El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la pandemia puede provocar un incremento de las pymes insolventes de seis puntos porcentuales, del 10% en un escenario sin covid al 16% del total en las 20 economías más avanzadas de Europa (España incluida) y la región de Asia y el Pacífico. Entre 2020 y 2021, destacó el ente, se produciría un aumento de las quiebras de estas empresas similar al que tuvo lugar en los cinco años posteriores a la crisis de 2008.

Dichas insolvencias pondrían en riesgo unos 20 millones de puestos de trabajo, más de 10% de los trabajadores empleados por pymes y prácticamente igual al número total de trabajadores actualmente parados en dichos países. El estudio, elaborado por los técnicos del organismo Federico J. Díez, Romain Duval, Chiara Maggi y Nicola Pierri destaca, además, que el 18% de las pymes también podrían tener problemas de liquidez. Es decir, podrían no disponer de efectivo suficiente para atender sus obligaciones financieras inmediatas.

El organismo también se muestra preocupado por las implicaciones para los bancos: las insolvencias provocarían impagos en los créditos, con la consiguiente merma de capital para las entidades financieras, ya que este sirve para absorber pérdidas. Según sus estimaciones, en los países más duramente afectados (principalmente del sur de Europa), el capital de más calidad de las entidades financieras podría disminuir en más de dos puntos porcentuales, una cuarta parte de los bancos más pequeños podrían perder al menos tres puntos, y un 10% sufriría una caída de más de siete puntos.

El informe apunta que la pandemia ha asestado un “golpe especialmente duro” a las pymes, en parte porque este tipo de compañías son predominantes en algunos de los sectores más afectados, como hoteles, restaurantes y actividades de ocio.

Pensando en el impacto potencial de futuros cambios de posición de los bancos centrales de países avanzados a medida que se consolida la recuperación, el FMI considera as decisiones de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tienen una influencia significativa en las condiciones financieras en los mercados emergentes, mientras que los efectos secundarios de las políticas del Banco Central Europeo (BCE) son “más pequeños y regionales”.