El aparente desajuste que existe entre el fuerte crecimiento de indicadores como el empleo o los ingresos fiscales en España frente a una subida del PIB más tenue de lo esperado despierta recelos y ha abierto un debate sobre qué factores se esconden detrás de esa brecha estadística. El propio Gobierno ha hablado esta misma semana de un “desacople” que califica de “inusual”, “llamativo” y “anómalo”, en palabras del secretario de Estado de Seguridad Social, Israel Arroyo, y también el Banco de España reconoce la existencia de “discrepancias” entre unos datos y otros difíciles de encajar por el momento.

Diversos analistas y expertos coinciden en que las tasas de crecimiento económico y las de mejora del empleo y los ingresos fiscales suelen ser próximos, pero el ritmo al que suben hoy por hoy es notablemente distinto según las estadísticas oficiales. Una de las opciones con las que se especula es que el cálculo del PIB no se ajuste correctamente a la realidad, lo que ha colocado bajo el foco al Instituto Nacional de Estadística (INE), responsable de elaborar unas cuentas nacionales que son, a su vez, la base de las estimaciones de otros organismos.

La presión en torno a su trabajo se ha recrudecido y han surgido ya algunas críticas por las recientes revisiones de sus propias proyecciones: en julio avanzó un repunte del PIB del 2,8% en el segundo trimestre del año, pero finalmente rebajó el crecimiento a un leve 1,2%. Menos pronunciada fue la revisión (en este caso al alza) de sus estimaciones para el tercer trimestre, cuando avanzó un crecimiento del 2% y posteriormente lo incrementó hasta el 2,6%.