El motor vigués impulsa a Galicia como líder nacional en mercado exterior

Terminal de Bouzas, con cientos de vehículos dispuestos para embarcar. |   // MARTA G. BREA

Terminal de Bouzas, con cientos de vehículos dispuestos para embarcar. | // MARTA G. BREA / Lara Graña / José Carneiro

El mercado exterior fue, en la última doble recesión, el bote salvavidas de buena parte de los sectores estratégicos de Galicia. Con la demanda interna en bypass, la internacionalización mantuvo cadenas de producción de bienes de equipo, manufacturas de consumo o industria pesada, claves para la recuperación. La crisis del COVID ha alumbrado un escenario radicalmente distinto: no existe un colapso financiero –al contrario, hay abundante liquidez y enormes bolsas de ahorro– y la enfermedad ha encerrado a todo el mundo por igual. Pero la diversificación de mercados, de países, aporta músculo a las economías con peso exterior. Y Galicia lo tiene. Sobre todo por la automoción, el textil, la industria metalúrgica y la alimentaria. Entre enero y abril la comunidad exportó bienes por 7.367 millones de euros, un 29% más que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Ninguna otra comunidad española se acercó a estas cifras, impulsadas por el automóvil. Solo las exportaciones de vehículos medraron un 77%; contando con las entregas realizadas por el naval, las ventas exteriores del transporte registraron un avance de más de 80 puntos.

Y en un contexto de extrema dificultad, con una demanda interna muy deteriorada –todavía se matriculan tres cuartas partes de los volúmenes pre-COVID en España–, sin incentivos para la renovación del parque y con un inédito colapso en el aprovisionamiento de componentes que ha paralizado durante semanas la actividad de Stellantis Vigo (antes PSA-Vigo). Una crisis, la de los semiconductores (o chips, utilizados para la gestión del motor o de los sistemas de asistencia a la conducción), que amenaza con quedarse para rato. La patronal europea de proveedores Clepa (European Association of Automotive Suppliers), pronostica que no será hasta “bien entrado 2022” que se terminarán las rupturas en las cadenas de suministro.

Niveles prepandemia

Pese a todo, las exportaciones de vehículos made in Vigo sí han superado los registros del primer tramo de 2019, cuando la pandemia no era siquiera un mal sueño. De acuerdo a los datos facilitados ayer por la Secretaría de Estado de Comercio, la automoción facturó en el exterior 1.167 millones entre enero y abril previo a la pandemia; ahora ha rebasado los 2.247 millones de euros. Es prácticamente el doble, con el empuje de los vehículos comerciales ligeros Citroën Berlingo, Opel Combo, Toyota Proace City y Peugeot Partner como factor diferencial. De no haber sido por el empuje de la factoría que dirige Ignacio Bueno, las exportaciones gallegas habrían quedado en el vagón de cola del conjunto nacional, que registró un avance del 16,9%.

En toda España, el déficit comercial alcanzó los 4.560 millones de euros en los cuatro primeros meses del año, lo que supone un descenso del 50,3% respecto al mismo periodo del año anterior. El descenso del déficit comercial hasta abril se debe al incremento del 16,9% en las exportaciones, alcanzando los 98.149 millones de euros, máximo histórico para el periodo.

Las claves

1 La decisiva aportación del auto

Las exportaciones de vehículos fueron determinantes, con casi cuatro de cada diez euros facturados en el exterior. El impulso de Stellantis Vigo, pese a los chips, ha permitido doblar las cifras previas a la pandemia.

2 Reducción del déficit comercial

Los buenos registros en toda España han permitido reducir a la mitad el déficit comercial, hasta los 4.560 millones.

La factura de los semiconductores: 50.000 coches menos

La tormenta perfecta de los microchips está dejando una factura a todo el sector de la automoción difícil de pagar, al menos a corto plazo. Solo la planta de Vigo de Stellantis, según cálculos sindicales, ha dejado de montar algo más de 50.000 vehículos desde principios de año, obligando tanto al centro de Balaídos como a la práctica totalidad de fabricantes de componentes instalados en la comarca y en Ourense a recurrir a expedientes de regulación de empleo temporal (ERTE), con una docena de miles de trabajadores impactada. Esta crisis coincide pese a todo en un momento dulce en el que los modelos vigueses, sobre todo el nuevo Peugeot 2008 (segunda generación) y los comerciales K9, dominan con mano de hierro sus respectivos segmentos a nivel europeo. Stellantis trató por todos los medios de mantener la producción en Vigo –las siluetas de Balaídos se sitúan entre las más rentables del universo Stellantis– recurriendo a transportes aéreos urgentes (Peinador llegó a recibir un avión al día) para restablecer el suministro de componentes afectados por la escasez mundial de microchips a causa de su disparada demanda tras la pandemia, pero no fue capaz de evitar las paradas y no hay garantías de que esta situación se corrija a lo largo de los próximos meses. A nivel nacional, las fábricas españolas han visto retrasada la producción de casi un cuarto de millón de vehículos, según cálculos de los sindicatos en función del número de turnos perdidos en cada factoría. Y lo mismo a nivel europeo y mundial. La falta de chips afecta en definitiva a todos los sectores tecnológicos.

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