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Economía

Nuevo bum: ¿Quién está detrás de las compras de viviendas en la costa gallega?

Uno de los carteles que anuncian pisos en venta en Sanxenxo. | // GUSTAVO SANTOS

El magnético reflejo del Atlántico llena de atractivo las costas gallegas para los florecientes bolsillos de ahorradores pandémicos. Sin importar su procedencia, clientes gallegos y nacionales otean el horizonte inmobiliario de Sanxenxo y Baiona, como principales reclamos, en busca de una segunda residencia en la que invertir lo que no han gastado en un año de coronavirus. “Hay una gran cantidad de gente consultado para comprar una segunda residencia. Llama la atención que haya subido tan rápidamente”, cuenta Cristina Feito, dueña del grupo Gordon Inmobiliaria, especializada en O Salnés.

De tanto que han proliferado estos compradores oportunistas, las inmobiliarias costeras pontevedresas informan de un repunte de las ventas de entre el 15% y el 20% en el primer trimestre de 2021, respecto al mismo periodo del año anterior. “Hay oferta pero una demanda muy alta”, cuenta Candela Cabello, directora de Tierra Mayor. Oferta, en parte, por todas aquellas viviendas que se han heredado y que mucha gente no es capaz de mantener. Demanda, por esas cuentan bancarias ávidas de una inversión. Todo en un giro de los acontecimientos sorprendente para las empresas del sector, pues con el impacto económico de la pandemia estas cifras no se proyectaban ni en sueños.

El COVID ha abierto una puerta inesperada para el sector. Ya no se trata solo de que la demanda actual no se veía desde la burbuja, refieren la mayoría de inmobiliarias consultadas, sino que, además, el perfil de comprador de la costa pontevedresa y, muy especialmente de la zona de Sanxenxo, es un inversor interesado en la reventa. La estrategia, en resumidas cuentas, consiste en adquirir viviendas usadas a bajo coste, restaurarlas íntegramente y volver a comercializarlas a buen precio. En este negocio entran pequeñas promotoras o constructoras que reinvierten en vivienda, que cuentan los años tratando de remontar la escena que dejó la crisis del ladrillo. Compran, sobre todo, pisos para rehabilitar. Luego los venden con elevada rentabilidad, totalmente reformados. Un circuito que acostumbra a durar un plazo de un mes. “Hemos comercializado alguna vivienda sobre la que nos han dicho: en un mes la tienes de vuelta para vender bien. Esto era típico de la burbuja, después la situación se estancó y no volvió a pasar”, analiza Fieto.

En esta coyuntura la segunda mano toma otro cariz. “Se vende sin problema porque no hay vivienda de obra nueva para salir”, cuenta la dueña de Gordon Inmobiliaria. Quienes no se deciden por sacar la vivienda de nuevo al circuito de compraventa, ve en ella la posibilidad de aprovechar el filón de la inversión en el mercado del alquiler vacacional. “La gente no quiere comprar un piso y tener que arreglarlo. Y estas pequeñas empresas, entre la compra y la posterior venta, obtienen una plusvalía importante”, analiza la gerente de Tovar Sanxenxo, Josina Silva. “Son compañías que están viendo una oportunidad de negocio”.

Lejos de ser común tal tendencia a la totalidad de la costa gallega, el afán inversor está ahí, especialmente en la zona de Sanxenxo-Portonovo. Y es clave en todo ello que su parque de viviendas acumula cierta antigüedad. Así, la falta de obra nueva abona el terreno para la reforma. “El que venga y haga una nueva construcción dará en el clavo, absorbería totalmente la demanda que hay”, analiza Silva que advierte de que “si esperan mucho se pasará el arroz”, analiza Silva.

Así de apremiante es la exigencia del sector inmobiliario costero. Los particulares también buscan su segunda residencia, en su mayoría gallegos, aunque los compradores nacionales no pierden la oportunidad de hacerse con una vivienda en la playa. “Son clientes que alquilaban y ahora quieren una propiedad”, avanza Feito. Con la premura que exige la pandemia, los interesados de fuera de Galicia –muy especialmente madrileños– agendan “tres días de visitas de casas y pisos, mañana y tarde, y compran antes de irse. Van a tiro fijo, vienen a comprar”, cuenta la dueña de Gordon Inmobiliaria.

De la pandemia deviene un cambio de apetencia y el comprador familiar huye de los pisos. Busca ahora “casas cerca de la playa y con jardín”, revela Miriam de Andrés de Inmovivienda. “Se empezaron a mover propiedades que antes no eran atractivas para los clientes”, revela Cabello. Y se diferencian dos perfiles de comprador, añade Silva:“el que quiere algo a muy buen precio y que no le importa que no tenga vistas. O el perfil que busca una vivienda en primera línea, siempre con vistas al mar. Ambos precios son distintos”.

En Baiona “lo poco que hay se revaloriza”, coinciden las inmobiliarias de la zona. “Esta zona ya supera a Sanxenxo en precio, la obra nueva que había en Panxón se vendió a 6.000 euros el metro cuadrado”, apunta la gerente de Inmovivienda.

La fuga urbana: la costa no es solo para segunda residencia

En un giro de los acontecimientos, el centro de las ciudades pierde su atractivo como núcleo residencial y, en una suerte de causa y efecto, las zonas costeras experimentan un esplendor. Nigrán, Gondomar y Baiona se llenan de compradores que tratan de instalar en estos municipios su residencia habitual, cuentan las inmobiliarias de la zona. Advierten el goteo de vigueses en busca de una casa, con jardín preferiblemente. “La gente huye de las aglomeraciones. Busca una zona más tranquila donde pueda hacer vida al aire libre, sin tanta afluencia de personas. Es la explicación que nos dan”, dice Candela Cabello, gerente de Tierra Mayor. Pero a la vez, quieren estar cerca de los núcleos urbanos, de Vigo en este caso. “La mayor parte de vigueses están cansados de vivir en pisos, buscan esparcirse”, asegura la gerente de Inmovivienda, Miriam de Andrés. Según cuenta, los presupuestos de estos compradores urbanos son altos: “tenemos clientes con una capacidad de compra de 500.000 euros para arriba, pero en Nigrán a penas hay producto. Una propiedad bien situada no baja de 600.000 euros”.

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