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Los fondos “buitre” fuerzan a Nueva Pescanova a mantener un lastre de 300 millones de deuda

Vista general de las instalaciones de Nueva Pescanova, en Chapela, adyacentes al frigorífico Frioya, participado por las competidoras Pereira, Profand y Pescapuerta Marta G. Brea

No es lo mismo reflotar una multinacional con un Ebitda de 139 millones de euros (es un indicador que muestra una imagen fiel de lo que la empresa está ganando o perdiendo en el núcleo del negocio) que hacerlo con otro de 40. Los 139 millones eran el importe que Nueva Pescanova había proyectado para 2020 en su anterior plan de negocio Todos a una, del que apenas cumplió una pequeña parte. Se quedó muy lejos. Y no solo como consecuencia del COVID. Ya el pasado ejercicio el resultado bruto se quedó a años luz de los 121 millones de euros estimado en su día, en una hoja de ruta que incluía la renovación parcial –que sí se acometió– de su flota, con siete nuevos congeladores y fresqueros para Namibia y Mozambique. A estas cifras se suma un banquete de complicadísima digestión: la deuda heredada de una expansión desbocada –pilotada por Manuel Fernández de Sousa, condenado por la quiebra la antigua matriz– y un concurso de 3.650 millones de euros. La pesquera presidida por José María Benavent puso en marcha, para rebajar esta losa, un plan de refinanciación. Pretendía liberarse de los restos de la deuda concursal, con la capitalización de unos 650 millones. No podrá ser: le quedará previsiblemente un lastre de más de 300.

El Juzgado de lo Mercantil 1 de Pontevedra, a instancias de los fondos distressed (comúnmente conocidos como buitre) Broadbill Pescanova Holdings, Broadbill Pescanova SPV I y II, ha echado abajo aquella hoja de ruta, que había sido homologada por el mismo tribunal en el mes de agosto. El motivo es sencillo, pero las repercusiones son complejas. El magistrado Manuel Marquina ha estimado, como reclamaban estas firmas norteamericanas, que el plan no contaba con las mayorías exigidas para la homologación del acuerdo. Para que un plan de financiación como éste se pueda homologar, debe contar con el visto bueno de una mayoría de los acreedores. “Se inventó para que, cuando hay algo razonable que tiene mayoría entre los acreedores, no se rompa porque alguno se beneficie y entonces sea imposible llegar a acuerdos”, apuntan fuentes jurídicas expertas en materia concursal. “Se arrastra a los minoritarios, obligándoles al acuerdo de la mayoría de acreedores”.

Del total que Nueva Pescanova aspiraba a capitalizar, unos 430 millones de euros estaban en manos del banco gallego. Fondos como Broadbill, QP Capital Holdings o Dupont Pension Trust no estaban a favor de canjear su deuda, de más de 70 millones, por eso impugnaron los planes del equipo de Benavent. ¿Qué razón esgrimieron? Que Abanca no tenía derecho a votar, al ser una especie de juez y parte en el proceso. El propio juez indica en su sentencia, contra la que no cabe recurso, que, “al menos desde abril de 2020, Abanca viene actuando como administrador de hecho oculto o indirecto de Nueva Pescanova”. La entidad que preside Juan Carlos Escotet poseía el 80,46% de la pesquera este verano, a expensas de que pueda haber medrado con la incorporación –no confirmada, pero que sospechan otros accionistas y acreedores– de los títulos y el pasivo de Merrill Lynch.

