El examen no era fácil. ¿Qué pasaría si la pandemia se resiste a pisar el freno y la crisis económica provoca otra caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,9% este año y un 2,8% adicional en 2022? Ni los análisis más pesimistas contemplan semejante escenario, pero la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) y el Banco de España quieren ser lo más estrictos posibles en sus test al sistema financiero para, precisamente, evitar una hecatombe. El resultado de las pruebas de este año, como recuerda el regulador español en su Informe de Estabilidad Financiera de otoño, “reflejan una elevada capacidad de resistencia agregada del sector bancario”.
Con “diferencias significativas” entre entidades, pero sin rastro en cualquier caso de la necesidad “de una intervención supervisora extensa bajo este escenario”. “Uno de los elementos que explica esta elevada capacidad de absorción de riesgos por las entidades –destaca el documento publicado ayer– son las medidas implementadas por las autoridades para combatir los efectos económicos y sociales de la crisis”.
Escapando de la pandemia
Con el coronavirus todavía al acecho, Abanca cerró el tercer trimestre del actual ejercicio con “una tasa de morosidad que bate metas al situarse en el 1,9%”, según destaca el primer operador financiero de Galicia en sus cuentas consolidadas del periodo. Su beneficio se disparó casi un 50%, hasta los 206 millones de euros, y los objetivos de su nuevo plan estratégico 2021-24 “continúa superando el grupo de objetivos, tanto en generación de resultados, como en mejora de recurrencia y dinamismo de actividad comercial”.
A lo largo del análisis del negocio entre enero y septiembre, la entidad destaca “la mejor evolución” de la recuperación en Galicia, su principal mercado, frente a otras comunidades. Lo que también permite que los instrumentos de liquidez concedidos con y sin amparo público para frenar el impacto del COVID-19 en la economía no presenten de momento un problema de solvencia.
El importe de los préstamos con moratoria de pago todavía en vigor a 30 de septiembre rondaban los 320 millones de euros, unos 200 millones de hogares y 118,7 millones de empresas. A finales del pasado 2020 superaban los 1.044 millones. Entre las moratorias activas, el 86% se encuentra en situación normal, con 5 millones refinanciados y otros 29 millones donde aumentó el riesgo, pero sin deterioro crediticio. Sí corren más riesgos moratorias por un importe de 6,5 millones calificadas formalmente de dudosas, incluidos 2,6 millones de pago improbable, aunque no vencido a menos de 90 días.
Los préstamos con ayudas públicas a través de las garantías el ICO ascendían a 3.403 millones de euros. De ese total, se reestructuraron operaciones por valor de 51,1 millones de euros (1,5%) y las que entraron en exposiciones dudosas suman alrededor de 8 millones (0,2%). En comparación con el 31 de diciembre, ambos saldos aumentaron un 47% y un 65%, respectivamente, aunque siguen siendo cantidades simbólicas respecto al global de la financiación.
Política de desinversiones
En el resumen del negocio de los primeros nueve meses del año, Abanca subraya “la aportación de la política de desinversión” en activos improductivos o áreas que no son puramente financieras. Menciona expresamente los inmuebles. La venta de adjudicados dejó unas ganancias próximas a los 18 millones de euros, un 63% más que en el mismo periodo de 2020. No consta el resultado de las ventas de participadas. Se deshizo del 31,56% de Terminal de Graneles Agroalimentarios de Santander y redujo al 49% su capital en Inventium Consultoría. Entre las compras destacan el lanzamiento de la sociedad con la Xunta para la gestión de los proyectos tractores candidatos a los Next Generation (38%), la subida al 46% de su cuota en Txstockdata y las acciones que le quedaban para llegar al 100% del Natur-Hotel Spa de Allariz. Además, Abanca vendió un paquete de 30,9 millones de euros de préstamos fallidos.
El Banco de España avisa de que hay “niveles elevados de riesgo” para la recuperación
El Banco de España constata la recuperación de la economía desde abril y que la incertidumbre sobre la senda de crecimiento a corto y medio plazo “se ha reducido” gracias a la mejora de la situación sanitaria, pero alerta del riesgo por varias vulnerabilidades y riesgos en “niveles elevados” todavía. Entre ellos cita la recuperación desigual entre sectores o una elevada inflación más persistente de lo que actualmente se estima. El Informe de Estabilidad Financiera de otoño de 2021 publicado por el organismo gobernado por Pablo Hernández de Cos, que precisamente ayer mantuvo un encuentro con el presidente y el director del Foro Económico de Galicia, Emilio Pérez Nieto y Santiago Lago, y una comida de carácter privado con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, apunta que las previsiones centrales sobre la economía española, en el corto plazo, recogen la continuación de la recuperación, que se ve favorecida por el progreso en la campaña de vacunación, el levantamiento de las medidas de contención de la pandemia y el respaldo de las políticas económicas, así como la llegada de los fondos europeos. El regulador percibe también “ciertas señales de deterioro” de la calidad del crédito, con un notable aumento de los préstamos en vigilancia especial y de las refinanciaciones, especialmente entre los clientes con aval ICO.