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Galicia consume tan poca electricidad como hace 20 años por la pandemia

La demanda se desplomó un 5,8% en 2020 por la ralentización de la economía | Las renovables baten un récord con el 75,6% de la generación, lideradas por la eólica (41%)

Parque eólico en Rodeiro. Bernabé / Javier Lalín

Hace un año se apagó la luz de la mayoría de los hogares en Galicia. Bueno, la verdad es que ocurrió justo lo contrario, con los contadores a tope en un histórico momento de reclusión colectiva para ganar tiempo al entonces desconocidísimo COVID-19 y frenar la expansión global de la pandemia. Pero sí es cierto que la hibernación de la economía en abril de 2020 provocó un desplome de la demanda de electricidad equivalente al consumo de casi el 70% de las viviendas de la comunidad.

El sector doméstico absorbió una parte muy relevante de la energía que hasta ese momento abastecía a fábricas y centros de trabajo, aunque evidentemente no tanta como para compensar el cierre de toda actividad no esencial. Durante ese mes, coincidiendo con las medidas más restrictivas de confinamiento, la demanda eléctrica se redujo en Galicia un 15,3%, la mayor caída en un ejercicio en el que solo aumentó el consumo en junio (1,9%), según el balance que acaba de publicar Red Eléctrica de España (REE).

Evolución de la demanda eléctrica en Galicia. // Hugo Barreiro

En el conjunto del año, la demanda de electricidad en Galicia bajó un 5,8%, hasta los 17.383 gigavatios (GWh). Para encontrar unos niveles de consumo tan bajos hay que retroceder dos décadas, a 2001 y 2002. El acumulado de todo el país se situó en 249.800 GWh, un 5,6% menos que en 2019, “especialmente por la presencia de la pandemia de la COVID-19, que ha ralentizado la actividad económica”. Arrastrados por el parón del turismo, los dos archipiélagos registraron los mayores desplomes: un 19,2% en Baleares y un 10,5% en Canarias. Dentro de la Península, donde el retroceso de la demanda fue del 5,1%, destacan las bajadas de País Vasco (7,8%), Asturias (7,2%) y Cataluña (6,7%). Los menores descensos están en Extremadura, un 0,1%, y Andalucía, el 2,1%.

Nuevo ajuste

La crisis del coronavirus intensifica el ajuste la demanda de electricidad en Galicia, que ya en 2019 registró una caída del 9,4%. Solo le superó Asturias (11,5%). Ambos territorios afloraron en sus balances energéticos el freno de las industrias electrointensivas, particularmente el cierre de las fábricas de Alcoa en A Coruña y Avilés, compradas por Parter Capital y revendidas luego a Grupo Industrial Riesgo. La multinacional estadounidense del aluminio fue hasta entonces fue el mayor consumidor eléctrico de España. Solo el centro de San Cibrao que ahora quiere clausurar absorbe el 1% de la demanda nacional.

“Por el lado de la generación, destaca el récord histórico de la producción renovable, que ha alcanzado los 110.450 MWh, el 44% de la generación eléctrica en 2020”, señala REE. Su cuota en 2019 fue del 37,5%. La producción libre de emisiones de dióxido de carbono alcanzó también máximos: 67,3% de la producción. “Valores altamente positivos –remarca el operador del transporte– para avanzar en la consecución de los objetivos de descarbonización previstos en la transición energética”.

Estructura del mix de generación de electricidad en Galicia. // Hugo Barreiro

Galicia supera con creces esos porcentajes. Las fuentes limpias representaron en la región el 75,6% de la producción, unos 18.554.315 MWh. Detrás del máximo histórico en la aportación de las tecnologías verdes está el viento. La instalación de los casi 400 MW de los parques adjudicados en las subastas de potencia renovable del Gobierno y la climatología del año encumbraron a la eólica a lo más alto del mix de generación de la comunidad: casi 10.000 GWh, el 40,7% del total. La actividad de los aerogeneradores creció un 14,8%.

La de los embalses aumentó un 12,2%. De la hidráulica vinieron 7.916 GWh, cerca de un tercio de la producción anual en Galicia. Juntos, agua y viento, darían para cubrir de sobra el consumo interno de la comunidad: 17.909 GWh. Con el resto de fuentes verdes –básicamente biomasa, 460 GWh–, la generación renovable alcanzó el pasado año el 107% de la demanda.

Las no renovables

Las centrales no renovables se quedaron en menos de una cuarta parte de toda la producción del ejercicio (5.998 GWh) tras un descenso del 30,6% en comparación con 2019. El paso atrás más abultado es el carbón, que despidió definitivamente a la planta de Naturgy en Meirama y apura los últimos meses de la de Endesa en As Pontes. El peso de las térmicas bajó a la mitad y supusieron únicamente el 5,5% de la generación. Los ciclos combinados de gas rondaron los 1.344 GWh, un 36% menos, con una cuota del 9% en el mix; casi igual a la de la cogeneración (9,2%), que aportó alrededor de 2.258 GWh.

La mitad de importaciones de combustibles fósiles


El consumo menguante por los efectos de la pandemia no afectó solo a la electricidad. Sin margen para los desplazamientos largos durante casi todo el año y la eclosión del teletrabajo, la demanda de carburantes bajó en Galicia cerca del 20%, según los últimos datos de Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores). El total de gasolinas fue de 214.000 toneladas, un 19,6% menos que en 2019; y 1,7 millones de toneladas de gasóleo de automoción, lo que supone una caída del 17%. Ambos datos son los más bajos de toda la serie estadística que empezó en 1999. Ni en la doble recesión de 2009 y 2013 los niveles de consumo de los combustibles fueron tan bajos en la comunidad. La oferta se adaptó a la situación de cierre de la circulación para cualquier actividad que no se considerara básica pensando en el suministro de la población y Galicia redujo su dependencia energética de las materias primas fósiles. Las importaciones de combustibles minerales se desplomaron a la mitad, hasta los 1.386 millones de euros, según los datos de la Secretaría de Estado de Comercio. Además del recorte en el crudo de petróleo para refinar con destino a los carburantes de las estaciones de servicio, en el descenso impactó de lleno también la producción al ralentí con carbón –importado desde el agotamiento de las minas autóctonas– en las dos térmicas. De hecho, las compras de hulla en el exterior se redujeron un 96% (3,5 millones de euros). El capítulo de mayor peso en la balanza son los aceites crudos de petróleo: 1.039 millones, un 54% por debajo de 2019. La importación de aceite de petróleo disminuyó un 38% (168,9 millones de euros); un 41% el coque de petróleo (84,8 millones); y un 85% se redujo el gas de petróleo (40,9 millones).

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