La homologación pretendía unificar el “sacrificio” a todos los acreedores

Sorprendentemente, la sentencia da la razón y reprueba a Broadbill al mismo tiempo, y sobre la misma columna vertebral de la demanda: los derechos y deberes de los acreedores. “Sin la obligación que representa la homologación judicial, los que se quedan en la deuda tienen ventaja”, apuntan las mismas fuentes jurídicas, en referencia a aquellos acreedores que no quieran acudir al canje. Los títulos de Nueva Pescanova no devengan dividendos, su precio se ha depreciado; la multinacional pagó en 2019, no obstante, gastos financieros por importe de 41,3 millones. Mientras con una homologación se “trataría de manera equitativa e igualitaria a todos los acreedores financieros afectados”, sin ella sigue habiendo clases: de deuda junior, senior o subordinada. El Mercantil, con su fallo, ha acabado por blindar lo que él mismo critica: “la alegación relativa a que bastaría con la capitalización de los créditos de los suscriptores [por Abanca, principalmente] queda fuera de lugar; primero, porque responde a una posición absolutamente egoísta de una parte de los acreedores financieros, que pretenden los beneficios de dicho acuerdo, pero ninguno de los sacrificios; y, segundo, porque en ese caso el sacrificio desproporcionado sería el exigido a esos suscriptores del acuerdo”. Que será el que adopte ahora la entidad financiera.

“El acuerdo es completamente vigente y válido para las entidades que lo firmaron, pero no se extiende el efecto a las disidentes. Por otra parte, en caso de concurso de Nueva Pescanova, esta operación se podría rescindir”, apuntan Xoán López Corona y Ramón Ozores, socios del departamento Financiero y Concursal del despacho On Tax & Legal de Vigo. “En la práctica –agregan– se traduce que tendrá que negociar con los acreedores disidentes los términos de la refinanciación”.

CLAVES

  • Reprobación a Broadbill

    “Los motivos [de proporcionalidad] podemos rechazarlos simplemente por ser totalmente contradictorios entre ellos. No se puede sostener que NPVA sería viable aún sin el acuerdo de refinanciación y, al mismo tiempo, que no es viable aun a pesar de la aprobación de ese acuerdo”.

  • El rol de Abanca

    “Esa entidad bancaria tiene la facultad de nombrar y destituir a la mayoría de los miembros del consejo de administración de NPVA. Puede instar en cualquier momento la convocatoria de la junta general con la finalidad de destituir hasta a la totalidad de los miembros del consejo”.

  • Desestimada la demanda de Nueva Pescanova

    “Lo inadmisible de la tesis de PVA se comprende aún mejor cuando, de seguir la misma, resultaría que cualquier socio de NPVA, aunque no fuese acreedor de la entidad, podría impugnar la homologación del acuerdo de refinanciación, algo que queda fuera de las previsiones legales”.

El plan B

Así las cosas, Nueva Pescanova ha tenido que optar por una alternativa para reducir su deuda, que considera inadmisible. “La alternativa es el concurso”, zanjaron fuentes próximas al grupo. El consejo de administración –compuesto por Benavent, José Fafián, Javier Carral, Marco Nieto e Ignacio González (CEO)– convocará una junta extraordinaria de accionistas “para realizar una capitalización de deuda voluntaria, con la finalidad de asegurar la viabilidad futura de la compañía y el cumplimiento de su plan de negocio”, avanzó la multinacional en un comunicado. A cierre de esta edición, todavía no se había convocado formalmente. De la deuda “heredada” que el grupo quería capitalizar, en torno a la mitad correspondería a la posición de Abanca (siempre y cuando no haya asumido la de Merrill Lynch, que retiró su demanda, homóloga a la de Broadbill, por sorpresa). Es la parte que estaría garantizada en la ampliación, tras la que el volumen de deuda se mantendría significativamente por encima de las previsiones del departamento financiero, que comanda Raimon Trias. “Entendemos que capitalizarán con cargo a su crédito”, indicaron desde el entorno del fondo americano, domiciliado en el Estado de Delaware.

