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El Cesce afronta un riesgo de más de 400 millones si se frustra el proyecto ‘Evrima’

El crucero de lujo “Evrima”, el día que abandonó Vigo, en marzo, con la promesa de regresar en el plazo de un mes. | // MARTA G. BREA

Los 43 millones de euros que Hijos de J. Barreras ingresó por el sistema de bonificación tax lease, aplicado al crucero de lujo Evrima, le permitieron saldar su deuda con las entidades financieras. Salvo que Abanca llegase en algún momento a activar los esquemas de financiación de las construcciones 1708, 1710 y 1711 –el ferri de Armas y los dos cruceros de Havila Kystruten, respectivamente–, el astillero no tiene nada pendiente con los bancos. Y dado que el Consejo de Ministros validó una subvención de hasta otros 23 millones –amparada en el Real Decreto 874, por los tipos de interés–, las facturas impagadas a los proveedores por el mismo buque también están blindadas. Así que, a día de hoy, quien más tiene que perder en este proyecto tiene un único nombre: el Estado, a través de la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce). Una eventual liquidación de Barreras dejaría sin opciones de cobro a los acreedores de los barcos de Havila y Armas, que suman más de 12 millones de euros en deudas, pero es el erario público quien tiene todas las de perder si The Ritz-Carlton Yacht Collection (marca comercial de Cruise Yacht OpCo), con su patrón Douglas Prothero a la cabeza, no remata el crucero. Su exposición supera los 400 millones de euros.

Antiguo departamento de Ritz en Barreras, desmantelado. // FdV

Cuando Barreras amarró este pedido, en 2017, la naviera se aseguró un crédito de 195 millones de euros. En aquel momento, el euro se cambiaba a unos 1,12 dólares. ¿Por qué es importante esto? Ilustra a la perfección cómo el riesgo real de la operación, finalmente calamitosa, no fue asumido ni por Ritz, por su cabecera Marriott International ni ninguna otra mercantil privada. El contrato inicial para la construcción del Evrima ascendió a 240 millones de dólares, como consta en la documentación de Cesce de aquel ejercicio. En resumen, la armadora, controlada por uno de los mayores fondos de inversión del mundo (Oaktree, integrado ahora en Brookfield Asset Management), únicamente arriesgó de inicio 21,6 millones de dólares. Al tipo actual de cambio, apenas rebasa los 19 millones de euros. Un gigante con poco riesgo: a cierre de septiembre, Oaktree contaba con activos bajo gestión por importe de 158.000 millones de dólares, equivalentes al doble del producto interior bruto (PIB) anual de Galicia.

Aquellos 195 millones de euros solo fueron el inicio. El buque incurrió en un primer desfase presupuestario a los dos años de la firma, por más de 80 millones de euros. El Cesce volvió a blindar la operación, casi al completo, hasta los 321,5 millones de euros que pasaba a costar la ejecución del proyecto. Pero tampoco se quedó ahí, ya que en octubre de 2020 el astillero, ya bajo el control total de la estructura societaria de Oaktree, detectó un segundo sobrecoste. Según las últimas cuentas anuales disponibles, éste ascendía a 49 millones de euros, aunque fuentes próximas a la compañía dan por hecho que la cantidad fue superior. Ese tercer blindaje del Cesce es el que incrementa su exposición al crucero de ultralujo por encima de los 400 millones de euros.

Sería lógico pensar que Ritz-Carlton, Marriott, Oaktree o algunos de los fondos vinculados al Evrima –uno de los inversores de este barco es el fundador de PokerStars, Mark Scheinberg, a través de Mohari Hospitality– tuviesen que responder a nivel patrimonial de no rematarse el buque, por ejemplo. Pero no. La operación se configuró como un project finance; se creó una SPV (Special Purpose Vehicle) para adquirir un activo muy apalancado. Pero detrás de la construcción no hay una naviera que responda con sus activos –una Royal Caribbean, una Armas o una MSC–, sino la única garantía es el Evrima. Pescanova SA, por ejemplo, también estructuró su inversión en la macroplanta de rodaballo de Portugal con esta figura financiera; Nueva Pescanova solo tuvo que entregar las llaves cuando lo consideró un activo no estratégico, y la deuda se la quedaron los bancos lusos. En el caso del buque de Ritz, a lo largo de doce años, con la explotación del crucero ultrapremium por la venta de billetes, Cruise Yacht iría devolviendo el dinero a los financiadores.

El espaldarazo del “coloso” hotelero Marriot

Azora fue el primer nombre con el que fue bautizada la construcción 1705 de Hijos de J. Barreras. En la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo, por sus siglas en inglés), esa marca consta como registrada a nombre de Cruise Yacht OpCo, la mercantil de Malta que explota la marca The Ritz-Carlton Yacht Collection. Pero Evrima, como se llamará finalmente, está a nombre de The Ritz-Carlton Hotel Company, con sede en Atlanta y filial del coloso hotelero Marriott. Pese al fiasco del proyecto, y al daño reputacional, la compañía norteamericana mantiene su respaldo a esta división de flota que explota su marca.


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