Probablemente ni Endesa creía demasiado en lo que podían dar de sí las pruebas con biocombustibles como alternativa a la quema solo de carbón en su térmica de As Pontes para evitar el cierre anunciado el 27 de septiembre de 2019 por la presión de la Xunta y del concello donde se ubica la planta. La huida hacia adelante fracasa. No es sostenible económicamente y hay “graves impedimentos ambientales”, como confirmó ayer el director General Territorial Zona Noroeste de la compañía, Miguel Temboury, poniendo en valor el plan con 1.493 megavatios (MW) de futura eólica en el plan preparado “en previsión de este resultado”.

La mezcla de lodos de depuradora con carbón provoca un incremento del 270% en las cenizas que, además, superan los límites de selenio, sulfatos y carbono orgánico disuelto, inasumibles para un vertedero convencional. También rozan el techo permitido los niveles de mercurio y la corrosión en las calderas obligarían a una inversión constante que dejaría un roto en la caja de 625 millones de euros en 10 millones. La electricidad sería un 30% más cara que en un ciclo de gas, según Endesa, lo que la hace “inviable” porque su producción quedaría fuera del mercado.