Es evidente que con el cambio de paradigma experimentado de una forma un tanto súbita, pero esperable, en la forma de trabajar en muchos sectores económicos, pero principalmente en el sector de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, por la aceptación del trabajo remoto como posible, eficiente, económico, rentable, pero también inclusivo, familiarmente conciliador y medioambientalmente positivo, unido a la expansión de las capacidades de almacenamiento y gestión de grandes volúmenes de registros en la denominada nube, hace encajar a localizaciones geográficas como Galicia dentro de las tendencias sobre áreas de alto interés que los expertos diagnostican sobre infraestructuras tecnológicas.

Los agentes sociales, económicos y políticos de nuestro país harían bien en analizar adecuadamente por donde irán los tiros en el próximo futuro para alinear sus objetivos estratégicos y acciones operativas a las tendencias indicadas, porque la transformación digital ya está en marcha. La flexibilidad ha hecho del trabajo remoto imparable, pero impulsa retos como que el trabajo en cualquier lugar requerirá infraestructuras y quien no las disponga, pronto se verá en otra liga de juego. El talento y la ubicación geográfica para poder desarrollarlo exigirá organizaciones versátiles, aptas para integrar no solamente lo multidisciplinar, sino el trabajo en red, constituyendo un desafío cultural, donde los procesos identitarios no tendrán peso.

Por supuesto la expansión del trabajo remoto desde cualquier lugar exige infraestructuras óptimas, con capacidades avanzadas de conectividad, velocidad y adecuadas a la globalidad de la relación. Es evidente que la justificación de las inversiones necesarias, deberán estar asociadas a la rentabilidad de estas y por ello si el país no se suma a la ola de transformación digital quedará irremediablemente rezagado.

El talón de Aquiles quizás haya que encontrarlo en la continuidad operativa. Los servicios tecnológicos no pueden ser interrumpidos en la escala pretendida. Por ello sin planificación y sin establecer criterios de prioridades no podría llevarse a cabo disponer de forma escalonada las infraestructuras. La implementación de la transformación digital tendrá también que hacerse adaptando las formas de reclutamiento de personas y talento y quienes trabajen en la definición de las infraestructuras tendrá que al unísono intentando alinear también a reclutadores locales y de fuera para contar con la capacidad operativa.

*Economista