A pesar de que la electricidad generada es cada vez más verde, las necesidades de energía en Galicia no acaban ahí. En 2019, las renovables alcanzaron 2.340 toneladas equivalentes de petróleo, mientras que el resto de tecnologías convencionales y ligadas a combustibles fósiles superaron las 6.200. Queda “un largo camino por recorrer para ser autosuficientes”, según la patronal eólica de la región, EGA, que reivindica el viento como “un elemento fundamental e imprescindible para lograr un modelo independiente, limpio y sostenible, pudiendo luchar así contra las principales amenazas para el medio ambiente, que son la contaminación y el cambio climático”.

Los promotores insisten en la necesidad de elevar la potencia en parques a una media de 450-500 megavatios (MW)por año y niegan una avalancha de nuevos complejos de aerogeneradores. En 2020 entraron en operación 30 MW y 70 MW “que vienen de atrás” este año. “Esta es la realidad actual”, remarca la asociación presidida por Manel Pazo, que entre los parques en tierra y el posible desarrollo de la offshore “hablamos de 24.000 empleos en un escenario de catástrofe económica”. EGA pone en valor los 60 millones anuales en impuestos autonómicos y locales y 57en gravámenes estatales. “Nuestra convivencia con el medio rural gallego está acreditada por una historia de éxito de 25 años”, defiende.