Aunque la idea inicial era ver cómo evolucionaron en el tiempo los sedimentos que forman el sustrato sobre el que se asientan los bancos marisqueros de las Rías Altas, el análisis masivo de datos de las 570 muestras recogidas en las rías de Ortigueira, O Barqueiro, Ribadeo, Foz y Viveiro por los investigadores del Centro de Investigación Marina de la Universidad de Vigo, la Consellería do Mar y el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC evidenció lo muy diferentes que son entre sí. Cada uno tiene una especie de ADN formado por la huella geológica de su entorno y la influencia terrestre o marina, factores que condicionan el rendimiento. De ahí que la principal conclusión del trabajo coordinado por Miguel Ángel Nombela, decano de la Facultad de Ciencias del Mar, y publicado en la prestigiosa revista Sedimentology sea la ventaja que tendría la agrupación de los bancos en clústeres en función de sus características sedimentarias. De esta manera, según el estudio, sería posible una gestión más precisa de sus necesidades y mejorar la productividad.