La sentencia, ha expuesto la empresa, “señala que el plan de viabilidad presentado por Nueva Pescanova respeta el principio de igualdad de trato y no impone un sacrificio desproporcionado a los acreedores. Afirma también el plan presentado está justificado para salvaguardar la viabilidad futura de la empresa y su plan de negocio”. El equipo de Trias había planteado tres opciones a los acreedores. La primera era la capitalización voluntaria del 100% de la deuda reestructurada a su valor razonable (contable); en la segunda, los acreedores podrían canjear el 90%, y dejar el 10% como pasivo en la pesquera con nuevas condiciones (novadas). La tercera vía se aplicaría a los acreedores que no suscribieran ninguna de las dos anteriores, bien porque la rechazasen o no respondiesen a la “invitación”. En este caso se les aplicaría una quita del 90% de su deuda; permanecerían como acreedores con el 10% restante, también con condiciones novadas. Una vez se ejecutara esta operación el grupo preveía una entrada de liquidez para digerir el impacto de la pandemia COVID-19 –negoció una línea ICO de 150 millones, como la que se concedió a Naviera Armas–, así como la materialización de inversiones no realizadas en años anteriores, en stand by.

Pescanova SA: “La empresa es de los socios, no de los bancos”

¿La ampliación podría provocar una reducción del peso de la vieja Pescanova en el accionariado de la pesquera? “Dependerá de todos y cada uno a la ampliación”, sostuvieron, escuetamente, fuentes próximas al holding. En la antigua matriz van a esperar por las condiciones de la operación. “Si acudimos a esa ampliación no nos diluiría, por supuesto. Ya veremos las condiciones”, apreciaron desde la SA a preguntas de FARO. “Siempre hemos dicho, no solo ahora, sino en 2017, que si lo que se planteaba era una ampliación dineraria, nosotros acudiríamos. Podemos conseguir el dinero. Lo que no vamos a admitir son acuerdos de refinanciación para beneficiar únicamente a los acreedores; la empresa es de los socios, no de los bancos”. Los títulos de la compañía, que cotizan en el mercado continuo, cerraron la sesión con un alza del 8,7%.

El “Ponta Macalonga”, nuevo barco del grupo para Mozambique @GLEZNACHO

Las cifras

Antes del impacto de la pandemia, Nueva Pescanova había sufrido ya varios reveses. Uno de los principales, el que afectó a su filial más rentable, Argenova (Argentina). Tanto el Gobierno de Mauricio Macri como el de Alberto Fernández elevaron la presión sobre las empresas pesqueras, que reportan grandes cantidades de divisas, en forma de cepo cambiario o tasas a la exportación. Esta subsidiaria, que faena gambón, merluza o pota en el caladero sudamericano, pasó de generar un resultado de 21 millones de euros en 2018 a números rojos de casi 200.000, según sus cuentas anuales. Se desprendió de las filiales de Honduras (langostino vannamei) o de Brasil (tilapia), dando continuidad a un proceso de desinversión que incluyó, ya en 2020, la venta de Katei Alimentación. Era proveedora del sushi de Mercadona, y una prometedora aventura para la sociedad. Fue considerada como “no estratégica”, como antes lo habían sido también Harinas y Sémolas del Noroeste (de Porriño, ahora integrada en el gigante Kerry Group), Balanceados Nova (antigua Balrosario, fábrica de piensos en Ecuador) o distintas naves industriales.

El COVID lo cambió todo. Solo en el periodo del confinamiento las ventas de Nueva Pescanova sufrieron una caída de cerca del 20%, que en gran medida ha contribuido a generar unas pérdidas consolidadas de unos 50. La caída del canal horeca ha impactado en la gran mayoría de la industria de transformación y logística de pescado; el oasis del verano no ha sido suficiente para compensar un ejercicio para olvidar. Para la multinacional, que acaba de cumplir seis años –heredó la actividad industrial de Pescanova SA–, trabajan más de 11.000 personas en todo el mundo. 

Refuerza el capital de su centro de I+D

Nueva Pescanova ha dedicido reforzar la estructura de capital de su filial de innovación en la antesala de la inauguración de las instalaciones de O Grove. Según recogió ayer el Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme), la multinacional ejecutó el 8 de enero una ampliación de capital en Nueva Pescanova Biomarine Center SL por importe de tres millones de euros. Hasta la fecha, la sociedad contaba apenas con los 3.000 requeridos para la constitución de una sociedad limitada. La institución “marcará un punto y aparte en el estudio de la acuicultura en nuestro país”.

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