficiarse de la, hasta ahora, suculenta rebaja fiscal. “Llevamos meses tramitando disoluciones, pero también fusiones entre sociedades para adaptarse al nuevo contexto –explica Sánchez–. Y, como nosotros, el resto de entidades”.
Los “mariachis”, una especie inversora camino de la extinción
Los accionistas de referencia de la mayoría de las sicavs aglutinan paquetes de capital elevadísimos porque también buena parte de ellas son, simplemente, sociedades de inversión que lo único que buscan es reducir la factura fiscal de sus ganancias. Junto a esos millonarios de cabecera figuran un montón de socios más, hombres de paja, bautizados como “mariachis” en el argot financiero, por su labor de acompañamiento para alcanzar la cuota de 100 accionista necesarios para montarla.