Galicia acumula tres décadas ininterrumpidas de saldo vegetativo negativo. Desde 1988, mueren muchas más personas de las que nacen, con una cifra récord de 32.400 fallecimientos el pasado ejercicio y un mínimo histórico de 16.500 nuevos bebés por los estragos del coronavirus. La pandemia también se notó en los movimientos migratorios, aunque en este caso jugó a favor de la comunidad. Por primera vez en los últimos ocho años, las llegadas desde el resto de España (21.070 personas) superaron a los que se fueron (14.862). Esa misma tendencia se venía notando ya desde hace tiempo en los flujos con otros países, hasta el punto de que Galicia pasó de ser un destino casi anecdótico para los extranjeros, a liderar el incremento del empleo en el colectivo ahora mismo en todo el Estado.
El pasado julio había 46.138 afiliaciones a la Seguridad Social de foráneos asentados en Galicia, una cifra sin precedentes. Al colectivo también le pasó factura el fin del verano. Pero menos. Su ocupación se redujo un 0,5% en los dos meses siguientes, frente al 1,3% de la caída total de cotizaciones en la comunidad. A 30 de septiembre estaban dados de alta cerca de 45.900 extranjeros, muy por encima de los 39.800 de febrero de 2020, cuando estalló la crisis sanitaria, y del último septiembre de la vieja normalidad (39.807). De hecho, sin su presencia, el mercado laboral de Galicia no hubiera recuperado todavía los niveles anteriores al COVID-19.
Etapa de crecimiento
¿Cuánto crecieron las afiliaciones en la comunidad en comparación con septiembre de 2019? En 4.308. ¿Y cuánto subieron en concreto las de trabajadores de otra nacionalidad? Son 6.091 más. “Las economías absorben más mano de obra foránea en etapas de crecimiento”, recuerda Maica Bouza, responsable de Emprego de CC OO en Galicia, con el agravante aquí de la falta de relevo generacional “por ese crecimiento vegetativo tan negativo”. “Lo llamativo –añade– es que nunca fue un territorio atractivo por la propia ubicación, la falta de oportunidades laborales y el tipo de salarios”.
Todos esos territorios que estuvieron a la sombra durante el bum de la inmigración en los años previos a la doble recesión financiera de 2008, encabezan ahora el incremento de la ocupación en el colectivo. Guardan un rasgo en común: el invierno demográfico. Galicia es la región donde más aumentaron las afiliaciones de extranjeros en los dos últimos años, un 15%. Le sigue Asturias (12,6%), Extremadura (9,8%), Navarra (8,9%) y Castilla y León (8,3%). Entre las provincias, solo Ávila tiene un incremento mayor (30,3%) al de A Coruña (17,8%), Ourense (14,7%) y Pontevedra (14,6%). El alza en Lugo fue del 11,4%, según el último balance de la Seguridad Social.
Portugal vs Venezuela
Sí es mucho más heterogénea la evolución según los países de origen. Los portugueses se mantienen como principal grupo de población extranjera trabajando en Galicia, por encima de los 8.300, pero sin apenas variación desde antes del coronavirus. El ascenso más relevante está entre los venezolanos, unos 6.000, tras una subida disparada del 87%. De Brasil son cerca de 3.000, un 14,5% más; y otros tantos de Rumanía, con una caída del 10,3%. Destacan también los incrementos de Colombia (42,3%), Cuba (24%), Perú (21,6%) y Argentina (23,6%). De entre las principales nacionalidades con presencia en el mercado laboral de la comunidad, el otro retroceso notable es Bulgaria (5,2% menos).
Lo habitual, como relata Maica Bouza, es que una parte importante del colectivo vaya a sectores básicos de la economía. Especialmente las mujeres, que suelen encontrar un hueco “en el sector de los cuidados, tanto en los servicios sociales, como en el empleo en el hogar, donde empieza a verse cierta recuperación tras la crisis del coronavirus”, detalla la secretaria de Emprego de CC OO en Galicia. Precisamente entre las empleadas del hogar, el número de afiliaciones de extranjeras aumentó un 28% en los dos últimos años, hasta rozar las 4.000. Es el régimen de cotización a la Seguridad Social que más crece en el colectivo. El del Mar lo hizo un 10%; un 19,6% el de autónomos; un 5,3% el agrario; y un 14,6% el resto del régimen general.
El comercio en cabeza
Con los datos tanto de asalariados como de trabajadores por cuenta propia, el comercio y las actividades administrativas y servicios auxiliares sobresalen sobre el resto en la contratación de extranjeros: 894 y 803, respectivamente, desde septiembre de 2019. Actividades sanitarias y servicios sociales sumaron cerca de 700: La construcción incorporó a unos 670, el transporte y el almacenamiento a 660 y 480 la industria manufacturera. Cualquiera de estos tres últimos sectores es muy representativo del papel que los foráneos están desempeñando en la revitalización laboral de Galicia. ¿Por qué? Porque son mayoría.
El incremento neto en transporte y logística en estos dos años ronda las 1.200 afiliaciones y 660 son de trabajadores de otros países. En total, la construcción perdió 125 empleos, pero entre los extranjeros aumentó en 673. Lo mismo sucede con las manufacturas: 1.537 cotizaciones menos en general, pero 482 más de foráneos. La única caída importante de sus cotizaciones está en la hostelería, pero solo son 16 menos de los 6.700 empleos destruidos en el sector.