Como en Factorías Vulcano, que tardó diez años en firmar su último contrato, los estertores de Construcciones Navales del Norte (La Naval de Sestao) fueron extravagantes. Hasta concurrieron un empresario afincado en Miami –su millonaria y salvadora inversión nunca se materializó–, una intensa campaña política estilo crowdfunding y un intento de robo, con nocturnidad, de un buque cablero de 161 metros de eslora. Como Factorías Vulcano, La Naval de Sestao también fue a liquidación. Pero puede tener el mismo final: acabar en manos, a través de su holding Grupo Argos, del empresario José Alberto Barreras. Marina Meridional, la división naval de su conglomerado, prepara una oferta por los principales activos del desaparecido astillero vasco, como confirmaron a FARO fuentes de la compañía. Este viernes termina el plazo para postularse formalmente como comprador de todos o parte de los 21 lotes en los que el administrador concursal ha troceado la centenaria atarazana. No ha trascendido el importe de la eventual operación; Bildu llegó a solicitar una partida de 12 millones al Gobierno para comprar todos los lotes, a cambio de su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado de 2021.
La propietaria de la antigua Vulcano –rebautizada como Astillero San Enrique– no se presentará en solitario a la puja, sino que lo hará a través de “un consorcio”. El lote más apetitoso es un terreno de 300.000 metros cuadrados, que incluye las gradas, carros de varada, grúas y dos muelles de atraque que suman casi 500 metros de largo. Es el que permitiría a la compañía que encabeza Juan Moreno Portillo dar continuidad a la actividad de construcción y reparación naval, centrada en unidades de “alta tecnología” y calderería pesada. Según las estimaciones de la propia empresa, la nueva Naval de Sestao sería capaz de generar unos 500 puestos de trabajo directos. Eso sí, la dimensión y ubicación de los terrenos han despertado el interés de empresas no vinculadas a la industria, escenario que recuerda también en parte a lo acontecido en Vigo con Vulcano. Hay compañías de logística que buscan asentarse en la entrada de la ría de Bilbao, en terrenos contiguos a los de una compañía de tratamiento de residuos (Recuperaciones Medioambientales Industriales, Reimasa Gescrap), y de Arcelor.
Pero también, y aquí se alimenta también la expectativa de Marina Meridional, de Navacel y Vicinay Sestao, metalúrgicas especializadas en la eólica offshore. Este segmento de actividad es uno de los que quiere primar José Alberto Barreras, también en Vigo, para lo que ya ha calificado como el hub naval de Grupo Argos. Además de Astillero San Enrique, hace un año se quedó también con la unidad productiva de Astilleros de Huelva (liquidada). Las pequeñas sociedades Med Gate Construcciones Navales (Ceuta) y Arkin Pruva Yacht (Turquía) ya estaban dentro del perímetro de consolidación del holding con anterioridad.
La concesión
Dado que Argos pretende dar continuidad a la actividad industrial, el equipo de Juan Moreno tendrá que lidiar con la Autoridad Portuaria de Bilbao. Según las últimas cuentas anuales de Construcciones Navales del Norte, su concesión administrativa vencía el 31 de diciembre. Pero ésta hubo de extinguirse cuando la empresa procedió a su disolución, lo que tendría que abrir un proceso competitivo. En Vigo, la administración concursal de Vulcano optó por el traspaso de la unidad productiva dentro del proceso de enajenación de activos para pagar a acreedores; en Sestao, por hacer líquido el patrimonio de La Naval (liquidación simple), con la venta de las propiedades sociedad por partes. La finalidad es la misma, hacer caja, pero con mecanismos casi antagónicos.
Cuando Factorías Vulcano solicitó la liquidación, en julio de 2019, la concesión administrativa (25.095 metros cuadrados) quedó extinguida de facto, lo que impide la salida al mar del astillero. Es el argumento que han defendido tanto la anterior presidencia de la Autoridad Portuaria de Vigo como el Consejo de Estado, que ha reprobado que el juez hubiese permitido la venta de la antigua Vulcano aún con el futuro de la concesión sin clarificar. Si Marina Meridional pierde este litigio –el Supremo resolverá a finales de mes–, habrá pagado 7,85 millones de euros por un terreno de 38.436 metros cuadrados; si salen adelante sus planes, y también se queda con los mejores activos de La Naval, habrá sumado en solo un año una superficie de suelo industrial próxima a los 500.000 metros cuadrados. Es cuatro veces el espacio que ocupa Hijos de J. Barreras, el mayor astillero privado de España.