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Construcción, repartidores y extranjeros revitalizan el empleo autónomo en Galicia

Imagen de fondo: una repartidora de Glovo en la Avenida de Gran Vía de Vigo R. Grobas / FDV

Al igual que en los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para los asalariados, el último acuerdo de prórroga hasta septiembre de las prestaciones por cese de actividad entre los autónomos incluye incentivos para volver cuanto antes a la normalidad. Los que ya estaban recibiendo alguna de las ayudas previstas en el escudo social impulsado por el Gobierno al inicio de la pandemia mantendrán la exención en el pago de las cuotas a la Seguridad Social del 90% en junio, el 75% en julio, el 50% en agosto y el 25% en septiembre. No es necesario solicitarlo, se aplicarán de oficio. Los trabajadores por cuenta propia que no hayan agotado el periodo contributivo e ingresen todavía la mitad que antes de la crisis tienen la opción de pedir la ayuda compatible con la actividad, de nuevo del 70% de la base de cotización (661 euros la mínima). El resto, siempre que no superen un rendimiento neto de 6.650 euros, puede acceder a una prestación extraordinaria del 50% de la base. Hasta el pasado 24 de mayo, en Galicia había 26.900 autónomos cobrando su paro, según el último balance del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social. Un año atrás, en plena primera ola del COVID-19, ascendían a casi 86.000. La recuperación desde entonces es más que evidente y, de hecho, el empleo autónomo en Galicia se sitúa en niveles previos a la pandemia, algo que no sucedió aún en el caso del régimen general, gracias al impulso de sectores que históricamente tuvieron menos peso en el colectivo.

El régimen de autónomos alcanzó las 208.687 afiliaciones en la comunidad en mayo. Con el último incremento, 442 nuevas altas, van cuatro meses al alza y las cotizaciones acumuladas desde febrero (1.667) alivian la sangría por las restricciones para frenar el fuerte repunte de contagios en las fiestas navideñas. Enero fue el segundo peor mes en el empleo autónomo en Galicia tras abril de 2020. En aquel momento se perdieron 1.600 afiliaciones. Seguramente a estas alturas de junio la reactivación será mucho mayor, pero ya en mayo Galicia contaba con 600 autónomos más que en febrero del pasado año.

El colectivo crece, aunque sin perder de vista los casi 27.000 con una prestación reconocida –y, por tanto, en dique seco o un volumen de negocio raquítico– y que el aumento de afiliaciones contrasta con lo que está pasando en sectores clave en el régimen. En servicios de comidas y bebidas estaban dados de alta alrededor de 19.800 trabajadores por cuenta propia en Galicia a finales de abril, un 3% menos que antes de la llegada del coronavirus. La crisis sanitaria destruyó 1.100 empleos autónomos en la hostelería. Y no es la actividad con peores cifras. La caída en agricultura y ganadería fue del 4,3%, con la pérdida de 1.130 efectivos. Otros 401 desaparecieron en el comercio minorista; 186 en la reparación de ordenadores y efectos personales; 136 se dedicaban al comercio al por mayor; 78 a la industria de la alimentación; y 62 a servicios auxiliares para el sector financiero, entre las áreas más afectadas.

“La transformación se viene produciendo desde hace años”, asegura Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA). “Vemos, por ejemplo, que si antes una empresa de la construcción tenía 100 trabajadores, hoy esa compañía subcontrata a otras cinco para la pintura, la albañilería, la ebanistería, la electricidad y el aluminio –continúa–. Eso al final hace que muchas personas se conviertan en autónomos para ofertar un servicio a diferentes empresas”.

De ahí el liderazgo del ladrillo en el empleo autónomo recuperado en Galicia. La construcción especializada sumó hasta abril 439 trabajadores por cuenta propia, lo que supone un alza del 2,4%; y un 1,7% (137) en edificación. Entre el resto de actividades con incrementos notables está el capítulo de otros servicios personales (peluquerías, limpieza textil y mantenimiento físico, entre otros), que incorporó 168 afiliaciones (1,8% de subida); otras 167 (5,6%) en actividades profesionales, científicas y técnicas (diseño, fotografía o traducción, por ejemplo); 160 (5,3%) en servicios a edificios y jardinería; y 156 (2,6%) en actividades sanitarias. El crecimiento en transporte terrestre fue del 1,5% (154 afiliaciones) y un 3,7% (139) en servicios técnicos de arquitectura y energía; y un 1,7% (137).

Los autónomos foráneos en el sector del transporte se disparan un 68%

Publicidad y estudios de mercado (123) y programación y consultoría (113) sobresalen en la expansión de los autónomos –un 10,1% y un 8,7%, respectivamente–, pero muy por encima aparecen las actividades postales y de correos, con 203 nuevos trabajadores, un 37,9% más. Ahí se enmarcan los repartidores. También los riders, sobre los que el presidente de ATA es contundente: “Soy un defensor del trabajo digno y eso significa que una persona tenga una retribución, la que le corresponda, y esté encuadrada en el sistema de cotización que la ley de la Seguridad Social, la Inspección de Trabajo y el Tribunal Supremo dictamina. Y toda aquella persona que intente encubrir en figura de autónoma una relación laboral y ahorrar un 30% en cotizaciones sociales, no los represento”.

Y es, precisamente, el sector del transporte el que arroja un aumento disparado de los autónomos extranjeros: en abril había un 68% más (212). Sin ellos no se entendería el revulsivo en el régimen. El número de trabajadores foráneos por cuenta propia creció un 10%, 742 más, desde antes del estallido de la pandemia.

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