Reformas de pisos en plena pandemia, rehabilitaciones de casas en el rural, obras de saneamiento, carreteras, infraestructuras portuarias e hidráulicas, mejora de instalaciones sanitarias y escolares… La demanda de particulares y el tirón de la obra pública han permitido a la industria de la construcción en Galicia capear mejor que otros sectores la crisis sin precedentes que ha provocado el estallido del COVID. Pese al impacto de la pandemia en todas las áreas económicas, las empresas constructoras en la comunidad han consolidado su plantilla y arrancan este 2021 con déficit de trabajadores, en especial de personal cualificado. En un informe interno de la Fundación Laboral de la Construcción, el sector concluye que para “mantener el buen nivel de actividad” necesitará entre 5.300 y 9.150 nuevos trabajadores a lo largo de este año.

Pero desde el organismo –formado por patronal y sindicatos– se advierte de que este crecimiento de la industria constructiva en la comunidad, la que mejor resistió en el conjunto del país el embate de la pandemia, puede verse afectado por la falta de empleos cualificados, sobre todo, en los oficios básicos más demandados. “Un problema –detalla el colectivo– que se acentúa en el sector de la rehabilitación, motor de la actividad hoy en día, pero que tiene dificultades para encontrar mano de obra cualificada”.

Perfiles como albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros, encofradores, pintores, operadores de maquinaria, montadores de estructuras metálicas son necesarios “para mantener el buen nivel de actividad” del sector. Por ello empresas y sindicatos insisten en la formación de trabajadores cualificados.

En la actualidad, Galicia suma 75.000 puestos de trabajo directos –eran 150.000 antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria– y representa el 9% del PIB –llegó a alcanzar el 14%, aunque en los años más duros de la crisis de 2008 se desplomó al 5%–.

Aunque el sector califica como “muy positivo” el comportamiento de la industria de la construcción en Galicia en el año COVID, las empresas reconocen su “preocupación” ante la caída de visados, un 21%, que –advierten– puede conducir a una “peor evolución” con respecto a la construcción de vivienda nueva.