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Dos décadas de divisa común

Veinte años del euro: cuando un café costaba 100 pesetas (60 céntimos)

Desde que el euro comenzó a circular, la inflación, con años de descenso incluidos, ha acumulado un alza de en torno al 50% y los salarios, no la han alcanzado

Colas en el banco de España por la entrada del euro en 2002.

Hubo un tiempo en el que tomarse un café en España no llegaba ni a las 100 pesetas (los 60 céntimos de hoy). Hace, concretamente, 20 años, justo cuando el euro, empezó a circular, el 1 de enero de 2002, culminando con un proceso de unión monetaria y económica (UEM) en tres fases que comenzaron el 1 de julio de 1990. Hoy difícilmente uno puede beberse una taza en un bar por menos del doble.

Aquellos días, en la nochevieja del 2001 al 2002 aún se pagó con pesetas. Pero al día siguiente una nueva moneda, de la que cada unidad equivalía a 166,386 pesetas, entró, en nuestras vidas para quedarse, junto con los céntimos (la centésima de la unidad monetaria), olvidados desde hacía años.

Lo normal es que hubiera mucha expectación inclusive para un día festivo como el de año nuevo. "Tranquilos que habrá euros hoy, mañana, al otro y al otro", tuvo que salir a explicar Luis Berges, director del Banco de España en Barcelona el 1 de enero de hace 20 años ante los cientos de personas que hacían largas colas ante la sede de la entidad en la plaza de Catalunya. El tiempo le dio la razón, pero en ese momento, la advertencia cayó en saco roto. Fuera por la novedad o por temor a escasez de billetes y monedas, la gente no se marchó. Lo mismo pasó en otras sedes del Banco de España. Era un cambio sin precedentes.

Euros todos los días y a todas horas

"¿No ve que estamos viviendo un momento histórico? Tenemos derecho a que nos atiendan", respondió una airada señora que esperaba desde antes de las once de la mañana, cuando el banco y otras 900 sucursales bancarias en toda España abrieron las puertas. "Creo que están confundidos. Habrá euros todos los días. Si se quedan hoy acabarán comiendo a las cinco de la tarde", insistió. Pero ni caso.

Al final, ante la avalancha de público, el Banco de España tuvo que cerrar las puertas una hora antes de lo previsto. Este periodista, presente en ese acontecimiento, da fe de ello. La realidad se impuso y al poco tiempo la situación se normalizó al comprobar que había euros todos los días y a todas horas. De hecho, para el conjunto de la zona euro se acuñaron 50.000 millones de monedas e imprimieron. 14.500 millones de billetes, de los que 10.000 millones ya iban a circular a lo largo de ese enero.

La misma escena que en el Banco de España se vivió en las oficinas bancarias que abrieron sus puertas, con la limitación de 600 euros por cliente, para evitar que se acaparara. La mayoría querían cantidades muy inferiores, con algunas excepciones de personas más ansiosas que llevaban una bolsa de deportes o un maletín y, en estos casos, tenían que dirigirse al Banco de España. En todo caso se han podido cambiar pesetas por euros hasta el 30 de junio de 2021.

La moneda única ha resultado, en esencia, un éxito. Su implantación fue rápida. En este tiempo, la inflación ha acumulado un aumento de casi el 50%. Es verdad que hay productos que incluso pueden resultar más baratos pero otros son extremadamente más caros: Un ejemplo, la barra de pan, con tanta competencia y tipologías de productos se hace difícil cualquier comparación. Y lo mismo sucede con otros bienes y servicios, pero en conjunto, la subida de la cesta de la compra ha sido innegable. Los salarios, en cambio, se han revalorizado unos 20 puntos menos, alrededor del 30%, si se toma como referencia el sueldo medio. Eso significa que han perdido poder de compra. La inflación de diciembre de 2021, disparada hasta el 6,7%, contribuye a ampliar esa brecha.

El redondeo

El mayor salto de precios se produjo en 2002, con el famoso redondeo y cuando productos que costaban 100 pesetas, de la noche a la mañana, pasaron a costar 166,386, el cambio de la peseta respecto al euro. Un aumento de más del 60%. De 100 a pesetas a un euro sin solución de continuidad. "Es más fácil un euro que no sé cuántos céntimos", se excusaban algunos. Luego, con precios con un punto de partida más elevado, las aguas volvieron a su cauce y la peseta quedó como un recuerdo y un referente par calcular para quienes han vivido una buena parte de su existencia con esa moneda.

Desde que el euro comenzó a circular por las calles hasta hoy se han vivido tres grandes crisis. La primera, que estalló en 2008, tuvo su inicio en el sector inmobiliario y se trasladó al conjunto de la economía. La segunda en 2010, castigó a la deuda europea. Tuvo como origen un endeudamiento externo del sector privado que derivó en una crisis bancaria.

Crisis y rescates

Esta se transformó en una crisis fiscal y, por las fallas en la gobernanza económica de la zona euro, en una crisis de deuda soberana, que desembocó en el rescate de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre y que obligó a Bruselas a lanzar un salvavidas de hasta 100.000 millones a España. Y en 2020, la crisis del coronavirus, que ha significado el mayor desplome del producto interior bruto (PIB) en tiempos de paz.

De todas estas situaciones se han extraído lecciones y todas han servido para corroborar que, con sus defectos y carencias, la moneda única y todo lo que conlleva de compromiso de tipos de interés y otras variables, ha servido para que los golpes, que los ha habido, fueran menores de lo que hubieran sido sin el euro, según los expertos.

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